Según una investigación de The Lancet”, la prestigiosa revista científica, la humanidad no alcanzará los 10.000 millones de habitantes. Esto viene a contradecir lo que distintos expertos han señalado, que para finales de este siglo la población mundial superaría esa cifra mágica de 10.000 millones de personas.
Nuestra especie ha visto un crecimiento exponencial si tomamos como fecha de partida el comienzo del siglo XIX. Al inicio de ese siglo la humanidad se contaba en 1.000 millones, para 1960 éramos 3.000 millones y hoy superamos los 7.000 millones de personas viviendo en el planeta. Según los cálculos de los demógrafos, para principios del siglo XXII superaríamos a los 10.000 millones, pero este nuevo estudio publicado en The Lancet” pone en duda esa creencia.
Según se desprende de este estudio, el pico de población humana se alcanzaría en 2060, y rondaría los 9.700 millones. Es desde esa década que la población mundial iría reduciéndose gradualmente, para llegar a los 8.800 millones de seres humanos para el año 2100. Los autores apuntan que este fenómeno se debería, en gran parte, a la educación de la mujer: habrá más oportunidades para la formación femenina y esta se acompañaría de un mayor acceso a procedimientos de anticoncepción, que hará disminuir la fertilidad y el crecimiento demográfico.
Otro de los datos llamativos que publica este estudio es que los países con altas tasas de nacimientos -como los países africanos- se irán acomodando a las tasas de crecimiento de países occidentales. Un país como Níger, que cuenta con una tasa actual de 7 hijos por mujer, se acompasará a la tasa francesa de 1,8 hijos por mujer.
Datos contradictorios
Para Naciones Unidas, la cifra de población mundial para el siglo XXII será de 11.000 millones, muy por encima del cálculo establecido en el mencionado estudio. A este respecto, los autores indican que esta disminución de más 2.000 millones de personas, en comparación con la previsión de la ONU, sería un alivio y una buena noticia para el planeta, ya que esto significaría menos emisión de carbono y menos estrés para los sistemas alimentarios mundiales”.
Esta probable disminución en la natalidad se explica mayormente por la potencial caída de la fertilidad en el África subsahariana, lo que suele denominarse el África negra”. Esta probable caída se unirá a la ya consolidada reducción y envejecimiento de Europa y al freno poblacional en Asia. El caso africano es particular, porque, aunque frenaría su crecimiento por encima de lo esperado, aun así triplicaría su población actual. Un ejemplo: Nigeria se transformará en una potencia mundial de 790 millones de habitantes para 2100, solo detrás de India, y superando a China en población.
El top ten” de las naciones más pobladas estará compuesto por cinco países del continente africano: Nigeria, Congo, Etiopía, Egipto y Tanzania. De ese mismo top tep” actual caerían fuera, en 2100, países como Brasil, Rusia y Japón. Para Estados Unidos el estudio indica que la evolución de su población dependerá de las políticas inmigratorias que se tomen, teniendo en cuenta el derrotero del gobierno de Trump en esa materia.
Para el caso español, el panorama es oscuro. Este país pasaría de 46 a 23 millones de personas para finales del siglo XXI. Sería una reducción de la mitad de la actual población española, un dato llamativo.
También países como Tailandia, Italia, Portugal y Corea del Sur perderían la mitad de su población actual. China, el gigante asiático, pasaría de los actuales 1.400 a unos 732 millones de habitantes. Otro dato interesante que tiene que ver con China es que su fuerza laboral pasará de los 950 millones actuales, a unos 350 millones de personas, y su poder militar se verá menguado, ya que perderá el 65% de los jóvenes entre 20 y 24 años.
Para Argentina el estudio señala que pasaríamos de los actuales 44 millones de habitantes a unos 48 millones.
Esta merma de la población conllevará daños en la economía de esos países. Por ejemplo, España descendería de la posición 13 en la economía global a la 28, Italia de la novena a la 25, y Brasil de la octava a la decimotercera.
El factor inmigración
La investigación subraya que los países que apuesten por la inmigración como política a largo plazo se verán beneficiados. Ese es el caso de países como Francia, Australia o Canadá que, al incentivar la inmigración, podrán mantener su población y su influencia en el ámbito global. Así, los autores explican que los países pro-inmigración y con una mayor población activa se verán beneficiados en lo económico, social y geopolítico.
Para atajar el problema demográfico los expertos apuntan que más que emitir cheques y ayudas económicas, lo recomendable sería impulsar políticas de empleo estable: se debería aumentar la tasa de fertilidad creando un contexto favorable para que las mujeres tengan hijos y puedan seguir sus carreras; aumentar la participación en la fuerza laboral de franjas etarias más avanzadas; y promover la inmigración.
Esta investigación ha levantado críticas, ya que según algunos expertos el estudio da por hecho cosas que todavía no están claras. Además, su financiación proviene de la Fundación Bill y Melinda Gates…
Planeta envejecido
El panorama que decanta de esta investigación es el de un mundo extremadamente envejecido de cara al futuro, donde los mayores de 65 años rondarían los 2.300 millones de personas y los menores de 20 años representarían tan solo 1.700 millones. La pirámide poblacional dará un giro: los mayores de 80 años serán el doble que los menores de 5 años (800 millones frente a 400). Este vuelco de la pirámide demográfica influirá en las relaciones de poder entre los países y la capacidad de sus economías para hacer frente a las pensiones y el gasto social.
Poblar debe ser más que gobernar con el actual panorama, parafraseando la famosa máxima de Juan Bautista Alberdi, teniendo en cuenta que serán las zonas más fecundas (África, el mundo árabe, parte de Latinoamérica) las que moldearán el mundo que viene, y Europa y Asia perderán poder.