Mariana Enríquez, la crítica social desde el terror

Mariana Enríquez, la crítica social desde el terror

¿Puede el terror, la ciencia ficción y lo fantástico hacer crítica social? ¿Por qué Mariana Enríquez, escritora y periodista argentina, provoca una ambivalencia, fuegos en las lenguas que la mencionan como también la saciedad de quien atraviesa el desierto? ¿Acaso, hay una única manera de escribir? Un par de datos para comenzar a delinear la figura de Enríquez. Con su última obra de casi 700 páginas, Nuestra parte de noche”, se convirtió en la primera escritora argentina en ganar el premio Herralde de Novela. Asimismo, ha sido galardonada recientemente con el Celsius de la Semana Negra de Gijón por la misma obra. Mariana también es periodista y, desde marzo, Directora de Letras del Fondo Nacional de las Artes, cuya gestión generó polémica en torno a los géneros literarios y sus premios. Las cosas que perdimos en el fuego” son 12 cuentos vinculados por una original narrativa de lo real que se mueve entre el terror, el horror, lo gótico en su reelaboración contemporánea, y que a veces transita lo fantástico. De corte realista, sus relatos explotan la irrupción de lo sobrenatural, de lo sórdido, de lo grotesco, y y expone así una clara crítica social.

El terror

El horror, dirá Enríquez sobre su estilo de escritura, es el horror de la cotidianeidad misma: el horror con una mirada política social”. Así, la autora se posiciona en una tradición literaria que contempla producciones anglosajonas y estadounidenses del terror, el horror y el fantástico, como a las elaboraciones propias en estos géneros del campo literario argentino. En su narrativa resuenan autores como Stephen King, Mary Shelley, H.P. Lovecraft, Edgar Allan Poe, Horacio Quiroga, Silvina Ocampo y Julio Cortázar.

Asimismo, Mariana Enríquez se presenta como una ávida lectora de mujeres escritoras. Todas perversas”, según sus palabras, y las reconoce en sus influencias. Entre ellas, cita a Emily Brönte, Virginia Woolf, Katherine Mansfield, Carson McCullers, Elena Anníbali, Elena Ferrante, J.K. Rowling, Suzzane Collins, entre otras.

Ahora bien, ¿cuál es el mundo al que nos acerca con Las cosas que perdimos en el fuego”? ¿Con qué acontecimientos históricos dialogan sus relatos? ¿Cuáles son las voces narrativas y personajes que aparecen en estos cuentos? Relatos que se encuentran unidos por situaciones extrañas y/ o acontecimientos en los que lo horroroso y terrorífico de nuestra realidad marcan las tramas. 

El cuento La hostería”, por ejemplo, hace referencia al periodo dictatorial: dos amigas jóvenes ingresan de noche en una vieja hostería de Sanagasta con el objetivo de vengarse de la dueña del lugar, un lugar que había sido un centro clandestino de detención. Ambas quedan atrapadas en un escenario de redada policial fantasmal en el que continúa la historia que retrata los años 70.

Otro cuento, Años tóxicos”, contextualizado en los años y acontecimientos sociopolíticos inmediatos al término de la última dictadura, narra los recorridos de tres chicas adolescentes en sus aventuras sin control en el mundo de las drogas, mostrando las deplorables consecuencias que el autodenominado Proceso” dejó.

De nuestra realidad

La noche que perdimos en el fuego”, que da el título al libro, sorprende por la astucia inimaginable en que un grupo de mujeres comienza una rituálica estrategia, con fuego mediante, para denunciar los altos índices de atroces femicidios. Sus protagonistas son mujeres rebeldes que han decidido hacer de sus cuerpos una monstruosidad, que le devuelven a la sociedad patriarcal la imagen en espejo de lo que sus violencias significan.

Rompen ellas con los cánones de belleza hetero patriarcales, que cosifican a las mujeres, para convertirse en lo que podríamos llamar las brujas del siglo XXI”. Monstruas ahora, mediante un acto de decisión personal reivindican a todas aquellas mujeres que fueron quemadas por la Inquisición. 

Encontramos que la narrativa de Enríquez incorpora elementos como ritos paganos, creencias populares, personajes marginales, brujas, hechiceras, vampiras, etc. propios de relatos populares como literarios. Utiliza estos personajes y los ubica en tiempos, espacios y hechos históricos contemporáneos que, mediante una trama muy atrayente, logra una crítica política social a un orden sistemático capitalista patriarcal y obligatorio, establecido y naturalizado. A su vez, dicha crítica se hace viable por medio de una estrategia de escritura propia de Enríquez, que parte de lo real para develar lo horroroso de la propia realidad: el terror de nuestra realidad nos interpela.

Las cosas que perdimos en el fuego” es editado en un periodo en que el auge de los movimientos feministas se da tanto en Argentina, en Latinoamérica y en el mundo en general. Sin vincular directamente el hecho de que una escritora, por ser mujer, o aunque las protagonistas y voces narradoras de sus relatos ficcionales sean femeninas, no implique una posición feminista necesariamente, sí es importante resaltar que en la narrativa de Enríquez el papel de personajes mujeres como de otros géneros disidentes (travestis, lesbianas, etc.) aparecen como parte de la cotidianeidad. Aquí el punto de inflexión es el aumento de femicidios a causa de quemaduras provocadas por sus parejas o ex parejas masculinas; los términos femicidios y feminicidios ingresan al Código Penal argentino con la modificación de la Ley 26.791 recién en 2012, y esto es significativo como acontecimiento histórico ficcionalizado, ya que la figura de femicidio se encuentra naturalizada en el relato.

El término Femicidio es político, es la denuncia a la naturalización de la sociedad hacia la violencia sexista. El Femicidio es una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, es el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer a quien considera de su propiedad”, definen desde La Casa del Encuentro. Mariana Enríquez lo tiene presente. ¿Qué, entonces, causa más terror? ¿Cuántas mujeres se perdieron y se siguen perdiendo en el fuego?.

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