El escritor noruego Jo Nesbo, ese nombre del género negro que mantiene su lugar en la nómina de bestseller nórdicos con millones de ejemplares vendidos, presentó su última novela, «El reino»: un thriller en el que recupera la complejidad de una familia atravesada por las heridas del pasado y el porvenir de un futuro que se presenta incómodo, para dar forma una obra que expone los conflictos humanos, la codicia y las complicidades de un pueblo donde cada gesto tiene un impacto significativo.
Con los resabios bíblicos de Caín y Abel, Carl y Roy, los dos hermanos de Nesbo que protagonizan esta historia se reencuentran quince años después del trágico accidente que terminó con la vida de sus padres: el mayor, Roy, vive en el pueblo donde nacieron, granjero y algo retraído por el mundo solitario y hostil en el que vive, regenta una estación de servicio, es especialista en aves y a veces arregla autos. Carl, en cambio, estudió en EEUU, es un hombre de negocios y decide regresar al pueblo acompañado de una esposa arquitecta y una promesa: crear un negocio inmobiliario en las tierras familiares, más precisamente, un complejo hotelero.
«La mayor parte de las historias se basan en tradición, se basan en historias iniciales ya sean de la biblia o cuentos o mitos y evidentemente esta historia tiene similitudes con la historia de Caín y Abel, no solo porque son dos hermanos sino por una relación complicada entre dos hermanos que son muy próximos. Y en ese sentido, yo busqué en la relación que he tenido con mis hermanos y con el menor, que murió hace seis años», dijo el autor noruego sobre la génesis de esta novela, que sus editores coincidieron en definir de «madurez», porque amalgama mucho de las exploraciones que viene trabajando en su obra. Incluso, lo de basarse en historias míticas no es nuevo: lo hizo hace dos años, cuando publicó «Macbeth», inspirado en Shakespeare.
Vestido con una clásica gorra inglesa cuadrillé, Nesbo (Oslo, 1960) desmanteló algunos secretos que arropan los singulares personajes, marcados por esa impronta de apostar a la paleta psicológica de los seres que construye en su ficción: mentes retorcidas, complicidades oscuras, gestos misteriosos, hostilidades, trastornos emotivos y pasionales. El creador del policía Harry Hole, que retrató en una docena de títulos, y autor de otras obras como «El Muñeco de nieve» (llevada al cine), «Sangre en la nieve», «El leopardo» o «Fantasma», integra ese singular fenómeno de autores magnéticos y atrapantes, que hasta consiguió elogios del mayor de los maestros, Stephen King, quien aseguró que «una vez empezado el libro, me fue imposible dejar de leer».
A pesar de paso del tiempo, ¿regresa el pasado con sus heridas a reavivar traumas? ¿Puede una comunidad que tiende al hermetismo a perdonar, a permitir la codicia? ¿Es posible cambiar el punto de vista dentro de la familia? ¿Un pueblo olvida? Esas y otras tantas preguntas se trabajan en esta trama.
Nesbo decidió situar «El reino» lejos de la ciudad, en un páramo noruego en lo alto de una montaña. «Quería esa atmósfera de pueblo, ciudad pequeña, en la que se mezcla la solidaridad con la envidia y la claustrofobia», señaló sobre el ambiente de su novela, inspirado un poco en su infancia porque «cuando crecí pasé mis vacaciones de verano en pueblos pequeños con mis abuelos y es fascinante porque todo el mundo conoce a todo el mundo. Y tienes esa sensación de sentirte muy seguro, de que todos se preocupan por todos, de una solidaridad. Pero, por otro lado, al cabo de un tiempo evidentemente tienes un sentimiento claustrofóbico de vivir en ese pueblo, especialmente cuando eres joven y tienes la sensación de que no puedes escapar de la percepción de tus vecinos de quién eres».
Consultado por el género que en la región donde vive ha devenido paradigma literario, al menos en lo que refiere a la literatura de exportación, Nesbo aseguró que el negro” es «solo un marco para una historia», y advirtió que desde la década del 70 la novela negra fue fundamental para abordar la literatura política «y eso significa que acabó captando muchos nuevos talentos», aunque también bromeó con que allí «hay tantas novelas negras malas como en cualquier otro lugar». ¿Cómo explicar esta asociación entre la región y el género, entonces? «Supongo que fue parte de un ejercicio, incluso quienes no escribían ese género probaban. Como una forma de hacer. Pero insisto, el género no es importante lo que importa es la historia y los escritores».
Antes de dedicarse a la escritura y catapultarse como uno de los mejores y más vendidos autores escandinavos, Nesbo surcó distintas tierras. Economista de formación, trabajó como agente de bolsa, destacó como futbolista, compositor y cantante, aunque estas pasiones todavía lo acompañan. Sobre todo, la música, ya que es el líder de la banda de rock Di Derre desde hace dos décadas.
Desde que Nesbo comenzó su carrera literaria, a fines de los 90, tuvo algunos cambios en las formas de construir sus historias, dar vida y pulso a sus personajes: «Cuando empecé a escribir, mis libros iban marcados por el argumento, de hecho, escribía la sinopsis y el libro avanzaba en función de eso. Lo importante era quién había hecho qué. Nunca creía en los autores que no conocen a sus personajes». Y si bien, advirtió, «yo creo que es el autor quien controla los mandos, a medida que he ganado experiencia hay una cierta lógica con los personajes que no puedes planear cuando estás haciendo el argumento, es como si los personajes cobraran vida cuando empiezan a hablar y a andar». Y ejemplificó: «es como escribir una canción: a medida que empiezas a escribir es la melodía la que te lleva a un lugar que no habías planeado. Con los personajes tienes que ir a donde la música te lleva. Es un sentimiento de estómago».
Si la cantidad de seguidores y ejemplares vendidos es toda una marca distintiva en la industria editorial, la pregunta por su éxito comercial no podía faltar. Pero Nesbo asegura que no se hizo escritor «para buscar el éxito comercial», sino que lo hizo «por el amor a la narrativa» y aunque ahora «tiene libertad económica», lo que motiva cada proyecto literario no es ese rédito, sino lo que verdaderamente le interesa, tal como confió: Crecer como escritor».