Del libro a la pantalla: Cien Años de Soledad, la obra “inadaptable” que ya es serie

La adaptación traslada la obra de García Márquez al formato televisivo buscando mantener el legado del escritor y ofrecer una nueva forma de conectar con un clásico

Por Melani Cordi

 

Hace algunas semanas Netflix lanzó la primera parte de la serie Cien Años de Soledad, basada en el clásico literario de Gabriel García Márquez. La adaptación es uno de los proyectos más ambiciosos y costosos de la plataforma de streaming y una gran apuesta a continuar con el legado del Nobel colombiano.

La serie promete llevar a la pantalla chica la magia de Macondo y las idas y vueltas de la familia Buendía a lo largo de varias generaciones. Pero adquiere una carga extra de expectativas. No solo por ser una obra maestra de la literatura latinoamericana, si no por ser considerada, desde siempre, como inadaptable. La complejidad de su narrativa, el profundo simbolismo y el realismo mágico que atraviesa cada línea del libro la convierten en una trama difícil de seguir en cámara.

La adaptación enfrentaba otro desafío típico del traslado de la literatura a la pantalla: la obra escrita ofrece al lector un espacio para la imaginación, donde se construyen interpretaciones propias sobre los personajes y escenarios. Los lectores habían imaginado su propio Macondo y a los Buendía.

Úrsula Iguarán había adquirido el rostro de madres y abuelas latinoamericanas, mujeres poderosas e inspiradoras que intentan sacar adelante a sus familias, pero con la adaptación, Úrsula tiene el rostro de Susana Morales, quien la interpreta. En el cine, la imaginación queda relegada a un segundo plano frente a una pantalla que muestra cierta realidad con rostros y espacios precisos.

En múltiples oportunidades, Gabo aseguró no querer que su obra fuera llevada al cine. Primero por la dificultad de la trama con sus saltos en el tiempo y segundo porque no pretendía imponer ningún escenario en particular. En una entrevista realizada en 1987, el escritor había expresado: “La novela deja un margen de creación al lector que no lo deja el cine. La imagen es demasiado impositiva. En la imagen uno sabe como es la cara del personaje. La literatura por mucho que se describa, siempre el lector tiene la posibilidad de llenar un margen que queda”.

Años después, con el respaldo de la familia García Márquez, bajo una serie de condiciones y la dirección de cineastas latinoamericanos, la serie se concretó, y a casi un mes de su estreno, muchos lectores han asegurado que se logró una cuidadosa y respetuosa recreación de los escenarios de Macondo, la personalidad de sus protagonistas y lo inquietante del realismo mágico. Por supuesto, tampoco faltaron las críticas hacia la representación del Caribe colombiano en las voces y acentos de algunos personajes.

La serie utiliza un narrador para hacer más accesible la adaptación frente a los pocos diálogos y múltiples descripciones que tiene la novela. Pese a que para algunos haya resultado abusiva de sí misma, la narración busca evitar diálogos no dichos y reflejar adecuadamente las perspectivas de los personajes.

Hay otras diferencias con el libro que quedaron más expuestas: a excepción del inicio, la narrativa es lineal y cronológica, no se muestra la manía de Rebeca por meterse el dedo a la boca como si se muestra su obsesión por comer tierra, José Arcadio Buendía queda atado al árbol a la intemperie sin el techo que le construye la familia en el libro y la casa tiene menos espacios con salones faltantes.

No es novedad que algunos aspectos de la obra hace unos años comenzaron a ser considerados y cuestionados por sus tintes machistas y pedófilos. El tratamiento de estos temas para la serie fue otro desafío que implicó modificaciones a la obra original. Uno de los cambios realizados fue el trato de José Arcadio Buendía hacia Úrsula Iguarán tras el asesinato a Prudencio Aguilar. En el libro, el fundador del pueblo expresa: “Si has de parir iguanas, criaremos iguanas. Pero no habrá más muertos en este pueblo por culpa tuya”, mientras que en la serie dice “culpa nuestra”, abandonando la actitud autoritaria y victimizadora de José Arcadio.

Otra de las mayores dudas de los lectores estuvo en cómo sería el personaje de Remedios Moscote, la niña de nueve años de la que se enamora el Coronel Aureliano Buendía. La adaptación ha hecho un esfuerzo por darle una mayor profundidad, mostrándola más adulta, consciente de su cuerpo y su rol dentro de la comunidad. Aún así, no se pretendió evadir su inocencia y el cambio mayor se hizo con el personaje del Coronel, a quien se lo muestra como un adolescente y no como un adulto maduro.

A través de estas modificaciones, la serie busca ajustarse a las sensibilidades contemporáneas, generando una representación más respetuosa y no tan anacrónica con el contexto social actual pero sin dejar de lado la obra original.

Reflejar el paso del tiempo

El tiempo juega un papel fundamental en Cien Años de Soledad: eventos que se repiten cíclicamente y momentos que se entrelazan de forma casi mística, como si la familia Buendía estuviera condenada a repetir patrones predestinados. A pesar de que la serie muestra el paso del tiempo de manera lineal, algunos elementos sugieren esa sensación de eternidad y repeticiones que caracterizan a la obra.

La icónica frase “muchos años después…” con la que comienza el libro y la cuál se repite a lo largo del mismo es una pista del tiempo cíclico en el que transcurre la historia. Formulada tantas veces que se hace evidente la repetición, la expresión da cuenta esa estructura no lineal, logrando introducir la idea de un tiempo que ya pasó pero del que se desconoce su exactitud. En un nivel más profundo, la frase alude al destino y la fatalidad de eventos que aunque ocurren “muchos años después” hacen que la línea entre el pasado y el futuro sea borrosa, impidiendo a los Buendía escapar de su destino.

El tiempo también transcurre en los escenarios de Macondo, en los personajes, las vestimentas y la música. Una meticulosa documentación durante más de seis años por parte de los directores y guionistas sobre los contextos históricos y políticos de Colombia y el Caribe logró reflejar el paso del tiempo a través de todos estos aspectos.

La serie se desarrolló en un espacio de 54 hectáreas, incluyendo cuatro versiones de Macondo que muestran las distintas etapas del pueblo, desde los primeros años de su fundación con casas de madera, adobe y barro rodeadas de selva hasta las casas amplias de la época en que se disputan sus colores.

En cuanto a los personajes, la serie muestra a través de distintos actores las generaciones de la familia desde que José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son jóvenes y tienen a sus hijos, hasta que comienzan a envejecer y los niños pasan a ser adultos. Pero no solo se muestra el deterioro físico, si no también el desarrollo de los personajes y sus personalidades. Algunos envejecen con dignidad, mientras que otros, como José Arcadio Buendía, quedan atrapados por la obsesión o la locura.

Los compositores Camilo Sanabria y Juancho Valencia fueron los encargados de crear un clima musical que acompañe la esencia de la obra. Ambos investigaron los instrumentos y sonidos de las épocas representadas en la novela y los trasladaron a la serie a través de instrumentos de madera y ritmos autóctonos en los primeros capítulos e incorporando influencias europeas a partir de la aparición de la pianola con la llegada de Pietro Crespi.

Por último, los vestuaristas recrearon las ropas que se utilizaban en Colombia y la costa Caribe en 1850, informándose a través de relatos y textos para entender los estilos. El trabajo de los vestuaristas se realizó en conjunto con artesanos que hicieron accesorios como abarcas, cotizas, guaireñas, sombrero wayúu.

A lo largo de la serie, los delirios de los Buendía, sus guerras internas y los desamores que los acechan, se presentan de una forma que invita a la reflexión sobre el paso del tiempo, la fatalidad del destino y el deseo de romper ciclos que parecen estar predestinados.

La adaptación de Netflix demuestra que el legado de Cien Años de Soledad trasciende formatos, pero que ninguno pretenderá destronar al libro de García Márquez, sino perpetuar su historia que, como sus personajes, sigue reescribiéndose a lo largo del tiempo y siempre encuentra nuevas formas de resonar en quienes la redescubren. Más allá de ser una adaptación, la serie es un puente entre generaciones y una invitación a volver una y otra vez a Macondo.

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