Gracias por el pan

Por Ricardo Di Mario

Gracias por el pan

Lectura del libro “Algo que arde. Antología poética 1999-2020” de Leandro M. Calle

“Alguien arrojó el pan al agua”
Leandro Calle

Tomamos un café en la galería de Deán Funes y peatonal, cerquita de una de las librerías preferidas. El bar no sólo es eso, es un pasillo de la pequeña gigantesca aldea que es la ciudad de Córdoba, y por allí pasan incesantemente, amigos, poetas, poetas amigos y otros seres más normales. Por minutos estuvimos solos, charlando de cuestiones que llevan de la poesía a otras pasiones, como la ida y vuelta del pasado al presente y viceversa, pero nunca, en ningún caso, según mi manera de entender; del futuro.

Básicamente, los que amamos este género, por profesarlo o simplemente disfrutarlo (o ambas cosas) creemos que la poesía es siempre pasado. El hombre simplemente abrió su cartera o bolso y me extendió la mano con un libro bellísimamente editado por la Universidad Nacional de Córdoba, con “Notas acerca de la poesía de Leandro Calle” firmada por Julio Castellano, nada menos, con una suerte de prólogo que nos propone una lectura atenta, continua y discontinua, variada según las épocas en los que los libros de esta selección fueron escritos, sentidos, y sus tensiones. Esa lectura, reitero, que nos sugiere es siempre necesariamente inteligente, como el mismísimo autor de las palabras introductorias, y obviamente como el autor del libro.

Qué alegría conocer un tipo así, como Leandro Calle, generoso y agudo profundamente sencillo y sofisticado a la vez. Verdadero, digamos, lo que mucho no abunda en esta selva. Pensé mientras charlábamos que, además de suponerlo, uno sabe que es un estudioso, ávido lector por deseo y por trabajo, porque además de la docencia, escribe para HOY DÍA CÓRDOBA, dando noticias de lo que pasa en el mundo de la literatura y sus cercanías.

Cuando abrí el libro para comenzar su lectura, y conociendo algunos de los textos que componen esta antología no pude evitar pensar en un artículo de Josef Yerusalmy, sobre “Los usos del pasado”: en ese escrito el científico cita una tradición judía, que fundamenta la necesidad cultural de estudiar por siempre la Torá (los libros sagrados del Pentateuco), y explica que, según una antigua creencia, “cuando los niños nacen un ángel besa sus labios, y la criatura olvida todo el pasado de su cultura milenaria”; por tal razón, no queda otra opción que estudiar por siempre, hasta el último de los días.

La poesía que uno se encuentra en “Algo que arde” es una sola, porque, a diferencia del estudio tan sólido y compacto del prologuista, con quién no podría intercambiar una mirada por el respeto que me merece su sapiencia y conocimiento de la poesía contemporánea, yo veo humildemente un discurso poético único, social, profundamente humano y espiritual a la vez.

Marcelo Dughetti, el enorme poeta villamariense, nos propone un banquete con las partes servidas sobre la mesa, cuerpos hinchados, otros a los que entrar con la memoria y la ausencia, entrepiernas donde perder la cabeza, un animal muerto. Marcelo invita a comer, la mesa es de Leandro. Una inolvidable contratapa de profunda lectura del texto y de una producción abreviada por el espacio y la coherencia, la lucidez, y, de tanta luz, oscura también. Cuando alguien elige el interlocutor elige la respuesta.

Un libro como “Algo que arde” es una llama encendida donde algo arde, una luz de la poesía argentina contemporánea, de allí la necesidad de reeditarlo, digo con mucho cuidado de lo que digo, hasta que los amantes del género, viejos y jóvenes cultores, unos para alimentar el fuego de la poesía con el oxígeno del silencio y los otros para intentar diferenciar entre el movimiento cotidiano de las cosas y el hecho poético.

Al igual que el ahogado a orillas del río, yo digo a orillas de este libro: Gracias, gracias por el pan.

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