Lo real muere de espejismo

Por Carlos Garro Aguilar

Lo real muere de espejismo

“Como si hubiera pasado una garza”, Leopoldo Castilla, 2022

Libro integrado por textos heterogéneos, diversos, este volumen de poemas de Leopoldo Castilla que acaba de ver la luz a fines de 2022, es un libro donde el autor poetiza sobre temas muy diversos. A través de un lenguaje sesgado, el poeta devela rostros de la realidad, ya sea de sucesos puramente humanos o reflexiones sobre la vida animal y los objetos, donde el pasado se confunde con el presente y lo humano con los animales, los objetos y las cosas.

Los poemas incluyen también diversos retratos de personajes conocidos por el autor en su infancia: seres marginales, solitarios, desamparados. Se suman retratos de personas que conviven actualmente y nuestro poeta conoce. También la soledad y la tristeza los envuelve: “Podían asilo en los ojos, mendigaban un lugar en el tiempo”. El toro “Aylán”, un personaje de dimensión mítica, describe a un hachero que pareciera tener poderes sobrenaturales, un poema de un pintoresquismo singular.

La semblanza, a su vez, que nuestro poeta realiza de Javier Villafañe es una joya donde la magia, la ternura, lo sobrenatural que se desprende de la tarea de este artista excepcional, es captada magistralmente. Luego, la muerte del poeta Juan José Hernández es tomada así: al exhalar su último aliento, se “abre la orquídea salvaje de sus sentidos”, y “vuelve a ser naranjo, jacarandá, tormenta de agua”. Y con su vida, “la poesía se va, callando todo, como si hubiera pasado una garza”. Poema de gran delicadeza, que da nombre al libro.

Recurso poético, producto de su visión personal de las relaciones humanas, el poeta salteño en varios de los poemas plantea un relato en dos planos: la realidad presente de los vivos y la realidad de los muertos, de los que nos dejaron. Castilla necesita vitalmente una recíproca presencia de los vivos entre los muertos, y la de estos -regresando- entre nosotros, los vivos. Una confrontación de dos mundos, necesaria para el poeta, que logra así una visión integral de la vida, un antes y un después unidos en un solo tiempo. La semblanza que hace de su pariente, Ricardo Castilla, en el poema “Desentierro”, es un claro ejemplo de lo que afirmamos.

Castilla pone en evidencia los misterios del monte, sus ritos, el poder secreto de los animales, la naturaleza desbordada. Describiendo el Bañado de la Estrella, en la provincia de Formosa, afirma nuestro poeta: “Lo mismo que la luna,/ va y viene de su muerte,/ en una leve eternidad,/ que se deshoja en el vuelo de las garzas”. “Sólo nueve lunas,/ nos concede el paraíso,/ para que el mundo/ se recuerde intacto.” Hay en los poemas de Castilla una marcada identificación con los animales. Lo humano se confunde y está signado por ellos: “En el zureo, el trino, en el rugido,/ están con otra figura/ tu figura”. “La levedad de tu estancia,/ y el sonido,/ sólo el sonido de tu vida.” Los animales detentan una potencia de vida, arrolladora. Ellos parecieran medir la dimensión temporal de la vida humana.

Otra faz de estos poemas, quizás la más remisa a ser captada, afirma la permanente inconsistencia -que torna relativa- la identidad misma de la existencia. En “Unidades Vivas” leemos: “Tu forma, como todas las formas,/ desconoce su primera persona”. “Los peces, los pájaros, son ondas de expansión,/ crisis de luz las avispas”. “Sólo la potencia de su desaparición,/ los hace visibles”.

En “Deconstrucción” la perplejidad se acentúa: “Deconstrucción de uno frente a las cosas”/ El observador no llega intacto,/ en el camino se desintegra,/ frente al objeto inexpugnable”.

A continuación, en “Eclipse de los objetos”, dice Castilla: “Por un segundo a los objetos,/ como a los ciegos,/ se les va la cara,/ y se dejan ver,/ neutros y célebres”. “No les fue dada la vida./ Sin embargo hay días,/ de ver cómo lentamente,/ pasan las cosas,/ en el tren de la muerte.”

Finaliza nuestro poeta su reflexión, afirmando en “El Alguien”: “Somos la imagen fantasmal,/ de ese alguien que todos conocen”. Tú eres la presa,/ va a suplantarte,/ hasta que seas su fantasma.”

Como la oruga que se transforma en mariposa, la realidad humana pareciera estar envuelta en un proceso metamórfico. “Si día a día perdemos nuestro origen”. Si a cada palabra como a cada hombre, la sostiene un abismo y “todo lo real muere de espejismo”, entonces, una vez más, queda como tarea para la poesía, develar, más allá de las palabras, el misterio de lo viviente y la de nuestra propia existencia.

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