Otras formas posibles de la democracia

La 14 edición del Festival de Cine Independiente de Cosquín ofreció un gran panorama del cine nacional, donde la reivindicación de la infancia tuvo un protagonismo central.

Otras formas posibles de la democracia

Las cordobesas Ana Apontes y Sol Muñoz, directoras de "Nocturno".

En las coberturas que realizamos más de una vez destacamos la calidez que caracteriza al Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (FICIC), cuya distinción en el concierto de encuentros del género está en su capacidad de crear una comunidad en torno al séptimo arte, no sólo dedicada a celebrar la multiplicidad de estéticas y posibilidades que lo habitan sino también a pensar colectivamente el mundo contemporáneo a través de sus imágenes y sonidos.

Cada año, durante cuatro días en Cosquín se arma una sociedad organizada exclusivamente en torno al cine como centro del deseo, donde personas de diferentes generaciones se encuentran a disfrutar juntos la potencia del pensamiento en torno a las películas elegidas y las charlas comandas por Roger Koza, que hace un esfuerzo considerable por darle a cada obra, sea largo o cortometraje, un tiempo de reflexión compartido con el público presente.

Quizás nunca como ahora el FICIC fue tan importante: ante un mundo que cada día legitima más el individualismo feroz y la brutalidad para imponerse a los otros en la esfera pública, la 14 edición del festival volvió a ofrecer lo que mejor sabe hacer, un espacio para el despliegue de la razón y la solidaridad como formas de organización colectivas.

“Razonar (una estética) junto a otros y ante otros es probablemente algo que no pasa nunca entre nosotros, porque la razón se ha sustituido por la injuria y la mendacidad. Vencer, domar, humillar, los verbos de la barbarie son los que dominan nuestro vocabulario. Poner en juego la razón es una forma concreta de atenuar el peligro en que vivimos. Porque el peligro mayor y acaso central es uno solo: hemos dejado de pensar”, advertía Koza en el texto editorial que acompañó al festival. No se trató de una mera sentencia formal para engalanar el encuentro, ya que hubo una traducción precisa tanto en la programación de las secciones como en las novedades que trajo esta edición, especialmente la decisión de que el jurado delibere en público la elección de las películas ganadoras, o mejor dicho las obras “más representativas” de cierto estado del cine y del mundo, si seguimos las palabras del programador.

El jurado de la Competencia Internacional de Laegometrajes.

Fueron tres horas en las que el crítico cordobés Iván Zgaib, su par porteña Lucía Salas y el reconocido director Rodrigo Moreno debatieron en público y con el público presente el sábado sobre los criterios para elegir la película ganadora de la Competencia Internacional de Largometrajes, en un verdadero ejercicio colectivo de pensamiento que por momentos tendió a una horizontalidad que honró al espíritu de la democracia. El resultado fue que la película “Los fragmentos” (Alemania, Georgia, 2024), de la directora rusa Masha Chernaya, resultó elegida como la Mejor Película del certamen, aunque la cordobesa “Después, la niebla” (Argentina, 2024), del también montajista Martín Sappia obtuvo una Mención Especial del jurado.

Se trató de una elección bastante representativa de lo que fue el 14 FICIC, que mostró un panorama cinematográfico bifronte, donde el ejercicio de la violencia planificada se contrapuso a la inocencia, la bondad y la generosidad de la infancia, que fueron reivindicadas en algunas de las mejores películas del encuentro, como “El mensaje”, de Iván Fund, “Nocturno”, de las cordobesas Ana Apontes y Sol Muñoz, y “El príncipe de Nanawa”, de Clarisa Navas, tres grandes hallazgos que perdurarán en la memoria afectiva del público que colmó las salas de Cosquín -y que recomendamos buscar en las salas independientes-. Hubo mucho cine en Cosquín, pero sobre todo hubo una actualización de su capacidad de imaginar otros mundos posibles, donde la amistad, la amabilidad y la solidaridad sean una forma posible de nuestra democracia.

Ocurre que “Los fragmentos” ofrece un verdadero “tour de force” sobre las formas de procesar la guerra entre Rusia y Ucrania por parte de la juventud del país invasor, que parece haber anulado en esa decisión toda expectativa de futuro para ellos. A través de su propia vida y la de sus amigos, Chernaya brinda un panorama desolador de su generación ante la evidencia de la desintegración diaria de sus horizontes de vida, donde las reacciones pueden ir desde la celebración acrítica de la prepotencia imperial rusa a la decisión de migrar a otros países como Argentina o hacer catarsis en rituales colectivos donde la violencia cobra protagonismo, como las peleas clandestinas o las performances contraculturales que incluyen gestos de autodenigración como forma de expiación privada del absurdo y la hecatombe compartidos. Acaso la propia película de Chernaya sea la respuesta más radical y lúcida ante la prepotencia de los poderosos.

“Después, la niebla” pone en escena a su vez la posibilidad de reconciliación con el pasado a través de su protagonista, un obrero que decide abandonar su trabajo ante la llegada de dos cartas de su hermana y emprender un viaje impreciso hacia una casa familiar en las montañas de las sierras cordobesas que se ha vendido, donde encarará un duelo que postergó toda su vida, un proceso que Sappia filma con la delicadeza de los grandes directores y la elocuencia acostumbrada de Ezequiel Salinas como responsable de la fotografía. Se trata de apenas dos ejemplos de un programa que ofreció 36 películas entre largos y cortometrajes, que incluyeron estrenos de varios filmes nacionales y locales, como “Adiós a las Lilas”, de Hugo Curletto, “Una casa con dos perros”, de Matías Ferreyra, o  el hermoso corto “Simple – Otros amarán las películas que yo odié”, de Milena Sol González Tiburcio y Gabi Von, entre otros, algo que también resulta necesario destacar en nuestro propio contexto absurdo en que vivimos.

Todos los premios

COMPETENCIA INTERNACIONAL DE LARGOMETRAJES

Mejor Película: “Los fragmentos” (Alemania, Georgia, 2024), de  Masha Chernaya.

Mención Especial:  “Después, la niebla” (Argentina, 2024), de  Martín Sappia.

COMPETENCIA INTERNACIONAL DE CORTOMETRAJES

Mejor Película: “Azul Pandora” (Cuba, 2024),  de Alan González.

Mención Especial:  “Nocturno” (Argentina, 2025), de  Ana Apontes y Sol Muñoz.

COMPETENCIA NACIONAL DE CORTOS DE ESCUELA

Mejor Película:  “Segundo Plano” (FADU – UBA), de Renata Poncini.

Mención Especial:  “Memento Mori” (FADU – UBA), de Isidoro Zarate.

PREMIOS INDEPENDIENTES

Premio Rafma «Edgardo Pipo Bechara» en Cortos de Escuela: “El que no salta es un inglés”, de Gonzalo Canillas.

Premio APAC Paola Suárez: “Una casa con dos perros”, de Matías Ferreyra.

Premio del público: “Nocturno”, de Ana Apontes y Sol Muñoz.

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