La visita del papa Francisco a Villa Cura Brochero en 2008

En 2008, el entonces cardenal Jorge Bergoglio visitó Villa Cura Brochero para reflexionar sobre el legado de Eduardo Pironio.

La visita del papa Francisco a Villa Cura Brochero en 2008

Foto: Diócesis de Cruz del Eje.

En medio del dolor por la muerte del papa Francisco, resuena un capítulo poco recordado pero profundamente simbólico: la visita de Jorge Mario Bergoglio a Villa Cura Brochero en septiembre de 2008. El entonces arzobispo de Buenos Aires, participó del V Encuentro Nacional de Sacerdotes, donde brindó una exposición que hoy, a la luz de su pontificado, cobra una nueva dimensión.

Organizado por el Secretariado Nacional de Formación Permanente —dependiente de la Comisión Episcopal de Ministerios (CEMIN)—, el evento reunió a más de 500 sacerdotes y más de 30 obispos de todo el país. El lema fue “Alegres servidores de la esperanza”, y la figura elegida para inspirar la reflexión fue la del cardenal Pironio, al cumplirse diez años de su fallecimiento.

En aquel marco, Bergoglio —que cinco años después se convertiría en Papa— ofreció una ponencia donde reflexionó sobre la dimensión comunional del sacerdocio, el rol misionero del cura y la herencia espiritual de dos grandes referentes del clero argentino: el Cura Brochero y Eduardo Pironio.

“Este encuentro es una expresión evidente de la dimensión comunional del presbiterado. No hay discípulo sin comunidad. La gracia nos viene a través de una comunidad”, había expresado Bergoglio con voz firme. Fue un llamado directo a no vivir la vocación sacerdotal en soledad ni desde el aislamiento funcional, sino como parte de un cuerpo eclesial, con raíces profundas en la diócesis y en la vida del pueblo.

El cardenal Bergoglio había recordado a Brochero y Pironio.

El mensaje del entonces cardenal fue mucho más que una reflexión teológica: fue un diagnóstico pastoral y una advertencia contra la tentación de la autorreferencialidad. “Si no nos insertamos en la diócesis con los demás presbíteros, si no nos insertamos con el obispo y con los fieles, perdemos la dimensión comunional del presbiterado y terminamos siendo monadas, perdiendo la vivencia cristiana que es fundamentalmente comunional”, señaló con claridad.

Pero fue cuando habló de Brochero y Pironio que su exposición alcanzó un tono más íntimo y apasionado. “Toda acción sacerdotal tiene que ser misionera, salidora. Cuando a Brochero lo quisieron encajonar haciéndolo canónigo, sintió que ‘estos aperos no son para esta mula, esta mula es salidora’. Él siempre iba más allá. Hay que ir a buscar a la oveja perdida”, expresó.

Con ese estilo sencillo y directo que luego lo caracterizaría como Papa, Bergoglio contrapuso la figura del sacerdote que “administra desde una oficina” con la del cura que camina el barrio, se mezcla con la gente y lleva el Evangelio con gestos concretos. “Cuando el cura arma ‘la oficina’ parroquial y a dos cuadras hay gente que ni sabe persignarse, algo está fallando”, afirmó.

A la par, rescató en Pironio otro tipo de “salida”: la apertura de corazón, la capacidad de acoger al otro con ternura y profundidad. “Pironio, si bien no tenía el rasgo de salidor de Brochero, era un hombre de puertas abiertas. Cuando vos ibas a verlo, te hacía sentir que eras el único”, recordó. “La apertura de su corazón era su manera de salir”.

Hoy, con el paso del tiempo y la perspectiva del legado, aquellas palabras en tierras brocherianas se resignifican. El Papa Francisco, el hombre que en ese encuentro exaltó la figura de Pironio, fue quien el 8 de noviembre de 2023 firmó el decreto que reconoce oficialmente el milagro atribuido a su intercesión: la curación inexplicable de un bebé en coma, luego de las oraciones de sus padres al cardenal argentino.

En el momento en que la Iglesia despide a Francisco, aquel mensaje pronunciado en las sierras de Córdoba adquiere nueva luz. La visita de Bergoglio a Villa Cura Brochero no fue simplemente un paso más en su camino hacia Roma. Fue una declaración de principios: la Iglesia debía estar en salida, el sacerdote debía vivir en comunión, y el Evangelio debía traducirse en acciones concretas. Lo dijo entonces, lo vivió como Papa y lo dejó como herencia.

Misa esta tarde en la Catedral de Córdoba por la muerte del papa Francisco

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