Según informó la Secretaría de Defensa Social de Pernambuco, las lluvias torrenciales en el noreste de Brasil provocaron, hasta ayer, 106 muertos, mientras que 16 personas continúan desaparecidas y casi 6.200 permanecen evacuadas.
La tragedia se originó por los deslizamientos de tierra, el colapso de casas y las furiosas corrientes de agua y barro que arrasaron con todo a su paso en Recife y en una decena más de municipios, entre ellos Olinda. Además, 24 comunas del estado decretaron la situación de emergencia por los estragos, que dejaron más de 6.000 personas sin hogar o desplazadas, y con grandes daños en sus casas.
Entre la noche del viernes y la mañana del sábado, el volumen de agua alcanzó el 70% de lo esperado para todo el mes de mayo en algunos puntos de la capital. Este lunes, el presidente Jair Bolsonaro visitó las áreas afectadas por las lluvias que comenzaron el martes de la semana pasada, pero se intensificaron entre la noche del viernes y la mañana del sábado último.
Ante la tragedia, el gobierno federal destinó una partida de 1.000.000.000 de reales para asistir al gobierno y los municipios locales con la respuesta humanitaria, el restablecimiento de los servicios básicos y, posteriormente, la reconstrucción de viviendas.