Mientras las conversaciones sobre el clima de las Naciones Unidas entran en su última semana en Azerbaiyán y los líderes del G20 se reúnen en Brasil, los diplomáticos de Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, están trabajando para frustrar cualquier acuerdo que renueve una promesa de abandonar los combustibles fósiles.
“Tal vez se hayan envalentonado por la victoria de Trump, pero aquí están actuando con desenfreno”, dijo Alden Meyer, asociado principal de E3G, una organización de investigación climática con sede en Londres. “Simplemente están siendo una bola de demolición”, agregó.
Con distintos grados de éxito, los saudíes se han opuesto al lenguaje de transición en al menos cinco resoluciones de la ONU este año. Arabia Saudita ya supo luchar contra los esfuerzos en la COP28 para acordar una eliminación gradual de los combustibles fósiles utilizando tácticas como dar largos discursos que consumían casi todo el tiempo asignado a la reunión e insertar palabras en los borradores de los acuerdos que otros países consideraban “píldoras venenosas”.