Estados Unidos y los aliados de la OTAN amplían su apoyo para Ucrania con armas avanzadas y el envío de más de 60 jets de combate, mientras que varios líderes de las potencias reunidos en Washington hablaban ayer del ingreso “irreversible” de Kiev a la alianza atlántica.
La cumbre, pensada para celebrar los 75 años de la creación de la OTAN, fue copada por la asistencia a Ucrania, un tema que ha quedado al rojo vivo tras el ataque de Rusia con misiles crucero al hospital pediátrico y otros objetivos en Kiev en lo que se entendió como un sangriento mensaje del presidente Vladimir Putin a los líderes de la alianza.
El presidente Volodimir Zelenski, también invitado a esta reunión en Washington, imploró por más ayuda con el argumento de que un ataque como el del lunes se podría haber evitado. En paralelo, en la Unión Europea ven con recelo a su actual jefe de gobierno, el ultranacionalista Viktor Orban, aliado de la francesa Marine Le Pen y del holandés Geert Wilders, quien lleva días arrogándose un papel como representante de la política exterior europea que se sale de todas sus competencias y que los tratados europeos no le otorgan.
En ese sentido, Orban viajó a Moscú “en misión de paz”, un día antes del bombardeo ruso al hospital infantil de Kiev. Y fue a Beijing justo cuando arrecia la guerra comercial por los subsidios chinos a sus autos eléctricos que Europa considera ayudas de Estado ilegales porque hacen dumping. Orban hace declaraciones engañosas que pueden dar a entender que habla en nombre de toda la UE, cuando lo hace sólo en nombre de Hungría.