Las “fallas raras” en el atentado a Trump

El Servicio Secreto reconoce que el atentado a Trump es su mayor fallo; los republicanos piden al presidente Biden que despida a su directora, Kimberly A. Cheatle.

Las “fallas raras” en el atentado a Trump

Por Anita Rey

 

El renunciamiento de Joe Biden a la candidatura demócrata está provocando una tormenta política en los partidos y en las instituciones estadounidenses: ahora, de pronto, el “candidato anciano” ya no es el presidente en ejercicio, sino el opositor republicano; y tanto éstos como los demócratas viven una agitación inusitada, que se traduce en un apoyo (y en una aportación de fondos) inédita a ambos partidos.

Biden ha crecido en las encuestas en las últimas horas, y es alabado en los medios de comunicación como un héroe que desplaza los intereses y las ambiciones personales por el bien de los EEUU, mientras los republicanos cierran filas en torno al multimillonario, insistiendo en nuevas narrativas heroicas. Entre éstas, cada vez es más fuerte la que sostiene que hubo un complot para asesinarlo y sacarlo de carrera.

En el Congreso han citado a la directora del Servicio Secreto, Kimberly A. Cheatle, quien ha tenido que reconocer que el intento de asesinato del ex presidente y aspirante republicano, el 13 de julio de 2024, ha sido el mayor fallo de la agencia en décadas. Los republicanos le han pedido que dimita por permitir semejantes agujeros en la seguridad de un ex presidente, donde además el tirador llegó a matar a un asistente e hirió a otros dos. Los diputados republicanos insistieron en que, como Trump está vivo, los cargos contra Cheatle serían los de “incompetente”, pero si el ex presidente no hubiese girado su cabeza esos milímetros, a último momento, hoy el Servicio Secreto sería culpable de magnicidio.

El comité terminó pidiendo al presidente Joe Biden que despida a Cheatle, ya que ésta aseguró que asume la responsabilidad de los fallos de seguridad. Aunque sigue sin aclarar cómo fue posible que un joven de 20 años pudiera trepar hasta un techo de un edificio cercano al atril, armado con un rifle semiautomático -un enorme fusil de asalto AR-15-, con una línea de visión directa a apenas 137,16 metros del atril del ex presidente, y cómo pudo disparar sin que los agentes del Servicio Secreto lo evitaran; ni por qué ese edificio no estaba dentro del perímetro de seguridad.

Los republicanos, fogoneando el tema -que repercutirá en los próximos meses en la campaña- piden al secretario de Seguridad Nacional, Alexander Mayorkas, una investigación independiente para dilucidar estas “fallas raras”. En atención a la posible escalada del escándalo, también varios representantes demócratas se han sumado a la petición a Biden para que separe cuanto antes de su cargo a Kimberly Cheatle.

 

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