En un rápido avance, las tropas rusas estrechan el cerco sobre Kiev

En su mensaje, el presidente Zelenski dijo que las zonas de civiles se han convertido en blanco y su país se siente "solo" ante una comunidad internacional

En un rápido avance, las tropas rusas estrechan el cerco sobre Kiev

@EmilioMorenatti, AP

Las fuerzas militares rusas estrechaban este viernes su cerco sobre la capital de Ucrania, Kiev, en cuyos barrios ya se registraron combates y un ataque con misiles esta madrugada, mientras las autoridades aseguraron «hacer todo lo posible» para resistir, piden a sus habitantes que tomen las armas y claman por más sanciones internacionales contra Moscú.

La ofensiva, que comenzó ayer, ha dejado más de 100 muertos y unos 100.000 desplazados, según cifras oficiales ucranianas, en medio de un rápido avance de las tropas rusas.

Según el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, las zonas de civiles se han convertido en blanco y su país se siente «solo» ante una comunidad internacional que no ha reaccionado con la suficiente firmeza, consignó la agencia de noticias AFP.

Las tropas rusas se acercan a Kiev desde el norte y el este, informó el ejército ucraniano, mientras el ministerio de Defensa aseguró que hay combates en un vecindario del norte de la ciudad, llamado Obolon, y pidió a sus habitantes que tomen las armas.

«Pedimos a los ciudadanos que nos informen de los movimientos enemigos, que hagan cócteles molotov y neutralicen al ocupante», dijo el ministerio en un comunicado.

Las tropas ucranianas también indicaron que combaten contra unidades de blindados rusos en dos localidades, Dymer e Ivankiv, situadas a 45 y 80 kilómetros al norte de Kiev.

Aunque han tenido que hacer frente a resistencia en algunas zonas, las fuerzas ucranianas admiten que las tropas rusas encuentran la manera de seguir acercándose a la capital, donde viven tres millones de habitantes pero que estaba desierta este viernes.

Al amanecer, Kiev registró dos fuertes explosiones, aseguraron informes de prensa, y «disparos horribles de misiles rusos sobre Kiev», denunció en Twitter el canciller ucraniano, Dmytro Kuleba.

Según fuentes oficiales, hubo tres heridos en el ataque.

«Dijeron que los civiles no eran objetivo, pero es otra de sus mentiras (…) Esta noche, comenzaron a bombardear vecindarios civiles. Esto nos recuerda a (la ofensiva nazi de) 1941», denunció hoy Zelenski en un video difundido en las redes sociales.

Ayer, el ejército ruso se hizo con el control de la zona de la central de Chernóbil, contaminada aún por la radioactividad del accidente nuclear de 1986.

Zelenski también alabó a los ucranianos por su «heroísmo» y dijo que Rusia «tendrá que hablar con nosotros tarde o temprano. De la manera en que podremos poner fin a los combates y parar la invasión. Cuanto antes tenga lugar esta conversación, menores serán las pérdidas, incluso para Rusia», estimó.

Tal vez a modo de respuesta, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, afirmó que su país está dispuesto a negociar si Ucrania «depone las armas».

En una conversación con el presidente ruso, Vladimir Putin, el presidente chino Xi Jinping le pidió que «negocie» con Ucrania.

El papa Francisco también intervino y se reunió con el embajador ruso en el Vaticano para manifestarle «su preocupación».

La amenaza de invasión rusa estaba presente desde hace semanas, ya que Putin había desplegado más de 150.000 soldados en la frontera. Pero se aceleró el lunes, cuando reconoció la independencia de los territorios separatistas prorrusos del este de Ucrania y los diputados rusos allanaron el camino legal para una operación militar.

Desde que Putin lanzó su ofensiva ayer en la madrugada, cerca de 100.000 personas huyeron de sus hogares y miles buscaron refugio en el extranjero, indicó la ONU. Los primeros refugiados ucranianos ya empezaron a llegar a Hungría, Rumania o Polonia.

«Mi vida ha cambiado completamente en medio día. Pero es muy bueno saber que tenemos un sitio adonde ir», explicaba Iryna, una mujer de 42 años, que pasó la noche junto a decenas de compatriotas en la estación de tren de Przemysl, en Polonia, cerca de la frontera ucraniana.

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