Un misil disparado por Rusia alcanzó ayer un almacén y un bar en un pueblo del este de Ucrania y mató al menos a 51 civiles en uno de los ataques más letales en meses en el país, que ocurrió mientras el presidente Volodimir Zelenski asistía a una cumbre europea en España para pedir a Occidente más apoyo militar ante la invasión rusa.
Líderes asistentes al encuentro de unos 50 jefes de Estado y de Gobierno europeos en la ciudad española de Granada condenaron el ataque y reiteraron su apoyo a Ucrania, aunque también mostraron su inquietud por una crisis política en Estados Unidos que hace peligrar la crucial ayuda militar estadounidense para Kiev.
Zelenski denunció el ataque al pueblo de Groza como un “crimen ruso manifiestamente brutal” y un “ataque terrorista completamente deliberado”. En Rusia, el presidente Vladimir Putin no hizo comentarios sobre el ataque al hablar ante un foro de debate político en Sochi, pero reiteró que la ofensiva rusa en Ucrania es ante todo una respuesta a la “hegemonía” ejercida por las potencias occidentales y declaró que su país tiene la misión de “construir un nuevo mundo”.
En tanto, el Consejo Otan-Ucrania ratificó ayer en Bruselas un respaldo “a largo plazo” de la Alianza Atlántica al país de Europa Oriental. “Todo esto significa que Ucrania está más cerca de la Otan que nunca”, indicó la Alianza en el comunicado.