Esta semana Brasil se sumó a la lista de países que prohibieron el uso de los smartphones en las aulas de las escuelas primarias y secundarias.
La nota publicada por la agencia DW dice lo siguiente:
El Senado de Brasil aprobó el miércoles una ley que prohíbe el uso del celular por parte de los alumnos en las escuelas, tanto en las aulas como en el recreo, durante todas las etapas de la educación obligatoria.
La medida, que ya había sido votada en la Cámara de Diputados y ahora está pendiente de la sanción del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, afecta a escuelas públicas y privadas y establece que solo estarán permitidos los aparatos electrónicos para fines «estrictamente pedagógicos».
La prohibición de los celulares tiene como excepción su uso por parte de aquellos estudiantes que los necesiten por razones de «accesibilidad» o para «atender condiciones de salud».
Además, la ley también obliga a las escuelas a adoptar estrategias para tratar los problemas psicológicos de los alumnos e informarles de los riesgos sobre el «uso inmoderado» de los aparatos.
«En todos los lugares donde se implementó la medida (…), se tuvo una mejora en el desempeño escolar, en la disciplina de las escuelas y en la reducción del bullying (acoso escolar)», señaló durante la discusión el senador Alessandro Vieira, ponente del proyecto, en declaraciones citadas por medios brasileños.
La aprobación llega después de que el estado de São Paulo y la ciudad de Río de Janeiro adoptaran decisiones similares en los últimos meses.
El Ministerio de Educación había expresado su apoyo a la medida, al citar estudios que señalan su impacto positivo sobre el desempeño de los estudiantes y sobre la salud mental de los profesores.
«La tecnología es importante, los equipamientos son importantes, pero tiene que haber un límite», afirmó en octubre el ministro, Camilo Santana.
Es absolutamente cierto que en los países en los cuales se midió los efectos de retirar los celulares de las aulas, los resultados fueron positivos tanto en el rendimiento académico de los alumnos, como en la convivencia del grupo y en la salud mental de los docentes.
El caso de Noruega es particularmente llamativo: “Se hizo un estudio en 477 centros de enseñanza media y se comprobó que, tras la prohibición, disminuyó en un 60 por ciento el número de alumnas que necesitaron atención médica especializada (por temas psicológicos) y además se redujo el bullying en un 43 por ciento”, publicó Laura Stipanovic, investigadora que gestionó el proceso de consulta del informe GEN, de la UNESCO.
Sara Abrahamsson, del Instituto Noruego de Salud Pública, fue la encargada de realizar la investigación y revelar originalmente esas cifras. Al hacerlo fue optimista sobre el éxito de la medida, que también fue adoptada en Suecia y Dinamarca: “Prohibir los teléfonos inteligentes en la escuela es una herramienta política de bajo costo para mejorar los resultados estudiantiles”.
Ahora bien, ¿son los celulares los causantes de estos problemas? No directamente. El smartphone en sí es una herramienta con múltiples usos que nos ha permitido reemplazar decenas de elementos con los cuales convivíamos habitualmente: teléfono, agenda, despertador, GPS, billetera, tarjetas y un sinfín más. La génesis de esta situación radica en la arquitectura de los algoritmos de las plataformas, los cuales están diseñados con activa participación de neurocientíficos para lograr que las redes sociales sean absolutamente adictivas, especialmente para quienes están transitando su proceso de maduración: niños, adolescentes y jóvenes.
Pocos son los gobiernos que han apuntado su mirada hacia esta realidad, seguramente porque es notablemente más difícil lograr que empresas como Meta, Alphabet o TikTok modifiquen sus algoritmos y mucho más aun, poder controlar que lo hagan contemplando la salud mental de sus usuarios y que mantengan esos cambios en el tiempo.
Sólo se cuentan los casos de los gobiernos de los estados de Nueva York y California que presentaron demandas judiciales contra las redes sociales por promover adicciones y animar a comportamientos insanos. El alcalde neoyorkino, Eric Adams, encabezó la presentación hecha en conjunto por la Alcaldía, el Departamento de Educación y el Departamento de Salud de la ciudad, ante el Tribunal Supremo de California, el estado de origen de las mayores compañías tecnológicas. En febrero de este año la ciudad argumentó que las cinco plataformas demandadas (TikTok, Instagram, Facebook, Snapchat y YouTube) fomentan la adicción y promueven comportamientos perjudiciales entre los menores, definiéndolas como una amenaza para la salud mental.
El meollo de esta problemática está en el modelo de negocio de estas plataformas, el cual se sustenta en el uso compulsivo de las redes para que los usuarios estén expuestos más tiempo al consumo publicitario. A lo cual se suma que encontraron en los discursos de odio un gran aliado para mantener la atención de sus audiencias.
Mientras esta situación permanezca inalterada, medidas como la de retirar los celulares de las aulas se ven como necesarias pero insuficientes para proteger efectivamente la salud mental de nuestros adolescentes.