El poder detrás de la pantalla y el desafío de una nueva ley

Por Giuliana Ugolini

El poder detrás de la pantalla y el desafío de una nueva ley

En el último tiempo, empezaron a sonar dos palabras con mucha más fuerza que antes: “violencia digital”. Si bien el concepto formado por la unión entre ambas está presente hace mucho tiempo, en los últimos años hubo un crecimiento exponencial de los casos que implica esta modalidad. Con este avance, surgen muchas preguntas: ¿Qué es la violencia? ¿Qué implica la violencia digital? ¿Existe una legislación? ¿Cómo abordarla? ¿Qué particularidades tiene?

Violencia, ¿un comportamiento aprendido?

Entendemos a la violencia como un comportamiento aprendido, y no como un problema individual. Es decir, que tiene sus raíces en las relaciones sociales y que se apoya en condiciones de desigualdad. Es por esto que se aprende en los procesos de socialización, en los espacios en los que cada persona se mueve e interactúa, como puede ser en la familia, en el ámbito deportivo, en la pareja, en la escuela, las amistades, programas de televisión, en un espacio laboral, etc. Al ser una conducta aprendida, es posible trabajar en ella para desaprender y generar procesos de reaprendizaje.

Cuando hablamos de violencia digital hacemos referencia a aquella que se ejerce a través de las TICS (Tecnologías de la información y comunicación). Estas incluyen un amplio abanico de espacios digitales: Whatsapp, correos electrónicos, videollamadas, redes sociales, videojuegos, entre otras, y presenta algunas características particulares. Así como es muy amplio el espacio en el que se puede presentar, también lo es la modalidad. Es decir, varía entre difusión o el envío de imágenes o videos íntimos sin consentimiento, mensajes, doxing (difusión de material personal como número de teléfono, recibo de sueldo, entre otras), mensajes o stickers de maltrato o discriminatorios, burlas, amenazas, ciberacoso, sextorsión, etc. Todas poseen su gravedad e impacto particular.

Si pensamos en por qué surge la misma, pueden aparecer muchos causantes. Sin embargo, hay dos claves que son importantes para pensarla: el esconderse detrás de una pantalla y las relaciones de poder. Es decir, el estar detrás de una pantalla funciona, muchas veces, como una máscara, un escondite, permitiendo que quien genera la agresión se sienta más libre de realizarla. A esto, se suman las relaciones de poder, las cuales están en todos los ámbitos de nuestra vida. Cada persona posee características diferentes, las cuales son más o menos valoradas en la sociedad, y la relación entre ellas puede generar que se posicionen de forma asimétrica provocando que algunas personas tengan mayor poder sobre otras. Como por ejemplo: el género, la edad, el manejo de cierta información importante, jerarquía, nacionalidad, etc. El poder en sí mismo no es algo malo, sin embargo, sí lo es cuando en esa relación asimétrica se ejerce violencia.

Ante este punto, nos parece importante destacar que la ley y el proyecto de Ley sobre violencia Digital en Argentina, llevan el nombre de dos mujeres, quienes fueron vulneradas.

Una ley y un proyecto de ley, ¿quién está detrás?

En Argentina, por un lado, contamos con la Ley Olimpia, la cual cumplió un año el pasado miércoles, 23 de octubre. La misma incluye a la violencia digital como una modalidad de la violencia de género dentro de la ley 26.485 de protección integral a las mujeres. Lleva su nombre por Olimpia Coral Melo, una activista mexicana, quién sufrió múltiples impactos, que la llevaron al intento de suicidio, a partir de la difusión de un contenido íntimo por parte de su ex pareja.

Por otro lado, contamos con un proyecto de ley: Ley Belén. Lleva su nombre por Belén San Román, quien se suicidó luego de que una persona con la que mantenía un vínculo afectivo grabara una videollamada íntima sin consentimiento, la extorsionara y luego difundiera el video, lo que le generó un impacto tan grande que la llevó a tomar esa trágica decisión. Mientras que la Ley Olimpia incorpora a la Violencia Digital como una modalidad de la violencia de género, la Ley Belén impulsa una modificación al Código Penal, con el objetivo de penar estos delitos.

Reflexiones 

La denuncia, para quienes deciden hacerla, es una forma de reparar un daño, para quienes no, una posibilidad de acción. Es por eso que consideramos importante contar con los marcos normativos pertinentes, porque respaldan, acompañan y sancionan. También, desde Grow- género y trabajo, en nuestro proceso acompañando a las organizaciones, nos parece fundamental que cuenten con protocolos de acción ante situaciones de violencia, donde se incluyan los comportamientos sobre violencia digital. A su vez, recomendamos realizar talleres de sensibilización, abocando a la prevención y la no reproducción de las mismas.

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