Feriados: necesidades y urgencias

Por Javier Giletta

Feriados: necesidades y urgencias

No me propongo hablar de fútbol en esta ocasión. Es mucho ya lo que se ha dicho y escrito en estos últimos días, a partir de la resonante consagración de la Selección Argentina de Fútbol en el Mundial de Qatar, en donde la popular “Scaloneta” obtuvo la Copa del Mundo, la tercera en la rica historia futbolística de este país. El motivo de esta columna es el decreto de necesidad y urgencia (DNU) dictado por el presidente Alberto Fernández el día lunes 19 de diciembre, por el cual se declaró feriado el día martes 20, en todo el territorio nacional, a fin de que “el pueblo argentino” pudiera festejar y recibir a los integrantes de la Selección que habían arribado en horas de la madrugada desde Qatar, trayendo la ansiada y preciada Copa en sus manos. Seguramente Fernández será recordado como uno de los presidentes que mayor cantidad de DNU firmó durante su gestión; ha abusado de esta herramienta legislativa de carácter excepcional prevista en el artículo 99 de la Constitución Nacional, tras la reforma sancionada en el año 1994. Y lo sigue haciendo. De hecho, el DNU 842 publicado en el Boletín Oficial después de las 21:00 hs, es prueba de ello.

Los argumentos esgrimidos para fundamentar el insólito feriado dispuesto en la ocasión se centran en la épica de la gesta mundialista, así como en el ejemplo que se pretende extrapolar a toda la sociedad. No se llega a comprender por qué los argentinos no podrían haber festejado en paz y unión, sin disponerse de un feriado. En primer lugar, el festejo es de los protagonistas de este exitoso proceso deportivo, y en última instancia, es de toda la población que se apropió del título e hizo suyos los festejos, después de 36 años de frustraciones futbolísticas a nivel mundial (por no mencionar otro tipo de frustraciones, de mayor antigüedad). Es evidente que el Gobierno pretendió congratularse con el clima festivo que se vivía en el país; con o sin DNU, una multitud (las estimaciones calcularon hasta cinco millones de personas) iba a salir a las calles para festejar con los campeones, quienes tenían previsto hacer una caravana triunfal desde el predio de la AFA en Ezeiza hasta el Obelisco, la que finalmente no pudo concretarse dada la masividad de la convocatoria.

El Presidente debería saber (más aún por su condición de abogado y profesor universitario de Derecho), que es el Congreso de la Nación el que debe fijar los feriados nacionales y que la Ley 27.399 dispone, en su art. 7, que el PEN puede “adicionalmente” fijar hasta tres días feriados o no laborables al año, destinados a “promover la actividad turística”, los que deberían coincidir con días lunes o viernes. Para ello, el Gobierno deberá establecerlos con una antelación de 50 días a la finalización del año calendario. Ninguno de estos recaudos se cumplió en el caso, violándose sin más la ley y forzándose una interpretación cuando no había motivos válidos para hacerlo, desde que se terminó fijando un feriado nacional cuando de antemano se sabía que los festejos del martes se concentrarían en CABA y una pequeña porción del territorio bonaerense (puntualmente, en Ezeiza). A lo sumo, debió disponerse un asueto administrativo; o bien, una jornada no laborable en dichas jurisdicciones, sin necesidad de afectar el movimiento productivo, comercial y laboral de todas las demás provincias.

Este nuevo desliz motivó la reacción de la oposición, que esta vez cuestionó la medida adoptada con justa razón.

Hace años que en nuestro país se viene destruyendo la cultura del trabajo y del esfuerzo, que (salvo excepciones) no se trabaja eficientemente en equipo, que no se exhibe vocación ni compromiso suficiente en la función pública, y mucho menos unión para alcanzar los grandes objetivos que están plasmados en el propio Preámbulo de la Constitución.

Todo lo contrario a lo que ha demostrado la Selección de fútbol que acaba de obtener la Copa del Mundo. Por eso no deben confundirse los ideales y los buenos ejemplos, ni los valores y principios que es necesario sostener y preservar, con los yerros que con demasiada frecuencia suele cometer un Gobierno. No había fundamentos reales para declarar un feriado nacional.

Los valores consignados en el último DNU a manera de argumentos deben cultivarse y defenderse a diario, desde el rol que a cada uno le toca cumplir en la sociedad. Los futbolistas y todos los miembros del Seleccionado nacional ya cumplieron con su compromiso. Y lo hicieron con gran altura. Ahora sólo resta que el Gobierno cumpla el suyo. Pues esto es sencillamente lo que estamos esperando, desde hace años.

Salir de la versión móvil