Frío, hambre e improvisación política

Por Fermín Bertossi

Frío, hambre e improvisación política

Tanto frio, tanta hambre, y tanta improvisación gubernamental ante la revelación de la existencia (¡y disponibilidad!) de una enorme cantidad de alimentos, en depósito oficiales, para socorros humanos explica acabadamente cómo muchas personas, entre ellas altos funcionarios, podrían aprender de sus errores si no estuvieran tan ocupados negándolos, como diría el psicólogo Carl Jung.

Ya desde las desafortunadas declaraciones del peculiar e inconsistente vocero presidencial, Manuel Adorni, esos cientos de miles de kilos de alimentos, que según la vocería “no están vencidos, de ninguna manera”, irresponsablemente guardados eran sólo para catástrofes, como si la que viven nuestros compatriotas sin básicas nutrición y abrigo suficiente -entre casi el 50% de pobres e indigentes de la población- no fuera tal.

Ante semejante calamidad (más de dos millones de niños sumidos, y sometidos sin alimentos, bajo la línea de indigencia) no debemos otorgarle irrelevancia, y mucho menos omitir, la grave irresponsabilidad funcional propia de la superministra Sandra Pettovello, como aquella también suya tanto en la elección como en la vigilancia «indelegables» de todos y cada uno de sus estrechos colaboradores en tan alta función de prioritarios servicios humanitarios.

La misma Sandra Pettovello, que incurrió en desobediencia judicial al no acatar en tiempo y forma la manda del juez Sebastian Casanello, requiriendole información sobre la existencia y estado de alimentos para distribuirlos entre los más necesitados con su cronograma respectivo, tuvo que denunciar judicialmente a su segundo en el mando, y ahora comienza una batalla judicial de la que no podrá quedar exenta, precisamente ella, «la mejor ministro argentina en los últimos 50 años», según el presidente Javier Milei, indolente e indiferentemente dejó vencer los plazos de caducidad de alimentos mientras el porcentaje de población con hambre en la Argentina no para de aumentar.

Sin perjuicio de eventuales responsabilidades de las autoridades competentes en la administración nacional anterior, la salud y la vida de los niños y los ancianos argentinos -más desguarnecidos, frágiles y vulnerables- Nunca Más deben ser la garantía final y fatal de demasiada aporía política dirigencial, escandalosamente cuando esa misma clase política acaba de auto otorgarse otro provocativo e injustificable aumento en sus dietas y haberes, de hasta diez veces más del valor de una canasta alimentaria básica total, burlándose descaradamente del clamor del pueblo, e inclusive de la imploración del arzobispo primado, monseñor Jorge García Cuerva, en el Te Deum de la mayor fiesta patria.

No se trata solamente del desperdicio de alimentos y de abrigos, de polémicas contrataciones o subcontrataciones de funcionarios con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) con presuntos “retornos” plagados de corrupción, sino de oportunidades democráticas y republicanas que también el frio y el hambre -nobleza obliga decirlo- de nuestros descartados y olvidados Héroes en Malvinas nos supieron conseguir.

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