La brecha de ingresos por géneros trepa al 40% en Córdoba

Por Santiago Saín

La brecha de ingresos por géneros trepa al 40% en Córdoba

A pesar de que han pasado muchos años desde la incorporación de la mujer al mercado laboral en forma masiva, el tema del trabajo de la mujer sigue presentando antiguas y nuevas dificultades que no pueden desconocerse.

Si bien ha avanzado en determinadas actividades, no podemos ignorar que cotidianamente en materia laboral las mujeres se siguen moviendo debajo del techo de cristal y sobre el piso pegajoso, fenómenos que ilustran las dificultades que tienen en los trabajos subordinados.

El “techo de cristal”, tal como se denomina al tope de la carrera laboral de las mujeres que impide escalar posiciones: el Suelo pegajoso las retiene en los puestos de bajo nivel y por ende, de escasa remuneración.

Estas barreras invisibles son muy difíciles de demoler en Argentina, pese al alto grado de eficiencia que a diario demuestran las mujeres, nueve de cada diez mujeres están a cargo del trabajo doméstico que no tiene remuneración alguna. Es decir, la mayoría duplican esfuerzos, sumando a las responsabilidades familiares las profesionales.

Pero eso no es todo, según los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres cobran un 25% menos que los varones. Y nuestra provincia no es la excepción: un estudio realizado en el año 2021, entre la Federación de Entidades Profesionales Universitarias de Córdoba, la Facultad de Ciencias Sociales y la Asociación de Docentes e Investigadores de Córdoba, arrojó que el impacto de la profesión en el ingreso total mensual es menor en las mujeres que en los hombres. El relevamiento realizado alcanzó a un universo de 2.877 casos, e indagó sobre el ingreso y la brecha de las y los profesionales, la percepción de violencia o discriminación en el ámbito laboral y el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

En Córdoba se reafirma la brecha de ingresos laborales entre hombres y mujeres profesionales; mientras que el promedio de ingreso de ellas fue menor al de los hombres en un 32%. El sector donde los profesionales se desempeñan resulta uno de los determinantes clave, y el sector privado es dónde se evidencia fuertemente la discriminación por ingresos, elevando la brecha promedio al 42%. Es decir, por cada 100 pesos que los hombres perciben por su trabajo, las mujeres -en promedio- 58 pesos.

La encuesta incluyó, además, preguntas referidas a percepción de violencia y discriminación en los lugares de trabajo por razones sexo genéricas.

Se preguntó a las personas encuestadas si vieron o vivieron situaciones de violencia y discriminación en sus lugares de trabajo. Siete de cada 10 (71%) de quienes respondieron -hombres y mujeres- indicaron haber presenciado o sufrido al menos una situación de discriminación y violencia en el ámbito laboral. “Estas diferencias se profundizan según los géneros. Mientras más del 75% de las mujeres declaran haber estado expuestas a una experiencia de este tipo, el 64% de los hombres identificaron estas situaciones”, advierte el estudio.

Para que cambien estos criterios, además de la legislación, la sociedad debe cambiar. Nuestras primeras leyes laborales, muchas aún vigentes, fueron concebidas para un sujeto trabajador: un obrero industrial adulto y varón, reflejando así la realidad de la época.

Si indagamos el origen sustantivo de palabras claves, vemos que “patrimonio” reconoce su origen en el rol de padre, mientras que el “matrimonio” se relaciona con la madre, reflejando así la síntesis del lugar que ocupan hombres y mujeres.

El escenario laboral, es, sin dudas, el principal ámbito de desarrollo, y la mujer desde hace mucho tiempo tiene una presencia multitudinaria en el mundo del trabajo; a pesar de ello, se sigue viendo sometida a diferencias y discriminaciones, tanto en el acceso al empleo, en la remuneración, condiciones de trabajo, frente a situaciones como la maternidad y licencias, violencia laboral, etc.

Una revisión del marco legal debe ir acompañado de un cambio de mentalidad en la sociedad en todos los órdenes, aunque considero que un amparo normativo exagerado sería un desacierto, y se convertiría en una muralla para la contratación efectiva y formal.

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