La muerte de Daría Dúgina presiona a Putin

Por Eduardo J. Vior

La muerte de Daría Dúgina presiona a Putin

El asesinato de Daría Platónova Dúgina, la hija del filósofo y geopolítico conservador Alexander Dugin, cometido el pasado sábado en las cercanías de Moscú por una militante de la organización nazi ucraniana Azov al servicio de la inteligencia de ese país (SBU) puede parangonarse en sus intenciones y efectos posibles a la solicitud de incorporación a la Otan formulada por el presidente Volodymir Zelensky en septiembre del año pasado: ambas fueron provocaciones, para empujar a Rusia a una intervención violenta no deseada. La primera está acarreando más daños para el provocador que para el provocado. Queda por ver qué sucederá con el segundo desafío.

Los hechos clave de la tragedia ya se han establecido. Un todoterreno Land Cruiser Prado, propiedad de Dugin y con Daría (de 30 años) al volante, explotó el sábado último en una carretera a poco más de 20 km de Moscú. Ambos venían de un “Festival de la Tradición” en el que el filósofo había pronunciado una conferencia.

En el último momento Daría tomó el todoterreno y su padre la siguió en otro coche. Según testigos presenciales, se produjo una explosión en la que el coche de la joven quedó envuelto en llamas. El Comité de Investigación ruso no tardó en determinar que el artefacto explosivo improvisado -unos 400 gramos de TNT sin encapsular- estaba colocado bajo la parte inferior del todoterreno, en el lado del conductor, y fue operado a distancia.

Como autora del atentado fue identificada Natalia Vovk Shaban, de 43 años, miembro de la organización nazi ucraniana Azov, quien puso la bomba junto con su hija de 12 años. Entró a Rusia en un auto Mini Cooper, alquiló un departamento en el mismo edificio donde vivía Daría Dúgina y vigiló atentamente sus pasos. Para no generar sospechas, posiblemente fue su hija quien colocó el explosivo bajo el vehículo, mientras Dugin daba su charla. Al día siguiente la terrorista y su hija atravesaron la frontera con Estonia.

Alexander Dugin era un objetivo de la lista Myrotvorets, las siglas del Centro de Investigación de Indicios de Crímenes contra la Seguridad Nacional de Ucrania que trabaja junto con la Otan reclutando información sobre «terroristas y separatistas prorrusos».

Alexander Dugin es una personalidad controvertida dentro y fuera de su país. El filósofo, creador de la “cuarta teoría” e impulsor de la unidad euroasiática, ha tenido una trayectoria política muy cambiante, pasando de ser comunista a fanático nacionalista y ferviente cristiano ortodoxo. No es asesor de Putin ni tiene tanta relevancia en Rusia, como se afirma en Occidente.

Sin embargo, más allá de su personalidad, es preciso colocar esta nueva fase del conflicto en su lugar, dice el periodista brasileño y analista internacional Pepe Escobar. “El problema es que las reglas han cambiado, afirma, y el combo SBU/Otan, ante una debacle indescriptible en Donbass, está subiendo el dial de sabotaje, contrainteligencia y maniobras diversivas. Empezaron bombardeando territorio ruso, agrega, se extendieron por la cuenca del Don -como cuando intentaron matar al alcalde de Mariúpol-, incluso lanzaron drones contra el cuartel general de la Flota del Mar Negro en Sebastopol, y ahora, con la tragedia de Daría Dúgina, enumera, están a las puertas de Moscú.”

Posiblemente dichas acciones sean irrelevantes para cambiar el curso de la guerra en el teatro de operaciones, pero la continuación de esta serie de sangrientas operaciones psicológicas puede resultar extremadamente dolorosa para la opinión pública rusa y empujarla a exigir un castigo devastador. Está claro que Moscú y San Petersburgo se han convertido en escenarios de guerra.

La verdadera cuestión, y la más candente, es hasta qué punto reaccionarán el Kremlin y la inteligencia rusa. Los ataques de Kiev a las puertas de Moscú trasponen la «línea roja» puesta por Moscú y exigen una respuesta a la altura de la promesa repetida por el propio Putin de golpear los «centros de decisión». Será una decisión fatídica, porque Moscú no está en guerra con Kiev sino con la Otan y viceversa. Todas las apuestas se están haciendo a que la tragedia de Daría acabará acelerando el calendario ruso e imponiendo una revisión radical de su estrategia a largo plazo.

Para Moscú sería muy fácil decapitar la dirigencia de Kiev con unos pocos cohetes hipersónicos. Sin embargo, si lo hace, ¿con quién negocia después? Por el contrario, si el Kremlin no hace nada, estará abriendo las puertas a una invasión terrorista.

En un posteo en Telegram antes del asesinato de su hija, el propio Dugin marcó lo que está en juego: “Creo que el régimen de statu quo en Rusia no puede durar teóricamente más de seis meses. La desesperada resistencia del régimen atlantista de Kiev exige a Rusia sustanciales transformaciones internas, que son fundamentales. Estructurales, ideológicas, de personal, institucionales, estratégicas.”

Y continuó, “el aumento de los ataques a Crimea, los intentos de bombardear Zaporiyia, las declaraciones sobre un contraataque en Jérson, la rígida negativa de Zelensky a negociar, la insistencia de Occidente en cortar todos los lazos con Rusia son todos signos de que el otro extremo ha decidido mantenerse firme. Son comprensibles: Rusia ha desafiado realmente (y esto no es propaganda) a Occidente como civilización. Así que nosotros también tendremos que llegar hasta el final.”

Más adelante sostuvo que “el comandante en Jefe dijo que no hemos empezado nada. Ahora tenemos que empezar. Tenemos que hacerlo, queramos o no. Durante los primeros seis meses hemos sido capaces -y es un hecho- de llevar a cabo nuestro propio Operación Militar Especial (OME) sin cambiar fundamentalmente nada en la propia Rusia. Hasta ahora, los cambios son cosméticos, e incluso se ha decidido que las elecciones, totalmente irrelevantes e innecesarias, sigan su curso. Como si no pasara nada. Pero de hecho algo ha pasado.”

A continuación sostuvo que “puedo entender que el gobierno esté acostumbrado a gobernar como lo ha hecho -más o menos eficazmente- durante 22 años. Pero ese periodo ya es pasado. La OME ha cambiado todo. Ahora la cuestión no es si el gobierno querrá o no el cambio patriótico (conservador revolucionario). El cambio es sencillamente inevitable.”

“Las poderosas fuerzas de la historia han entrado en juego, las placas tectónicas se han desplazado. Dejemos que el antiguo régimen entierre a sus muertos. Llega un nuevo tiempo ruso. Inexorablemente“, concluyó.

La pregunta del billón de rublos: ¿ha llegado el momento en que Rusia se decida a atacar los «centros de decisión»? Toda la sociedad rusa lo está reclamando impaciente, pero ¿tiene el pueblo ruso consciencia de que tal paso implica salir de la comodidad de la vida cotidiana actual (con una inflación en baja, altas tasas de ocupación, crecimiento económico, sin escaseces) para poner todo el país en función de la guerra? Como dijo Vladimir Putin hace poco tiempo: “Todavía no empezamos nada”. Ay del mundo, si la Otan sigue provocando a Rusia para que empiece.

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