Los amigos: un analgésico natural

Una nota que reflexiona sobre las conexiones auténticas y el papel transformador de la amistas en la vida cotidiana

Los amigos: un analgésico natural

Por Azul Arrascaeta (de nuestra Redacción)

En lo que corresponde a la vertiginosa vorágine de la vida contemporánea, las amistades se nos presentan como un pilar fundamental que sustenta nuestro bienestar emocional y calidad de vida en el complejo día a día. En un mundo marcado por la conectividad digital y la inmediatez, estos vínculos nos ofrecen un anclaje humano que trasciende las pantallas y los mensajes instantáneos para convertirse en un cable a tierra. Ya sea para compartir una alegría, buscar consuelo, ayudar o simplemente pasar el tiempo, los amigos son fundamentales para disfrutar, reflexionar y sentirse querido.

La actualidad nos presenta una infinidad de desafíos, que engloban desde las grandes demandas del trabajo hasta la presión constante con la que nos encontramos en las redes sociales. En este contexto, los amigos actúan y funcionan como un refugio seguro, un espacio donde podemos compartir nuestras alegrías y frustraciones sin filtros ni sentirnos juzgados. Se trata de un santuario al que escapar y mantenerse lejos de la presión de las expectativas externas.

Es impredecible resaltar la conexión personal en un mundo cada vez más digitalizado y donde la vida ficcional de las redes parecen abarcarlo todo. Las amistades ofrecen una autenticidad que las interacciones en línea no pueden replicar. La risa compartida, la mirada cómplice, un abrazo sincero y necesario, las conversaciones profundas y los gestos significativos crean lazos que van más allá de las interfaces virtuales, y que construyen un tejido humano que nutre nuestra necesidad innata de conexión con el otro. Al mismo tiempo, en un contexto donde el individualismo a veces parece imperante, la amistad nos recuerda la importancia de la comunidad y el apoyo mutuo.

Pero no es sólo en esta época del mundo donde la amistad resalta frente a lo que a veces parece un abismo. Los amigos siempre han formado un rol de gran importancia en la historia de la humanidad y es la que nos ha ayudado a encontrar la luz en los momentos más inciertos y oscuros. Encontrar amigos que comparten nuestras alegrías y nos ayuden a sobrellevar las adversidades contribuye a un sentido de pertenencia vital y meramente humano, donde nuestra salud mental y emocional resultan beneficiados. En este sentido, la amistad se convierte en un bálsamo contra la soledad y el aislamiento que pueden surgir en medio de una sociedad fragmentada.

Se hace imposible no recordar a Eduardo Galeano en su pequeña anécdota sobre la Celebración de la amistad: “En los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre. En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave: pana, por panadería, la fuente del buen pan para las hambres del alma; y llave por…—Llave, por llave—me dice Mario Benedetti. Y me cuenta que cuando vivía en Buenos Aires, en los tiempos del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero: cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos: las llaves que lo salvaron”. Quizás no haya un ejemplo más gráfico de cómo la amistad nos salva y cuida.

Es en estos vínculos en los que nos reconocemos los unos a los otros, con diferencias y particularidades, pero pudiendo dejar todo de lado por un amor tan sincero y transparente que es difícil de explicar. El psiquiatra Enrique Rojas, autor de Amigos, adiós a la soledad, señala: “Es apasionante adentrarse en la idea de lo que es la amistad. Existe una auténtica selva del lenguaje afectivo que da lugar a una tupida red de significados donde la imprecisión está a la orden del día, pues la vida y milagros de las emociones cobran alcances y acepciones bien distintas”.

Pero además de lo que podemos ver con nuestros ojos, existe una realidad química que emerge en estas relaciones y encuentros. Así como los niveles de cortisol, que se libera como respuesta al estrés, bajan cuando estamos bien acompañados, otra hormona se estimula. El doctor Marcelo Cetkovich-Bakmas, del Departamento Psiquiátrico del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), resalta que la oxitocina es la hormona que se destaca en estas relaciones. “Esta hormona entra en juego en todas aquellas condiciones en las cuales se establecen vínculos entre dos personas, como el enamoramiento. La oxitocina modula las respuestas sociales y estaría involucrada en complejos circuitos, que incluyen al lóbulo frontal, indispensables para la conducta social”, explica. Por lo que podría decirse que los amigos funcionan, de alguna forma, como analgésicos, ya que la percepción del dolor disminuye en su compañía.

En última instancia, la amistad se erige como un recurso invaluable en la bruma de la vida moderna. En medio de la prisa constante, los conflictos y las preocupaciones, la amistad nos ofrece un recordatorio esencial de nuestra humanidad compartida. A medida que enfrentamos los desafíos y celebramos los triunfos, la red de amistades que tejemos se convierte en un testimonio duradero de la importancia perdurable de las conexiones humanas durante toda nuestra historia.

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