El crecimiento de China en los últimos 45 años ha sido excepcional en la historia de la humanidad. Desde su Acuerdo de Cooperación Científica y Tecnológica con EEUU en 1979 –Deng Xiaoping y Ronald Reagan- por iniciativa de Henry Kissinger, el país aumentó su PBI nominal por persona 20 veces –de 800 a 16000 U$S-, y mucho más si se lo mide por su paridad de poder adquisitivo.
Las preguntas que muchos se hacen son ¿China es comunista o capitalista? y como consecuencia de ella ¿Es el modelo comunista chino más efectivo que el capitalista? y la última pregunta es ¿A qué se renuncia para obtener ese desarrollo económico?
Las respuestas a la primera son múltiples y van de un extremo a otro. Lo que nadie discute es que sea como sea, la respuesta a la segunda es “Si, es más efectivo en elevar el nivel económico de la población”, aunque la respuesta a la tercera es diversa en occidente.
Sobre todo cuando el FMI y el Banco Mundial reconocen que China sacó de la pobreza extrema 850 millones de personas, lo que representa el 75% de la disminución de la pobreza en el mundo en los últimos años.
Si China es comunista o no, requiere analizar los aspectos teóricos, simbólicos, formales y reales de la economía china que se autodefine como socialista “con características chinas” en el camino marxista hacia el comunismo –sin burguesía ni proletariado- en sus fines.
La base de su constitución establece que el país tiene como ejes “el Partido”, “el Estado“ -cuyo presidente es hoy Xi Jinping- y el “Ejército Popular”.
Reconoce que en China existen 4 clases sociales –la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional patriota- que conducen en alianza desde el partido, de allí la estrella grande y las 4 pequeñas de su bandera.
Así la organización económica actual de China incluye Empresas Estatales, Colectivas (una suerte de cooperativas de trabajo), pequeñas empresas privadas (comercio y servicios) y las grandes empresas nacionales “patriotas” en donde participa el Estado.
Entre las estatales (SOE por sus siglas en inglés), están las mayores empresas en petroquímica y refinación, la distribución y transmisión de energía, los 4 bancos más grandes respectivamente para el comercio y la industria, la construcción, la agricultura y el financiamiento internacional de proyectos de infraestructura; las mayores empresas de construcción e ingeniería y los teléfonos móviles, automotores, seguros, etc.
Todas ellas trabajan asociadas con empresas de otros países y multinacionales, y otras de propiedad colectiva con las que cooperan entre sí, pero siempre controladas por el gobierno chino en cumplimiento de los objetivos de sus planes quinquenales –llevan 14 consecutivos- que establecen las orientaciones y objetivos, dejando en manos de funcionarios su gestión en donde los trabajadores participan, a quienes controlan desde los bancos y la SASAC (Comisión Estatal para la Supervisión y Administración de los Bienes del Estado) que controla e interviene cuando las empresas estatales se desvían de los planes.
Las empresas de propiedad colectiva (cooperativas de trabajo) también son importantes. Entre ellas se pueden mencionar aseguradoras, automotrices como BAIC, electrónica como Huawei y Lenovo, inversoras en energía, minería, generación de energía, servicios postales, agricultura (COFCO), telecomunicaciones, inversiones extranjeras, farmacéuticas, industrias de alta tecnología de uso civil y militar. Todas actividades estratégicas dentro de los planes quinquenales que se asocian con empresas estatales y extranjeras con regulación del Estado y autodesignando a sus conductores.
También existen pequeñas y medianas empresas que operan la fabricación de bienes de consumo, en el comercio y los servicios –personales, domésticos, familiares y empresarios- que son propiedad privada de la “pequeña burguesía”. El 90% de ellas emplean a menos de 8 personas, con muy pocas regulaciones e intervención del Estado.
Entre las privadas grandes empresas “patriotas” como Alibabá, Didi, Telcent, etc. que son intervenidas cuando no responden a los planes del gobierno, por lo que algunos dueños que las conducen suelen ser apartados de su conducción.
En lo institucional la 4° Constitución del Estado (1982) aún vigente lo define como un Estado Socialista de Dictadura Democrática Popular, dirigida por la clase obrera y basada en la alianza obrero-campesina.
Su planificación es muy distinta de la que existió en la URSS y se la define como “planificación pluralista” no ocupándose de aspectos que pueden ser definidos por las personas y empresas colectivas o privadas en niveles inferiores. O sea que la micro economía es privada y auxiliar de la macro economía que es planificada. Así, las inversiones extranjeras deben asociarse con empresas chinas y aceptar las leyes –por ejemplo, el 60% de McDonald es de propiedad china a través de CITIC-, a pesar de lo cual insisten en localizarse en China.
Es que los 1400 millones de habitantes con un crecimiento enorme de la riqueza individual ya mencionado y la cultura del trabajo –en especial el régimen 996 (o sea desde las 9 am a las 9 pm y 6 días a la semana) que implica 72 horas de trabajo semanal que vemos inclusive en las familias chinas en nuestro país, ha sido un imán por la demanda, la productividad y los bajos costos que resultaban.
Hoy, con la incorporación de tecnología que impulsa el país, el régimen 996 ya no es imprescindible aunque se mantiene, lo que obliga a China a aumentar aún más la productividad con innovación tecnológica, que además compense el estancamiento y envejecimiento de la población producida por la política de “un solo hijo” del siglo pasado.
Por ello, con un ingreso promedio per cápita de 16000 dólares, ya no es posible tanto crecimiento como el de las primeras décadas -10/12% anual-, que aun así hoy triplica el de los países desarrollados de occidente. Por tanto, China es un país socialista de conducción centralizada que está transitando una transición entre el “capitalismo burgués” y el “comunismo marxista” que según el relato oficial es lo que pronosticaron Marx y Engels.
En cuanto a la tercera pregunta, el debate es grande en la medida que su éxito está basado en un comportamiento social y laboral muy particular que está lejos de lo que solemos aspirar en occidente y nuestro país y un control al menos macroeconómico que no pocos afirman que es individual y absoluto.
Por ello, parece muy difícil que ese proceso pueda ser ejecutado por la mayoría de los países de occidente, mucho más si somos pequeños, con poca población y con una cultura que es totalmente distinta a la suya, aunque podrían tomarse algunos aspectos que los han hecho tan exitosos.