El papado de León XIV. Revolución silenciosa.

Desde antes de su elección se debatía sobre el perfil que requería la Iglesia. Luego de su elección la pregunta es ¿Qué caracterizará su papado? En los pocos días que han transcurrido, no hay mucha información publicada. Sin embargo son muchas sus decisiones –inclusive algunas previas a su designación- silenciosas que implican una reafirmación de la cultura y valores que impulsó Francisco I, con un perfil más orientado a ponerlas en acción que cambia el modelo de gestión, los sistemas, herramientas, procedimientos y actitudes que parecen pretender un cambio radical basado en la sinodalidad, una opción preferencial por los marginados, una iglesia de pastores, con inclusión delaicos, abandonado la estructura jerárquica de decisiones que rigió durante siglos.

El papado de León XIV. Revolución silenciosa.

La sinodalidad, en el contexto de la Iglesia Católica, se refiere a un «caminar juntos». Es la forma de vivir y trabajar de la Iglesia, donde todos, incluyendo pastores y seglares, se reúnen en asamblea, guiados por el Espíritu Santo, para escuchar y discernir el camino a seguir. Implica la corresponsabilidad de todos en la misión evangelizadora y la importancia de la escucha mutua y del diálogo.

Este concepto y práctica, introducido por Francisco I, implica un cambio en la cultura y valores de una iglesia jerárquica hacia una iglesia abierta a todos en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, religiosos y laicos, jóvenes y viejos.

Esos nuevos actores en las decisiones de la iglesia cambian el modelo de gestión en la tarea de conducción y pastoral común. Así, ese valor cumple con los requisitos de aquello que puede convertirse en costumbre que son: 1)Su naturalidad por lo que no se discute, 2) Su universalidad que alcanza a todos los miembros de esa cultura o subcultura y 3) Su utilidad para lo que se propone, por lo que tiene la potencialidad de iniciar un cambio transformador.

Sin embargo, eso no es posible si no se cambian los sistemas y herramientas que reproducen los cambios propuestos, ni se cambian los procedimientos y actitudes que van mejorando las prácticas institucionales, consolidándolas y retroalimentándolas.

Eso parece ser lo que está haciendo León XIV, al tomar lo que surge del proceso de transformación de Francisco y poniéndolo en práctica.

Se pueden identificar 12 medidas orientadas a ese fin. Todas silenciosas, sin aspaviento ni debate, aunque con mucha escucha y decisiones aparentemente pequeñas, que sistematizan las relaciones entre los nuevos actores de la sinodalidad y con herramientas poco visibles que excluyen la espectacularización de la comunicación. Por ejemplo:

1. La reorganización silenciosa. Reasignación de cargos de autoridades históricas y gran influencia en medios por hombres y mujeres de bajo perfil, con reputación de cuidado pastoral, experiencia misionera y sin cuentas en Twiter.

2. Nuevas reglas para los obispos. Que deberán vivir entre el pueblo, no en palacios diocesanos, aunque estos no se eliminan que Robert Prevost comenzó desde su anterior cargo como jefe del Dicasterio de los Obispos. Incluye nuevos procedimientos para que los obispos informen a Roma, previo consultas regulares a consejos laicos y rendición de cuentas a comunidades locales.

3. Cambios en la naturaleza de la sinodalidad. Sin intervenciones académicas tradicionales preescritas, sino compartiendo historias personales, no ponencias, no teorías.

4. Opción preferencial por los marginados. Su teología no se basa en discursos abstractos, sino en la experiencia vivida. Así, fondos de la curia, han sido redirigidos a organizaciones que trabajan con refugiados y barrios marginales. Se canceló una renovación millonaria de un edificio vaticano y se redirigió para reconstruir una parroquia en Líbano.

También se ha reunido con católicos LGBTQ y sus familias católicas e instruyó a los obispos a “caminar con las familias” cualquiera sea su composición, con la ternura de cristo y sesiones de escucha. Sin cambiar la doctrina histórica del matrimonio.

5. El clericalismo bajo fuego. Por lo que restringe el uso de títulos honoríficos en contextos no litúrgicos. Además de limitar su otorgamiento a autoridades del vaticano.

6. Redefiniendo el poder papal, por lo que siempre consulta y escucha antes de decidir. “Oyendo la voz de los pastores para reconocer el buen pastor”. Así, descentraliza el poder y cada Dicasterio ahora incluye dos miembros laicos.

7. La formación sacerdotal también está siendo modificada iniciando un proceso de cambio del modelo del seminario que implica una estructura jerárquica, carga académica pesada y desapego emocional disfrazado de disciplina.

Por ello ha formado un grupo internacional de sacerdotes, religiosas, psicólogos y teólogos laicos que concluyó que los seminarios forman funcionarios sacramentales, no discípulos misioneros  b) Habría puesto en marcha un programa piloto en 5 países –Nigeria, México, Francia, India y EEUU- c) Los seminaristas no serían ya ordenados al finalizar, sino después de un año en servicio no litúrgico en prisiones, campamentos de refugiados o albergues, bajo supervisión laica.

8. Reforma del proceso de canonización. Proponiendo un proceso de santidad sin espectáculo y unnuevo procedimiento y categoría a los que rendir honores en comunidades locales. El Beati Testimonium (bendecidos por su testimonio) para cristianos ordinarios, mártires de la maternidad, cuidadores silenciosos y prisioneros de conciencia,

9. .La burocracia clerical misma. No más decisiones sin el pueblo. Todos los dicasterios deben formar grupos de consulta. Laicos hombres y mujeres, casados y solteros, jóvenes y viejos que asesorarían y dieran su opinión documentada a políticas, decisiones, cartas pastorales y nombramientos episcopales.

10. Reasignó a clérigos que tenían alto perfil público –en política, medios y redes- y el Dicasterio de la Comunicación, tuvo que abandonar la política de “celebridad católica”. Terminó con la era de los comunicados y comenzó la era de los testimonios de religiosos pastoreando.

11. Renovó el Sínodo de los Obispos. Determinando que:

a) Tenga un Consejo Asesor -50% de laicos, incluyendo mujeres y jóvenes, con pleno derecho a voto-, elegidos por las Conferencias Episcopales nacionales.

b) No haya más documentos de arriba hacia abajo sino oración, reuniones de pequeños grupos y, voces de los márgenes –víctimas de abusos clericales, pobres, discapacitados, miembros LGBTQ+ además de los que dejaron la iglesia pero están dispuestos a regresar.

c) Cada sesión elaborará 3 entregables públicos que incluyen un examen comunitario, una lista de prioridades tangibles a implementar a nivel diocesano y un informe sobre como la iglesia estaba escuchando o no.

12. También está abriendo la puerta a sacerdotes casados que complementarían a sacerdotes célibes a solicitud de conferencias episcopales selectas –Amazonas, África Subsahariana e islas del Pacífico- y con condiciones estrictas –hombres con al menos 10 años como diáconos permanentes- con función sacramental que implican celebrar la eucaristía, dar extremaunción y escuchar confesiones, además de haber formado una Comisión de mujeres y teólogos para estudiar como la iglesia primitiva equilibraba sacerdocio con hombres casados.

Un proceso de cambio, necesariamente es integral, gradual, acumulativo y potencialmente conflictivo, pero de este modo podría ser mucho más pacífico, silencioso y eficaz.

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