Diversas novedades culturales tuvieron como protagonista a Pepe Ortega en 2021, como autor, editor, columnista gráfico o radial, aunque su paso por la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, concluido en octubre pasado, convoca a una conversación franca, en la que nos sumergimos.
– HDC: Sorprendió tu renuncia, a la mañana siguiente de haber finalizado la participación del sello en la Feria del Libro Córdoba, con la inolvidable presentación del libro de Raúl Porchetto.
– Pepe Ortega: Sorpresa a medias. Un núcleo de relaciones cercanas (incluidas las autoridades universitarias) conocían mi determinación. Se trató de un ciclo cumplido. Consideré oportuno el momento, tras los siete estrenos en la Feria, varios de gran repercusión: “Bebiendo el Universo” (la obra de Porchetto), “Las letras de Nebbia”; y “Hagan Lío!”, de Nelson Specchia y Gonzalo Fiore. Se habían cumplido los objetivos de nuestra designación. Poner fin a la experiencia era el paso más racional, y así poder decir: ¡“fue hermoso mientras duró”!
– HDC: La valoración de esta gestión en la Editorial es unánimemente positiva. ¿Cuál es tu visión?
– P.O.: Comparto. Fueron casi seis años de abrir nuevos nichos para el sello, dentro y fuera de la UNC. Generamos recursos propios. Sumamos autores de predicamento. Nos hicimos fuertes en disciplinas duras, con libros de calidad y buen precio. Amén de las novedades, pusimos en valor el catálogo, reimprimiendo o reeditando la obra publicada. Entramos en el mundo digital. Logramos coediciones que nos llevaron a otros mercados. Concretamos convocatorias anuales, trabajamos en la conversión de tesis a libros. Sin incrementar la planta, organizamos un equipo de diseñadores, editores, administrativos, distribución, servicios informáticos, comunicación, organización de eventos, asesoría legal, trabajando coordinados.
– HDC: Se destaca la conformación de un grupo de trabajo.
– P.O.: Efectivamente. La Universidad puede llevar hoy una política editorial “de Estado”; todo lo que hicimos es perfectible, pero dejamos una agenda de trabajo, y cada uno de los integrantes del equipo tiene una rutina. Además, la gestionamos dos directores y sólo me fui yo, con lo que la editorial mantiene su estructura intacta. Nadie debería “sorprenderse” (uso tus palabras) por mi partida, si queda funcionando una estructura, con el 50% de la conducción inicial.
– HDC: ¿Cómo viste al panorama editorial en 2021?
– P.O.: En Argentina, la caída que se vino produciendo desde 2018 se ha detenido. Las novedades editoriales alcanzaron los valores de 2016 (unas 28.000), con mayor predominio de lo digital (un 30% del total, acompañando las novedades y títulos anteriores físicos, o con “nativos digitales”, prácticamente la mitad de los registros). Sigue cayendo la cantidad de volúmenes impresos (26 millones, 103 menos que en 2014). Pero más allá de la crisis, la reducción de la impresión papel es un hecho inexorable.
– HDC: ¿Se debe a la pandemia?
– P.O.: El confinamiento potenció la producción de contenidos digitales, pero la tendencia venía creciendo en Europa y los EEUU antes del Covid. El libro papel presenta dos dificultades: su costo económico mayor, y su impacto ecológico, tanto en lo que se refiere a los insumos de los cuales se vale para la producción (por cierto, escasos y demandados por otros rubros), como en cuanto al espacio físico que requiere su comercialización y alojamiento posterior. Por otra parte, cada vez mejores posibilidades para producir digitalmente (aunque cada registro sólo admite un formato, éstos se diversifican según oferta o demanda). Se puede interactuar de modo muy eficiente con grandes plataformas de venta on line (que incluso permiten mecanismos de impresión “a demanda”) y con las redes sociales de impacto global, desde Facebook a Tik Tok. Otra ventaja es su “maridaje” (si se permite la alegoría) con un rubro que crece al galope: los audiolibros. Volviendo a Europa, las ediciones digitales empujaron las ventas a valores muy superiores a los de la pre pandemia: Alemania un 10% más que en 2019, Francia un 25%, España un 20%, igual que el Reino Unido. En los EEUU, las cifras son las más altas desde 2004: 800 millones de unidades. No hay que temer a lo digital, en un contexto en el que, a las grandes fusiones editoriales globales, le corresponderá el crecimiento de pequeños medios ágiles y especializados, entre éstos a los públicos, que tienen un potencial enorme, tanto los universitarios como los administrados por provincias o municipios.
– HDC: ¿Cómo ves a las bibliotecas o las librerías, tradicionales espacios de articulación del libro?
– P.O.: Su formato está cambiando en el mundo. Las plataformas web permiten esa reconversión. Por arraigo, las librerías y bibliotecas tienen marcas y know how que suman valor agregado a los nuevos soportes. Estos poseen la dinámica que exige el consumidor actual, donde se interactúa mucho entre diversos ámbitos de internet o redes. Muchos hablan de lo “phygital”, en diversos cócteles según la oferta o la demanda de que se trate. Incluyo a los libros “de viejo” que son todo un mundo en sí mismos, cada vez más interesante. En materia de bibliotecas, todo está por explorarse en Argentina, y por eso al redactar el proyecto de la que luego fuera la ley 10.246, de apoyo a las ediciones literarias cordobesas (cuya terminal son las Bibliotecas Populares) incluimos expresamente esta posibilidad. En 2014, ya teníamos en cuenta lo que hoy pasa con redes como Overdrive (EEUU) que ha prestado 500 millones de unidades en 2021, a 76.000 bibliotecas.
– HDC: Dirigiste varias editoriales ¿Seguirás ligado al mundo de la edición?
– P.O.: Por lo pronto, continúo escribiendo y publicando, con varios proyectos paralelos: la conversión a libro de mi tesis doctoral, sobre la relación entre el peronismo y Uruguay (1943-1973), animado por una editorial universitaria; el tomo 2 de Historia Constitucional de Córdoba (junto a Juan Ferrer y equipo); con Santiago Espósito terminamos la reedición (traducida al portugués) de “Integración Latinoamericana” (UNC, 2017). Con Marcos Speranza estamos eligiendo nuevos relatos tras el reconocimiento alcanzado con “Dominio Imperfecto” (Pluma Libre, 2019), que tuvo cuentos premiados. Luego de trabajar con Porchetto, Nebbia o Carlos Rolando en varios libros dedicados al rock argentino, encaro un viejo anhelo en ese rubro. Ya habrá novedades, en breve.