“Realpolotik”

Por Eduardo Ingaramo

“Realpolotik”

La “realpolitik” suele llamarse “pragmatismo”, y es una estrategia de la Alemania del siglo XIX, que consiste en que la política, o la diplomacia, estén basadas principalmente en consideraciones de circunstancias y factores dados, que constituyen “la realidad objetiva” y rompe con las consideraciones ideológicas o morales.

Quizás sea vista como cínica, sin embargo, a la luz de los hechos actuales, podría ser la mejor alternativa que tenemos a mano para no terminar destruyéndonos mutuamente.

Un amigo poco optimista pero devoto de la “realpolitik”, alguna vez me dijo “cuando las cosas se vuelven inevitables, la gente se vuelve razonable” y eso es lo que estamos comenzando a ver en todos los ámbitos.

EEUU y sus aliados occidentales, que en las últimas décadas invadieron, ocuparon y destruyeron países completos (los Balcanes, Libia, Afganistán, Irak, Siria, etc.) fundados en “el eje del mal”, la democracia y los derechos humanos, ante la evidencia de los perjuicios que generan sus acciones en sus propios territorios, sociedades y economías, han comenzado a evaluar alternativas impensadas hace solo semanas, como negociar con Maduro o Irán, y omiten tomar decisiones que los afecten negativamente, como participar en la batalla en Ucrania, o minimizando las sanciones a Rusia que se vuelven en su contra, como el cierre del sistema Swift a bancos rusos o dejar de comprar su gas.

Es que a la “realpolitik” le sucedió la “weltpolitik”, que llevó al imperialismo alemán y la primera Guerra Mundial, por lo que en medios que hasta hace semanas apoyaban la expansión de la OTAN hacia Ucrania, están reconsiderando esa posición y dudan que eso sea beneficioso para Europa, y Zelensky admite que Ucrania jamás ingresará la OTAN.

Así, Occidente rebobina en su pretensión de extender por las armas, o por sanciones, los valores democráticos y los derechos humanos que dice representar con muchas contradicciones, al extenderse la idea que de “haber considerado las advertencias sobre la expansión hacia el Este de la OTAN” que durante años hizo Rusia, se hubiera evitado la actual guerra en Ucrania.

En nuestro país, con el acuerdo con el FMI la “realpolitik” hizo que, a pesar “que nadie puede festejarlo”, la asunción de lo evidente respecto que el gobierno no tiene otra alternativa, por mala que esta sea, y la admisión del gobernador y presidente radical Gerardo Morales respecto que el préstamo fue tomado por el gobierno de Juntos por el Cambio produjo un acuerdo impensado hace semanas entre el Gobierno y la oposición.

Así, lo ideológico, o los pronósticos de los que se opusieron –ultraderecha, ultraizquierda y kirchneristas- respecto que el acuerdo no avanza en las reformas estructurales necesarias, es una deuda ilegítima, o no permite cumplir con las promesas de la campaña, pierden consenso mayoritario en favor de la “realpolitik”.

El problema de la realpolitik es que rompe algunas alianzas basadas en ideologías y principios morales, de los que hoy podría pensarse fueron solo excusas para lograr “alianzas” o adhesiones afectivas de parte de la población, ante la evidencia que no hay verdaderas alianzas estratégicas, sino solo “intereses comunes” que pueden cambiar rápidamente ante situaciones de crisis inevitables, que como decía mi amigo “nos vuelven racionales”.

¿Eso significa que son imposibles la cooperación y la confianza mutua? Tal vez en el ámbito político y geopolítico sea así, sobre todo cuando las situaciones de crisis afectan los intereses internos de los países y ante la evidencia que existen actividades de espionaje a adversarios y aliados, reveladas por Julián Assange en Wikileaks; Edward Snowden en el escenario internacional; o por el espionaje ilegal de la AFI en Argentina.

También en el ámbito empresario, la cooperación y confianza mutua es posible, a condición de que exista transparencia en la información disponible para las partes, lo que no es muy frecuente en estos días, pero que podría construirse o reconstruirse, y así seamos conscientes de la oposición de intereses y visiones compartidas que nos plantea la realidad, en una suerte de “realpolitik” acotada y preventiva.

Muy lejos del ámbito político y geopolítico, los simples ciudadanos entonces podemos colaborar, asociarnos, cooperar e integrarnos en emprendimientos comunes que separen lo afectivo de los intereses objetivos y así se eviten rupturas definitivas por las decepciones, ocultamientos, o “traiciones” que hacen explotar las organizaciones de todo tipo. O sea un poco de “realpolitik” es positiva, tanto en los ámbitos personales como políticos y geopolíticos, tanto preventivamente para curarse en salud, como para resolver situaciones de crisis que amenazan con descontrolarse.

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