Relaciones plácidas y tormentosas

Consultamos a la Licenciada en Psicología Ana Leites, de extensa trayectoria en el ámbito de la Psicoterapia Gestáltica.

Relaciones plácidas y tormentosas

Si supuestamente nos queremos…¿Por qué entonces nos peleamos? ¿Cómo hacemos para lograr siempre lo que queremos y deseamos sin que los otros se molesten o pongan “la cara larga”? ¿Nos tenemos que convertir en “hábiles manipuladores” para imponernos sin “problemas”? Lo cierto es que no todo es “color de rosa” en el mundo de las relaciones, sino casi todo lo contrario…¿O acaso alguien conoce a muchas familias “armónicas” y sin disputas ni peleas por dinero, afectos u otras cuestiones?Y atención, que más allá de las familias, también las situaciones conflictivas surgen entre amigos, seres queridos, compañeros de trabajo y grupos en general.

Somos seres sociales y por lo tanto, inevitablemente ponemos en juego coincidencias y diferencias con los demás. Nos acercamos o alejamos de quienes se nos parecen o no, casi como movimientos naturales que confirman o descartan relaciones, como si hubiera una zaranda que separa lo que nos gusta de lo que no nos gusta de los demás. Claro que muchas veces no podemos elegir, y entonces las competencias y rivalidades se multiplican, hasta volverse insoportables y violentas en muchos casos.

En uno de sus cuentos clásicos sobre las fiestas de fin de año, bien lo describe el humorista Luis Landriscina: “a los amigos los podemos elegir; en cambio a los parientes te los pone Dios y te dice: ahí los tenés, son tuyos, hacete cargo”.

Por supuesto la Psicología, tanto clínica como social y organizacional, se ocupan de estas “relaciones ordenadas y desordenadas”, y entonces vale la pena buscar algunas explicaciones que nos ayuden a comprender mejor estos fenómenos grupales. Consultamos a la Licenciada en Psicología Ana Leites, de extensa trayectoria en el ámbito de la Psicoterapia Gestáltica, tanto en la clínica individual como grupal y, más recientemente, en el de las Constelaciones Familiares.

Jorge Vasalo (JV):SI LAS RELACIONES PUEDEN SER PLÁCIDAS, ¿POR QUÉ MUCHAS VECES SON TORMENTOSAS?

Ana Leites (AL):Porque somos humanos, y es en nuestras relaciones y vínculos donde se visualiza la complejidad y donde ponemos en juego muchas variables que van desde las historias familiares y lo que traemos de ellas, hasta nuestras experiencias de vida y lo que fuimos aprendiendo en diferentes grupos que integramos de modo forzoso o por libre elección. Además tengamos en cuenta que el relacionarnos es esencial de nuestra condición de ser vivos: necesitamos dar a otros y recibir de otros para desarrollarnos, de lo contrario, terminaríamos solos y atrofiados.

Ahora bien, a veces nos pasa que no siempre tenemos claridad sobre el lugar que ocupamos en las diferentes relaciones ni de la matriz dinámica y relacional de la que formamos parte. Es más, creo que muchas veces somos bastante inconscientes del modo en el que nos vinculamos y de nuestra responsabilidad en ese proceso.

Licenciada Ana Leites.

JV: ¿CÓMO ES ESTO DE LA CONCIENCIA O INCONCIENCIA DE LAS RELACIONES?

AL: Quiero decir que a menudo creemos que estamos en “nuestro lugar” cuando en realidad ocupamos lugares de otros (hijos, pareja, hermanos, etc.). Y entonces en estas relaciones aparecen síntomas y señales de algo que “no encaja” en un nivel menos visible, pero que genera malestar y hasta provoca enfermedades. Puede ser que no nos demos cuenta, o no queramos verlo, tal vez para evitar algún dolor o porque tendríamos que cambiar algo que en realidad no queremos. Estos desordenes se sienten y nos desacomodan aunque evitemos verlos o pretendamos ignorarlos.

JV: ¿O SEA QUE NO ES FÁCIL RELACIONARNOS?

AL: Por supuesto que no es sencillo. Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares, no sólo nos ha legado un abordaje terapéutico maravilloso, sino también la comprensión teórica de enfocar nuestras relaciones. Y en su desarrollo, él partió de tu misma pregunta: ¿Qué pasa que habiendo amor, las personas sufren, se enferman, se tratan mal o no se respetan? Parece entonces que con el amor solo no es suficiente. Allí es donde Hellinger introduce el orden.

JV: ¿PERO QUE SERÍA “EL ORDEN” EN LAS RELACIONES?

AL: Lo primero para aclarar es que conceptualmente no se refiere a un orden imperativo o exigente, sino a condiciones necesarias para que el amor fluya, crezca y prospere en nuestros vínculos. Y estas condiciones serán diferentes según las distintas relaciones, ya sea con nuestros hijos, amigos, parejas, conocidos o gente nueva. Permitime citar como ejemplo lo que a veces sucede en el ámbito de una relación de pareja, cuando de modo rígido uno de los integrantes se comporta como padre o madre y el otro como un niño. O también cuando los padres se corren del lugar de la autoridad frente a hijos “poderosos”. O disputas entre hermanos, con desordenes que provocan rupturas a veces encarnizadas e increíbles.

JV: ¿Y COMO HACEMOS PARA SOSTENER UNA RELACIÓN EN LA QUE NOS SENTIMOS MALTRATADOS O DESVALORIZADOS?

AL: Una buena pregunta sería: ¿Para qué sostener un vínculo en el que no nos sentimos cómodos y respetados? Y si en cambio permanecemos a pesar del maltrato, al menos poder ver las exigencias y manipulaciones y el sentido de “aguantar” a pesar de todo. Es muy importante darnos cuenta de los síntomas y las señales del desorden, y de cómo el amor se terminó, no fluye o está trabado.

Habitualmente, los desórdenes o formas relacionales que nos involucran, son intentos de los sistemas por recuperar el equilibrio, algo así como la autorregulación con la que nuestros organismos y cuerpos buscan superar las enfermedades. Aunque parezca contradictorio, estas situaciones de conflicto nos pueden, como dijo un poeta, “llevar de vuelta a casa, a nosotros mismos” y así tomar conciencia de lo que nos está pasando.

En las relaciones tormentosas, a menudo nos encontramos con una danza o matriz de relación de agresión, en la que uno agrede y otro resulta agredido, o una matriz de autoridad en la que uno manda y otro obedece y acata. Y sin embargo, a veces estos vínculos patológicos se mantienen porque ofrecen una cierta estabilidad y también porque los agredidos y sometidos tienen miedo de luchar por un cambio.

JV:¿Y CÓMO LOGRAMOS ENTONCES UNA RELACIÓN PLÁCIDA, NUTRITIVA Y HERMOSA?

AL: Hellinger establece una relación entre el orden y el amor y lo describe de una manera muy sencilla cuando dice: “El amor llena lo que el orden abarca. El uno es el agua, y el otro el jarro. El orden recoge, el amor fluye…el amor se guía por el orden”.

O sea, este jarro que contiene al amor nos permite observar y mirar:
. la Pertenencia
. el equilibrio entre el Dar y el Recibir
. y las Reglas de Convivencia.

En la pertenencia nos preguntamos quién forma parte, quién no, quién es excluido o quien se autoexcluye. En el equilibrio entre dar y recibir, si es recíproco o desigual, y que hacen con lo que dan y reciben. Y en relación a las reglas de convivencia, quienes las cumplen, quienes las transgreden, y cuáles son las consecuencias de estas conductas en las parejas y grupos.

Digo también, que estos órdenes abarcan a lo social. El doctor Eduardo Fain, médico y constelador, se refiere a los órdenes del amor como sociales. O sea que lo nos ocurre está fuertemente atravesado por lo social, por el contexto, por el grupo de pertenencia, por los mandatos y las fidelidades a las reglas.

JV: LA MANIPULACION PARA QUE LOS OTROS HAGAN LO QUE BUSCAMOS… ¿SIEMPRE ESTÁ PRESENTE?

AL: No siempre. Miremos por ejemplo una relación de pareja, en la que sus integrantes forman “una danza” en la que cada uno se hace cargo de su propio movimiento y de su rol en ella. Si estoy conduciendo, trato de ser claro a la hora de dirigir; si en cambio estoy en el lugar del conducido, me dejo llevar y percibo las señales que el otro me da, y así nos vamos dando espacios para que el movimiento fluya y no haya fricciones ni nos pisemos, que es en definitiva lo que sucede en la manipulación donde la danza se traba y pierde su armonía y su belleza.

Por supuesto que si estos obstáculos para danzar amorosa y fluidamente con el otro se prolongan demasiado tiempo, entonces aparece la posibilidad de renunciar a este baile, con todo el dolor y la valentía que conlleva esta decisión. Como decía Fritz Perls, creador de la Terapia Gestáltica:

“Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo.
No estoy en este mundo para satisfacer tus expectativas, ni tú las mías,
Yo soy yo, y tú eres tú
Si nos encontramos, es hermoso
de lo contrario, no puede remediarse”

Además, suele ocurrir que cuando intentamos una y otra vez, “remediarlo”, corremos el riesgo de manipularnos a nosotros mismos y al otro, como también, dejarnos manipular.

JV: ¿CÓMO FUNCIONAN EN UNA RELACION, LOS PEDIDOS, LAS INVITACIONES Y LAS EXIGENCIAS, VISIBLES E INVISIBLES?

AL: Funcionan todo el tiempo y son parte del dar y recibir. El tema es estar conscientes del modo en que lo hacemos, y desde qué lugar pedimos o recibimos. Y por supuesto, acá debemos considerar el tema de la comunicación: ¿Pedimos sin mayores expectativas, o desde una exigencia o un reclamo o un enojo? De hecho, a veces, expresamos los enojos con un grito o una reacción o un juicio de valor hacia el otro.

También podemos creer que estamos siendo claros cuando hablamos y acusamos al otro“de que no nos escucha” (lo cual es posible muchas veces), pero no miramos si nos estamos comunicando de la mejor manera.

Por ejemplo, no se escucha igual si digo: “Me duele, me entristece que me juzgues, o te descuides con tu salud”, que decir, “¡Sos un abandonado que no te importa nada de nadie!, o ¡Sos un egocéntrico que impone como hay que vivir!”. Es decir, tanto en los contenidos como en las formas, primero hago consciente mi dolor y lo miro como válido para que el otro lo escuche y, tal vez recién allí entonces, el otro lo pueda comprender.

JV: O SEA…¿NO HAY ENTONCES UNA RECETA QUE NOS GARANTICE RELACIONES EXITOSAS?

AL: ¡No existe tal receta! Además, nos ordenamos y desordenamos todo el tiempo. Si creo en cambio, que hay algunas palabras “mágicas”, que cuando las asimilamos, las sentimos y las llevamos a nuestras relaciones producen un efecto y algo cambia.

Esas palabras son: el-te acepto y reconozco lo que es, incluso lo doloroso-,el POR FAVOR-pido desde un lugar humilde y respetuoso-,el GRACIAS-tomo y me lleno con lo que el otro me da-. Incluir estas palabras en lo cotidiano nos ayuda a un contacto más agradable y tolerante. Tengamos en cuenta que muchos conflictos tienen que ver con la falta de reconocimiento, y el planteo de las relaciones en términos de exigencias y obligaciones que terminan en una danza pesada y difícil de bailar.

Creo que lo fundamental para que las relaciones sean placenteras es estar lúcidos, conscientes de nuestra mirada, partiendo de nosotros mismos, es decir, la responsabilidad y el hacerme cargo de mis virtudes, mis carencias, mis vacíos, mis modos de defenderme cuando tocan mis heridas más profundas. Y luego, la mirada hacia el otro y los otros, para entrar en esa danza, en ese límite de contactoque extiendo o achico de acuerdo al vínculo, y a como me siento en él.

Sin dudas, siempre está bueno que sea fácil, pacífico y que el tiempo, que no es eterno, sea vivido en los vínculos de manera plena, con el profundo aprendizaje y crecimiento que posibilitan para los bailarines y para el contexto más grande en el que este baile se despliega. Si lo logramos, nuestras relaciones serán más plácidas, y menos tormentosas.

Si esta noticia te interesó, podés registrarte a nuestro newsletter gratuito y recibir en tu correo los temas que más te importan. Es fácil y rápido, hacelo aquí: Registrarme.

Salir de la versión móvil