Shaqiri, vengador de siglos

Por José Emilio Ortega

Shaqiri, vengador de siglos

Sabido es que las manifestaciones anti serbias del futbolista suizo de origen kosovar Xherdan Shaqiri (en Rusia y Catar), como las recientes fotos del vestuario serbio mundialista que postulan a un Kosovo sometido, son apenas un pocillo en un espeso caldo de cultivo.

La llamada “región de los Balcanes” es tan conflictiva que, probablemente en el último siglo y medio, cada generación al estudiar su geografía se haya encontrado con un mapa diferente. Con predominio paneslavo en su conformación étnica, fue dominada por vikingos, germanos, romanos, francos, búlgaros, otomanos, austrohúngaros. Todos dejaron huella, no sólo por las migraciones sino también en las religiones o costumbres, alimentando una permanente voluntad autónoma frente a los invasores y separatista en lo interno.

Así, el independentismo serbio -con la venia del imperio ruso- hostiliza en 1914 al imperio austrohúngaro con un magnicidio en Sarajevo (capital de Bosnia), dando inicio a la primera Guerra Mundial. Le seguirán sesgados criterios de reparto en escritorios tras el fin de aquella conflagración, que impactan en la zona con la creación (1819) del reino de Yugoslavia (Eslavia del Sur), también llamado oficialmente de los Serbios, Croatas y Eslovenos. Era una monarquía parlamentaria, complicada por las etnias plurales. En 1929 sólo se mantiene el nombre de Yugoslavia y la monarquía en los hechos pasa a ser absoluta, atacada por secesionistas y antimonárquicos, con un regicidio en 1934 y una gran inestabilidad posterior.

En 1941 el ejército nazi ocupó Yugoslavia (había quedado completamente aislada) y se crearon tres estados independientes, Croacia, Montenegro y Serbia, controlados por alemanes, italianos, búlgaros, húngaros y rumanos.

Pero el Eje se encontró, desde el mismo 1941, con la feroz resistencia yugoslava, especialmente la partisana, liderada por el célebre Josip Broz, alias Tito, el famoso “mariscal”.

Algunos militaron en el bando republicano cuando la Guerra Civil española; tenían conexiones con la URSS. Entre los diferentes grupos (en paralelo se enfrentaban en guerra civil) terminó predominando Tito, por su capacidad para sumar gente sin distinguir cuestiones étnicas, culturales o religiosas, agregando sus relaciones con Moscú y Londres, su discurso no monárquico, y también la habilidad para ofrecerse a la población como mejor opción para escapar de la brutalidad nazi.

Tito llevaba la unidad en la sangre: su padre era croata y su madre eslovena. Termina erigiéndose en el gran vencedor de ese doble juego interno y externo. Tras firmar un acuerdo de colaboración militar con la URSS, en 1944, pone en marcha a la República Federativa Popular de Yugoslavia, que desde 1963 se llamó República Federativa Socialista de Yugoslavia (con el Mariscal Tito como presidente vitalicio), formada por repúblicas socialistas, de norte a sur: Eslovenia; Croacia; Bosnia y Herzegovina; Serbia (donde estaba la capital, Belgrado), y dos provincias autónomas, Volvodina y Kosovo; Montenegro y Macedonia.

El rasgo más distintivo de Yugoslavia fue su carácter socialista no dependiente de Moscú (Tito rompió con Stalin en 1948). Internacionalmente, fue parte del movimiento de Países No Alineados, creado en 1956. Pero esa región multinacional, donde confluían serbios (en su mayoría ortodoxos), croatas y eslovenos (predominantemente católicos), musulmanes bosnios, albaneses, macedonios, montenegrinos, húngaros, y búlgaros, al fallecer Tito en 1980 comenzó con una rápida escalada de separatismos.

Las primeras crisis empezaron en Kosovo, en 1981, duramente reprimida. Durante el resto de los años 80 los conflictos continuaron (como en toda Europa del Este). Se produjo el ascenso del serbio Slovodan Milosevic, quien se mantuvo en el poder desde 1989 hasta 2000.

Tras la transición iniciada en 1990, se profundiza el separatismo y sucesivos episodios de guerra civil que se extendieron por otra larguísima década. En 1991, Gorbachov advertía a Bush sobre la reacción en cadena que podría generar una ruptura en la región: “peor que un enfrentamiento nuclear”, afirmaba. Si bien James Baker (secretario de Estado) tuvo interés en asegurar el “nuevo orden mundial”, Bush en cambio no vio ventajas en involucrarse, por la menor relevancia económica del territorio y los altos costos en vidas que podrían suponer. Lo consideró un “asunto interno yugoeslavo”. Baker viajó a Belgrado e invitó a dialogar, pero el presidente norteamericano escribió en su diario: “no hay que meter un gallo en esa pelea”.

Europa intentó terciar, sobre todo Francia (el alemán Kohl se corrió enseguida, lidiando con la unificación propia y advirtiendo la irreversibilidad del desplome soviético), pero estaba demasiada comprometida en sus propios asuntos: entre ellos el tratado de Maastricht, que traía la unión económica y monetaria.

Surgen, como países soberanos, Eslovenia y Croacia en 1991; Macedonia y Bosnia Herzegovina en 1992; Serbia y Montenegro en 2003 (este último se independiza en 2006). En el capítulo más dramático, Kosovo había logrado una mayor autonomía en 1987, revertida por una reforma “antiburocrática” en 1989; declaró su independencia en 1991 pero no fue reconocida, persistiendo una guerra civil que se cobró quizás 300.000 vidas y generó cerca de 850.000 refugiados; intervino la OTAN en 1998. Desde 2008 es un Estado con reconocimiento internacional limitado (98 de más de 190 países, mayoritariamente ligados a la órbita de EEUU y organizaciones internacionales, entre los que no la reconocen están España, Rusia, también Argentina, Chile, Brasil y Uruguay). Serbia aún lo sigue considerando parte de su territorio.

En lo que hoy es Kosovo el predominio es albanés, pero al norte de la jurisdicción hay mayor presencia serbia.

En las últimas semanas estalló otro grave conflicto por las matrículas o patentes de los automóviles. La crisis entre Rusia y Ucrania avivó los conflictos, Serbia rechazando las sanciones a Moscú, y Kosovo apoyando lo actuado por la UE y la OTAN.

Los conflictos en los Balcanes perviven, como lo muestra ese preciso espejo de la civilización humana representado cada cuatro años por los mundiales de fútbol. En tanto, la diplomacia no puede, las armas amenazan y la violencia, más temprano que tarde, sigue apareciendo.

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