Javier Milei confirmó recientemente que Victoria Eugenia Villarruel será su compañera de fórmula en las elecciones presidencias de este año: “Efectivamente, vamos a ser la fórmula a presidente y vicepresidente”, aseveró el líder libertario, mientras que Villarruel aprovechó el espacio para prometer la reforma de la Ley de Defensa Nacional, de manera tal que “los militares puedan operar dentro del territorio nacional”, aún cuando no se haya declarado el estado de sitio.
Abierta defensora de los genocidas condenados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar, esta mujer sostiene firmemente un discurso negacionista (ya que afirma cada vez que puede que en el país “no hubo 30.000 desaparecidos”), con posicionamientos en contra de las mujeres y de las diversidades sexuales, así como expresiones contrarias a los pueblos originarios y, por lo general, contra todo aquello que implique un reconocimiento de los derechos humanos o tenga algún tinte popular.
Victoria Villarruel nació en 1975, en el seno de una familia castrense. Su padre, el teniente coronel Eduardo Marcelo Villarruel (fallecido en 2021) participó en la guerra de Malvinas, donde se desempeñó como segundo jefe de la Compañía de Comandos 602, capitaneada por el general golpista Aldo Rico. Anteriormente, al promediar la década del 70, había intervenido en el Operativo Independencia, el plan represivo que el Ejército implementó y llevó a cabo en Tucumán, con el objetivo de “aniquilar a la subversión”, establecida por entonces en las zonas rurales de aquella provincia. A su vez, es nieta -por parte de madre- del contralmirante Laurio Hedelvio Destéfani (fallecido en 2017), quien fuera un destacado historiador naval, autor de los 10 tomos de la “Historia Marítima Argentina”.
La ahora candidata a vicepresidenta por “La Libertad Avanza” se recibió de abogada en la facultad de Derecho de la UBA, y de técnica en Seguridad Urbana en la UTN. Nunca sobresalió en el mundo del Derecho. En 2003, tras la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Villarruel fundó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus víctimas (CELTyV), desde donde desplegó una férrea defensa de los militares que habían sido acusados y juzgados por delitos de lesa humanidad. De hecho, el CELTyV funcionó como una facción de AUNAR, una agrupación ultra nacionalista, que había sido fundada en 1993 por el ex jefe de Inteligencia de Campo de Mayo en 1976, y último jefe de la policía bonaerense de la dictadura, el general Fernando Verplactsen, quien fue condenado a 25 años de prisión por su comprobada responsabilidad en las torturas y asesinatos cometidos en Campo de Mayo.
Como parte de su militancia negacionista, Villaruel publicó dos libros (el segundo en coautoría con Carlos Manfroni) titulados “Los llaman… jóvenes idealistas” (2010); y “Los otros muertos. Las víctimas civiles del terrorismo guerrillero de los 70” (2014), en donde transparenta su visión sobre la historia argentina contemporánea.
En 2021, Villarruel se presentó como candidata a diputada nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires – CABA, en la lista que encabezaba Javier Milei, obteniendo el tercer puesto, con el 17% de los votos. Eso le permitió acceder a una banca en el Congreso de la Nación. Al jurar como diputada, lo hizo “por las víctimas del terrorismo”, lo que constituye toda una declaración de principios. En rigor, todo su accionar parlamentario ha estado atravesado por expresiones negacionistas, pro militares y anti derechos.
Entre los 47 proyectos en los que estampó su firma como legisladora, figura uno para instituir al 5 de octubre como “Día Nacional de las Víctimas del Terrorismo en Argentina”; otro para expresar su beneplácito por el “abrazo del estrecho”, ocurrido el 15 de febrero de 1899 entre Julio A. Roca y su par chileno Federico Errazuriz; una declaración a fin de repudiar la convocatoria efectuada por la Dirección de Género de la Cámara de Diputados al conmemorarse el aniversario de la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo; y otra destinada a declarar como “personas no gratas” a los presidentes Nicolás Maduro (Venezuela), Miguel Díaz Canel (Cuba) y al ex presidente Evo Morales (Bolivia).
En sus esporádicas pero elocuentes intervenciones en los debates, ha protagonizado diversos episodios de tensión con muchos de sus colegas, en especial con la diputada de izquierda Myriam Bregman. Después de un año y medio de gestión como diputada podría concluirse que su desempeño ha sido muy pobre, ya que abundan los proyectos de declaración (para expresar su repudio o beneplácito, según el caso), pero son muy pocas las leyes proyectadas (y ninguna de real importancia).
Al elegirla como su compañera de fórmula, el referente libertario dijo que se trata de “una amiga”, con la que “se complementa muy bien”, y la valoró por ser “una persona brillante, íntegra y honesta”. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo y cómo se conocieron, pero es evidente que la ideología que representa Villarruel calza justo con las propuestas de Milei en términos económicos y sociales.
Tampoco podrá desconocerse la coherencia exhibida por esta partidaria del ultraderechista español Vox y ferviente admiradora de Jair Bolsonaro, que siempre ha defendido las mismas causas. Ella es, sin dudas, una fiel representante de las ideas de antaño que muchos creían ya superadas y hoy, increíblemente, han vuelto a ser atractivas para una parte del electorado argentino que, desencantado con la política, las percibe como modernas y superadoras.