Este año se cumplen 20 años del “Consenso de Buenos Aires”, firmado en 2003 por los presidentes de Argentina y Brasil, Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva. En este documento de gran contenido político se estableció una agenda programática de integración bilateral y regional, poniendo como ejes rectores el valor de la democracia y el fortalecimiento de las instituciones al servicio de los pueblos.
Mercosur político
En los incisos referidos al Mercosur, se establece que los gobiernos comenzarán a trabajar de forma conjunta para fortalecer el bloque, no sólo en sus aspectos comerciales, sino también en sus aspectos políticos. Y esto fue un elemento nuevo y disruptivo en la historia del Mercosur. Hasta ese momento, el Mercosur, que fue creado por el Tratado de Asunción en el año 1991, en pleno auge del neoliberalismo, tenía objetivos estrictamente comerciales y mercantilistas. El funcionamiento del bloque se circunscribía a negociaciones comerciales en manos de burocracias técnicas. Es recién a partir de este “Consenso de Buenos Aires” que el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) adquiere una dimensión política.
Como todos los gestos políticos que caracterizaron esos años de la historia latinoamericana reciente, el “Consenso de Buenos Aires” no quedó en buenas intenciones declamativas, sino que fue el puntapié inicial, entre otros asuntos, para la creación del Parlamento del Mercosur, más conocido por su acrónimo “Parlasur” al año siguiente.
Una instancia legislativa regional
El Parlasur se crea en el año 2005 a partir del Protocolo de Montevideo, que establece, en su artículo 1°, que los Estados parte acuerdan: “Constituir el Parlamento del Mercosur (…) como órgano de representación de sus pueblos, independiente y autónomo, que integrará la estructura institucional del Mercosur.” Así, el Parlasur se constituyó como el parlamento supranacional de los Estados del Mercosur, con sede permanente en Montevideo, y con un criterio de representación ciudadana que, al día de hoy, asigna la siguiente cantidad de escaños: 75 para Brasil, 43 para Argentina, y 18 para Paraguay y Uruguay respectivamente. El protocolo constitutivo establece que los parlamentarios deben ser elegidos por elección directa en sus países. Bolivia está en proceso de adhesión y actualmente sus parlamentarios asisten a las sesiones con derecho a voz, pero sin derecho a voto. A Venezuela le corresponden 33 escaños, pero está suspendida en sus derechos y obligaciones como Estado parte del Mercosur desde 2017.
Paraguay fue el primer Estado parte en elegir Parlamentarios del Mercosur por voto directo, en 2008.
Resulta fundamental contar con un órgano deliberativo y legislativo en un organismo de integración regional como lo es el Mercosur.
Los parlamentos supranacionales funcionan también en otras latitudes de Latinoamérica, como, por ejemplo, el Parlamento Andino, más conocido como “Parlandino”, integrado por Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú; o el Parlamento Centroamericano más conocido como “Parlacen” integrado por El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
El caso argentino
Argentina este año va a volver a elegir Parlamentarios del Mercosur por voto directo, como lo hizo en 2015, reparando una situación irregular que se dio en las elecciones de 2019. En ese entonces, el presidente Mauricio Macri omitió deliberadamente mencionar esta categoría en el decreto que convocaba a las elecciones generales de ese año, incumpliendo tanto el Protocolo de Montevideo (ratificado por el Congreso argentino), como el Código Electoral Nacional. Lo paradójico fue que, al mismo tiempo que desactivaban el Parlasur, el entonces canciller Faurie negociaba el acuerdo Unión Europea–Mercosur, impostando una emoción de lágrimas. Evidentemente el problema no era el Mercosur en sí mismo por cuestiones ideológicas, sino el debate político al respecto.
Hay que desterrar el falso sentido común construido de que los parlamentos regionales son prescindibles. El mundo que se viene es un mundo de grandes potencias y bloques geopolíticos; en este sentido, un ámbito parlamentario con representación directa de sus pueblos, y con expresiones pluripartidarias de cada Estado parte, se erige como una institución fundamental de cualquier mecanismo de integración regional.
Los procesos de integración, en general, y la puesta en funcionamiento de un Parlamento supranacional, en particular, no son procesos fáciles; por el contrario, son métodos complejos que están atravesados de marchas y contramarchas, y de tensiones y distensiones. Si observamos, por ejemplo, la construcción del Parlamento Europeo, éste demoró 40 años desde sus primeras reuniones, en 1952, hasta tener competencias legislativas concretas, con el Tratado de Maastricht, de 1992.
Por ello, es una buena noticia que Argentina volverá a elegir Parlamentarios del Mercosur por voto directo en las elecciones generales de este año, para reivindicar la dimensión política que el “Consenso de Buenos Aires” de 2003 le dio al Mercosur.