El Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba volverá a sesionar, tras 90 días, cuando el 23 se reúna en forma presencial (y sin público). En tanto, siguen suspendidas las elecciones para renovar representantes en dicho cuerpo, además de aquellas que debían realizarse en ocho Facultades (autoridades de Consejo Directivo y Decanato). Desde 2016, los comicios en la UNC son directos y ponderados, movilizan a más de 200.000 empadronados, y demandan el cumplimiento de un exigente cronograma. Pero la pandemia impuso mayores y urgentes problemas en los escritorios de los responsables de gestionar la Casa de Trejo; la rosca”, tan cara a la vida del funcionario universitario, tuvo que esperar.
En lo coyuntural, todo lo postergable parece haberse postergado. Restan oficializarse detalles relativos a las prórrogas de mandatos, replanteo de objetivos presupuestarios y financieros, y cómo retomar tareas administrativas que el COE habilitó recientemente. Pero el gran problema irresuelto es la enseñanza. Las Facultades han reaccionado flojamente frente a la imposibilidad de dictar clases presenciales, y llegando los exámenes de julio, en unidades académicas importantes (la de Derecho a la cabeza) las perspectivas son críticas.
La descentralización académica en favor de cada Facultad hace que las numerosas disposiciones rectorales, dictadas para la emergencia, oficien apenas de sugerencias. La educación virtual es una alternativa posible, pero la incomprensión que afectó a numerosos equipos decanales (citamos nuevamente al abogado Barrera Buteler, muy cuestionado por docentes y alumnos, como caso testigo), ha impedido el aprovechamiento de estas herramientas.
La política es el pan de cada día en la Universidad, y todos se hacen un momento para especular con lo que vendrá. Se dice que 2020 transcurrirá a los ponchazos y llegará un complejo 2021, en el que coincidirán el arrastre de las circunstancias actuales, las postergadas elecciones de autoridades, más las que tocan para el año próximo, más el inicio de la campaña para elegir Rector en 2022.
Esa futura campaña rectoral no contará con los líderes universitarios más reconocidos hoy: el rector, Hugo Juri, y su vicerrector, Pedro Yanzi Ferreira (por reglamento, si quisieran volver a candidatearse, deberán esperar un período para intentarlo). Ambos cuentan con una larga carrera; en los 90 Juri fue Decano, Vicerrector y Rector (1998); ejerció como ministro de Educación de Fernando de la Rúa (2000-2001), y tras renunciar se refugió en su cátedra. Yanzi se las arregló para conducir a su Facultad (Derecho) desde 1997. Aliados recelosos en aquellos tiempos, su reencuentro no fue menos complejo. Franja Morada ofreció a Juri, en 2016, una sólida candidatura que requería, en contexto de elección indirecta, la adhesión de varias Facultades: Derecho la confirmó solo cuando se incluyó a Yanzi en la fórmula. La tensión se repitió en la reelección del binomio, en 2019.
Como activos para esta gestión se suman: la elección directa, los créditos académicos, las universidades populares”, el relanzamiento de la editorial universitaria, la expansión de la enseñanza virtual, y la presencia internacional, con la Conferencia Regional de Educación Superior de Unesco -hecha en Córdoba- y el Centenario de la Reforma Universitaria (ambas en 2018). También, el manejo de crisis complejas, como la toma del Rectorado (2018) y el ejercicio de la presidencia del CIN (2019), marcando importantes contrapuntos a la Administración Macri en materia presupuestaria.
Juri aprovechó su prestigio y el contexto para construir una agenda ambiciosa. Delegó en algunos Decanos la rutina, y en Yanzi temas duros” de gestión. La oposición no fue mayor obstáculo; pero observadores calificados susurran que algunas áreas no avanzaron lo esperado. ¿Faltaron cuadros? Quizá no haya recurso humano para tantos casilleros. Cada una de las quince facultades posee entre ocho y diez secretarías, otras tantas subsecretarías y una importante cantidad de direcciones o cargos equivalentes. El Rectorado suma otros 100 cargos de interés. La suma representa una orgánica comparable con la del municipio de Córdoba. Demasiadas posiciones para cubrir con personajes cada vez menos trascendentes.
La sucesión será difícil para el actual oficialismo, sin Juri ni Yanzi en las boletas. Se desconoce además si aquellos podrán transferir, en caso de intentarlo, su caudal a las figuras que asoman. Entre los radicales, tienen ventaja los decanos de Ciencias Económicas, Jhon Boretto -cerebral- y de Ciencias Agropecuarias, Marcelo Conrero -tenaz-. Expectante, se anota el titular de Médicas, Rogelio Pizzi, con seguridades si decide optar por un segundo período en su Facultad. Aspirando a completar una eventual fórmula, aparecen las decanas de Odontología, Mirta Lutri, y de Lenguas, Elena Pérez (que repiten las tácticas de Boretto y Conrero, respectivamente). Hay otros anotados, por ahora irrelevantes pese a su esfuerzo.
En el sector opositor, sin tractores” como Carolina Scotto o Francisco Tamarit, parece difícil la patriada. La muerte del decano de Filosofía, Juan P. Abratte, privó al grupo de un valioso candidato. Posee a su favor el espacio, la empatía con Alberto Fernández y el alineamiento con Cristina Kirchner, lo que podría facilitar la entronización de un candidato con respaldo: tal vez Mirta Iriondo. En tanto, se juega con alguna sorpresa. Habrá que esperar.
Enigmas que rondarán, cual espectros, las amplias instalaciones de las Baterías D”, a la hora en que el nutrido Consejo Superior comience a desperezarse. La política, indispensable para abordar prórrogas o urgencias, concentra más atención que los problemas. Ni el coronavirus podrá alterar la tradición.