Cómo las redes sociales influyeron en el aumento de cirugías estéticas en jóvenes

En los últimos tres años han aumentado exponencialmente las cirugías estéticas entre los menores de 25 años.

Cómo las redes sociales influyeron en el aumento de cirugías estéticas en jóvenes

Actualmente los tratamientos de Medicina Estética son tan comúnmente demandados tanto por jóvenes como por generaciones de edad más avanzada. El secreto de su consolidación en nuestra sociedad radica en su versatilidad a la hora de ofrecer una respuesta personalizada a cada paciente.

“Sin duda, su éxito se debe a la capacidad de dar una respuesta satisfactoria a un amplio sector de la población. Un tratamiento puede ofrecer resultados diferentes en función de la demanda de cada persona”, explica la doctora Natalia Cárdenas, responsable de la Unidad de Medicina Estética del Hospital Quirónsalud Marbella y Campo de Gibraltar.

La experta destaca que la Generación Z (nacidos después de 2000) ha asumido la Medicina Estética como una herramienta para perfeccionar su aspecto, aunque su enfoque y punto de partida responden a distintas necesidades.

En este sentido, la doctora Cárdenas subraya que “los más jóvenes han crecido en una cultura completamente audiovisual con gran influencia de las Redes Sociales y son muy exigentes con su aspecto estético. Buscan en la Medicina Estética tratamientos que les ayuden a alcanzar un determinado canon de belleza muy específico.  Sin embargo, las generaciones posteriores (de mayor edad) son igual de exigentes en resultados, pero focalizan su deseo en tratamientos que atenúen el paso del tiempo y combatan los signos del envejecimiento”.

La fuerte influencia de las apps sociales

El deseo de alcanzar una apariencia similar a la que otorgan los filtros de las redes sociales, es algo que los especialistas remarcan a la hora de tocar estos temas. Y eso hasta incluso lleva, en algunos casos, a que los usuarios tomen una cita con un cirujano plástico para pedirle al especialista que la magia de los filtros de Instagram se conviertan en realidad.

“Durante la pandemia aumentaron mucho las consultas para hacerse una cirugía estética, sobre todo de nariz. Hay filtros de Instagram que te angostan la nariz o te dan una punta más delicada y el paciente pide eso. Vienen con la foto sacada con el filtro y quieren imitar ese rostro. Llegan y te dicen ‘‘quiero esto, quiero ser así”, dice Marcelo Bernstein, especialista consultor en cirugía plástica e integrante del Comité de Prensa de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica Estética y Reparadora (SACPER) al diario La Nación.

Es desde ese momento, “cuando uno debe decirles con mucha responsabilidad si es posible o no. De hecho, sucede que antes de la operación el paciente en WhatsApp ya usa una foto con ese filtro” manifiesta el cirujano.

Bernstein expresa que por ejemplo, el fenómeno de la popularidad de la rinoplastia tiene un origen en común. No solo juegan un rol los filtros de las redes sociales al ofrecer una apariencia simulada, sino que las videollamadas y los Zoom que se realizaron durante los meses de aislamiento han enfrentado a muchos con una imagen que los hizo sentir incómodos.

“No tengo dudas de que el aumento en la demanda de las operaciones de nariz está ligado con las videollamadas. Antes en un espejo grande nadie le daba bola a la nariz, pero en una videollamada las imperfecciones se acentúan. Para la nariz se está usando mucho una técnica de rinomodelación con ácido hialurónico (fillers), que es una modificación temporaria, dura entre cuatro y seis meses. No hay un registro formal, pero el número de intervenciones de este tipo debe crecer un 25% por año. Con esa técnica uno puede levantar la punta o llenar alguna depresión en el perfil. Mientras que para la piel se puede hacer un pilling para mejorar el aspecto cutáneo o un lifting para estirar. Pero siempre hay que ser honesto con el paciente y decirle cuáles son los límites de la cirugía platica”, agrega Bernstein.

Uno de los interrogantes que surgen es por qué quienes conocen a la persona suelen reaccionar de manera positiva frente a una foto que muestra un aspecto que, no solo se aparta de la realidad, sino que, además, hace que el rostro pierda su singularidad.

José Eduardo Abadi, médico psicoanalista, cree el festejo de una foto transformada por un filtro tiene que ver con una consagración de algo que parece estar siendo buscado. “Yo soy el hacedor de cómo soy, no soy el producto de lo que hicieron de mí o de la suerte: yo me hago a mí mismo. Es un ilusión de apropiación de la propia identidad en donde se pierde y se gana al mismo tiempo”, reflexiona el especialista.

Sin embargo, también hay matices. El uso de los filtros puede tener un fin lúdico y parte de la repercusión de una foto puede leerse como la celebración de un juego. Gabriela Goldstein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), argumenta que cambiar la imagen tiene muchas vertientes y puede ser interpretado de diversas maneras.

“Está en la naturaleza humana querer cambiar la imagen de las cosas. Puede haber un componente vinculado a la necesidad de transformar algo que no nos gusta, que nos duele o que no está. Pero, si la distorsión es permanente estaríamos hablando de una situación distinta. Todo depende de si uno lo incluye esa transformación como un juego o si es algo en lo que uno exclusivamente se sostiene”, indica Goldstein.

Los filtros ofrecen una imagen con parámetros estéticos hegemónicos, pero esos parámetros no son estáticos, sino que cambian con los años. Tal vez este sea uno de los puntos que expliquen el éxito de las intervenciones temporales con ácido hialurónico. Y si bien los ideales estéticos fueron mutando con el correr del tiempo, la vocación por transformar el propio aspecto al retratarse es una costumbre que las personas mantienen hace siglos.

“No es extraño, que las personas quieran modificar su rostro mediante artificios que respondan a aquel que quisiéramos ser. Esto no surge con Instagram. Desde el Renacimiento, las pinturas o los retratos realizados por encargo de los mecenas no reflejaban la realidad sino la manera como el retratado deseaba verse. Es cierto que la renovación de esta primacía otorgada al rostro se ha popularizado con las selfies y con la imágenes mejoradas o al menos modificadas en Instagram, pero es una vieja aspiración humana de juventud eterna”, explica Juan Tesone, psicoanalista y miembro de la APA.

El embellecimiento de labios, una de las más frecuentes

Aunque cada generación acude a consulta con distintas expectativas, la responsable de la Unidad de Medicina Estética del Hospital Quirónsalud Marbella y Campo de Gibraltar recalcan que existe un tratamiento estrella muy demandado en todos los rangos de edad: el embellecimiento del labio.

“Este tratamiento aglutina a todas las generaciones sin distinción. Nuestros labios otorgan personalidad al rostro y, en este apartado, la búsqueda de un labio estético es un denominador común para el que no existe edad”, puntualiza.

Tal y como explica la doctora, “las diferencias se aprecian en el resultado final. Si bien las mujeres de edad más avanzada demandan un labio natural, perfilado y de volumen suave, las generaciones más jóvenes prefieren un labio voluptuoso, asociado a la sensualidad”.

¿Las redes sociales son determinantes?

Jorge Catelli, psicoanalista, miembro titular en función didáctica de la APA y profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires, explica que el narcisismo está en la base constitutiva del psiquismo humano, pero que las redes exacerban aún más ese modo de búsqueda de la satisfacción a través de la propia imagen.

“Las redes sociales son isomórficas al procesamiento psíquico que tiene el ser humano, es decir, tienen un funcionamiento similar porque fueron creadas por ese mismo aparato psíquico. Están sostenidas por una idea de completitud del sujeto y de un narcisismo que está en la base constitutiva del ser humano. Lo que sí comienza a ocurrir con la irrupción de las redes sociales y la cultura de la imagen es que aparece una exacerbación de un modo narcisista de satisfacción. Las redes dieron la posibilidad de mostrarle a todo el mundo una imagen propia mejorada gracias a muchas variables, y es ahí cuando empieza a mellar la idea del ideal. Y el ideal depende de cada ser humano, pero también hay ideales de época sobre la belleza o sobre el modo de alcanzar la felicidad —reflexiona Catelli—. El objetivo entonces también pasa a ser la búsqueda de la aprobación de un espectador. Entonces, las redes no causan esa búsqueda de la supuesta perfección, pero sí estimulan un aspecto adictivo propio del ser humano. Pero, en el fondo, es la misma lucha de siempre; es decir, la del sujeto contra su finitud, contra su incompletitud y su falta en relación con un ideal”.

“Amoldamos nuestra imagen según el ámbito, y eso aplica también para las redes sociales. La persona que uno presenta en Instagram es real, lo que pasa es que luego uno puede quedar entrampado en ese recorte de la realidad que uno publica.”, concluye el psicoanalista.

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