Si se hiciera un perfil con las características comunes de las personas que roban mercadería en los minimercados, seguramente el rasgo común a todos ellos sería su preocupación por tener un cabello limpio y sedoso. Esto se desprende de un relevamiento realizado por Hoy Día Córdoba en cinco minimercados de nuestra ciudad, en el que los encargados afirmaron que el producto más sustraído es el champú, seguido de los fiambres y las cervezas en lata. Esto se explica, en parte, porque son elementos pequeños, fáciles de ocultar, con envases resistentes y un precio que arranca en los $ 200.
Al respecto, el encargado de un minimercado céntrico de una reconocida cadena aseguró a este diario que el fenómeno “es un tema complicado”, difícil de controlar que, en el trimestre pasado, le costó a la sucursal unos $ 70.000. “Lo que más se roban son productos de limpieza personal, champú y cervezas en lata, chocolates y fiambres”, indicó el encargado, quien prefirió preservar su identidad para evitar que su local sea identificado.
Asimismo, aseguró que los mecheros no distinguen época del año para robar. “En verano guardan las cosas en los cochecitos de los bebés o en bolsas y cuando hace frío, en los abrigos”.
En la misma línea, la encargada de un supermercado de la zona céntrica indicó que los dos productos preferidos por los ladrones, casi con exclusividad, son “champú y fernet”. Con respecto a la cantidad de hurtos que sufre el local, aseguró que son “muchos, muchísimos”, aunque indicó que no poseía los datos exactos y que la presencia de un guardia de seguridad en el local disuadía a la mayoría de los delincuentes.
En tanto, Andrés, jefe comercial de una tienda de la zona norte, contó a este diario que los mecheros aprovechan las góndolas más alejadas de las cajas ya que no cuentan con cámaras de vigilancia. “Cuando han venido a robar, nos hemos dado cuenta de que han venido anteriormente para ver el movimiento de la tienda, en qué sectores no hay tanto personal”, afirmó Andrés. Y agregó: “Ha sabido pasar que vienen con bolsas de compras, han cargado latas de cerveza, se quedan en el pasillo central a esperar y, cuando el cajero está cobrando, salen derecho por la puerta”.
Sobre los productos preferidos por los ladrones, Andrés reveló que éstos roban todos los objetos pequeños al alcance. “Hemos tenido muchos robos de cervezas, fiambrería y lo que son congelados”, explicó y aseguró que, en el caso de su tienda, al tener a la vista la góndola de cuidado personal, la obsesión con el champú no es tan marcada.
Con respecto a la época del año en la que se cometen más ilícitos, el encargado consideró que, “si bien en el invierno los mecheros usan más camperas grandes y pueden aprovechar también, me parece que en el verano hay más robos”.
Acerca del volumen de robos, Andrés estimó que los mismos no son tantos, “como sí se ve en el centro”. El mes pasado, los robos solo alcanzaron los $ 2.000 en su tienda.
El pago desde el celular es la nueva coartada
La masificación del uso de medios electrónicos de pago, tales como transferencias bancarias y escaneo de códigos QR, habilitó nuevas modalidades de estafas en los comercios que los aceptan.
Al respecto, Cecilia, encargada de una tienda en zona norte de esta ciudad, contó a este diario que, en reiteradas oportunidades, clientes que no son los habituales y vienen de otras zonas, ingresan al local, escogen unos pocos productos costosos y piden a la cajera un CBU o alias para transferir el monto de la compra.
Luego, simulan realizar el pago desde sus teléfonos y al finalizar, le muestran a la cajera un comprobante falso, editado en el momento, que indica los datos ofrecidos por la trabajadora del supermercado y el monto de la operación, que nunca llegará a la cuenta destinataria. Lo mismo ocurre con los pagos a través de códigos QR, cuando es el usuario quien debe ingresar manualmente el monto a pagar.