Correr, correr y correr!!!

Por Jorge Vasalo

¡Te imaginás corriendo a 90km/h como un guepardo en la sabana africana, o saltando a 80km/h como un canguro en Australia, o como una liebre a 75km/h en nuestras pampas!. Los humanos no somos tan rápidos, pero entrenados podemos llegar a 35km/h y en el caso de un atleta como el actual recordman, el jamaiquino Usain Bolt, a casi 45km/h en un tramo de máxima velocidad.

Hace algún tiempo, escuché contar a un abuelo octogenario que siempre corrió por costumbre y diversión, que cuando tenía 15 años “casi que podía volar”, porque apoyando sólo las puntas de sus pies podía saltar muy largo hacía adelante, y entonces tenía esa sensación única de parecerse a un pájaro levantando vuelo. Hoy en cambio tiene la recomendación médica de “andar tranquilo”, pero el problema es que aunque el cuerpo ya no le responda como en aquella juventud, siente que el instinto de correr con “la quinta a fondo” sigue intacto.

Es sorprendente y maravilloso ver a tanta gente que elige esta práctica, y además con una dedicación especial. Por eso vale la pena leer algunos testimonios para comprender mejor como alguien corre todos los días de su vida, y además organiza su trabajo, su alimentación y su descanso alrededor de esta “hermosa locura”.

¿Correr atrás de qué o para qué? 

Claudio Tiranti tiene 50 años, está casado con María Marta, es padre de dos adolescentes, Santino y Lorenzo, y si bien nació en Brinkmann está radicado en Río Cuarto hace muchos años. Trabaja en una distribuidora de alimentos durante casi todo el día, y por lo tanto no es demasiado el tiempo que le sobra para otras actividades.

“Nunca fui un gran amante de los deportes y solamente jugaba al futbol con mis compañeros. Fue mi esposa quien comenzó con el running cuando teníamos 35 años, y me sumé por invitación de ella. Recuerdo que le pregunté: ¿Correr atrás de qué o para qué?.

Ella ahora se ríe porque no puedo pasar más de dos o tres días sin correr porque sino me siento raro y malhumorado.

¿Y cómo fuiste evolucionando? 

Empecé corriendo solo, sin profe y cuando el tiempo me lo permitía. Y como me gustaba, me integré a un grupo de corredores, con entrenamientos nocturnos y con actividades recreativas como reuniones y viajes para ir a correr y pasar el día. Después me compré un reloj para medir los tiempos que hacía, zapatillas más livianas, adecuadas y seguras y así me fui superando y participando de más competencias. Ahora por ejemplo para cuidar la masa muscular, también agregué trabajos en un gimnasio. No busco ganar pero si quiero saber cómo estoy dentro de mi categoría (según las edades).

¿Sentís que correr te ayuda a sentirte mejor? 

Totalmente. Para mí es como “un cable a tierra”, despeja mi mente después de un largo día de trabajo. María Marta también entrena y los chicos juegan al futbol, por lo que tenemos que organizarnos con las tareas hogareñas. Y es algo lindo, un hábito diario que incluso hago cuando viajo o me tomo vacaciones. Y además estoy pendientes del cronograma de competencias (empecé corriendo en montañas) y llevo mis zapatillas a todas partes, a las sierras, a la playa, adonde sea.

¿Y de que charlan cuándo se juntan con otros corredores? 

El ambiente es muy agradable y hay muy buena gente. Generalmente no hablamos de goles jajaja!!!, sino de los tiempos registrados, o del calzado o de los viajes, que además de la experiencia de participar, nos permiten conocer diferentes lugares del país. Lamentablemente por cuestiones laborales no podido por ahora participar en la Maratón de Reyes en mi Brinkmann natal, pero sí ya he participado seis o siete veces en la Mataron de Los Dos Años, en las calles de Río Cuarto, y que se larga a las 23.45 horas del 31 de diciembre y que termina ya durante la primera hora del 1 de enero del nuevo año. O sea que cuando se escuchan las sirenas y los fuegos artificiales, estamos en plena carrera y con la gente brindando en las veredas, y saludando y alentando. En fin, empecé corriendo por invitación, y con alegría lo digo, para mí ya se ha convertido en un estilo vida.

Correr me libera la cabeza, es un hermosos desafío  

Agustina García Torres tiene 40 años, vive en nuestra ciudad, es abogada, trabajadora judicial y madre de dos niñas de 10 y 8 años de edad. Y si bien de joven no hizo mucha actividad física, luego de una ingrata circunstancia en su vida, encontró en el deporte una manera de recrearse con varias actividades, lo que le provocó un stress óseo en la cabeza del fémur. Fue allí cuando el deportólogo –Cristian Lassen- que la atendía, le aconsejó que se focalizara en una sola actividad que le gustara. Entonces empezó a acompañar a una amiga que corría, y ambas participaron de los 10K de Córdoba del año 2019, “una experiencia increíble” que confirmó su nueva vocación.

¿O sea que ya corriste varias maratones? 

Sí. Hace poco participé de los 42K de Buenos Aires en la que me fue muy bien porque a pesar de la dureza de la carrera por la humedad, con muchos participantes que tuvieron que abandonar, yo pude llegar bien. Por supuesto me preparé de la mejor manera con alimentación e ingesta de sales adecuadas, con la ayuda de una nutricionista y una psicóloga para lo mental, y con los profesores en las prácticas de running y con fuerza específica para nosotras en el gimnasio.

¿Qué es ganar para vos? 

Yo busco superarme a mí misma, mejorar mis tiempos. A esta maratón de Buenos Aires la pude completar en 3 horas 44 minutos, que para mí fue excelente. Creo que la primera parte de las competencias 42k se corre con el cuerpo (“lo haces de taquito”), pero después de los 30 km y con el cansancio acumulado, la fortaleza de la cabeza es fundamental. Para mí correr una maratón es un desafío hermoso porque llegas al límite y te demostras que lo podes hacer, pero además al ver a mis hijas felices cuando me acompañan, no tengo dudas que es una actividad que une a las familias.

¿Cómo son los controles médicos? 

Para correr, lo primero pasa por hacerse las pruebas de esfuerzo, las valoraciones cardíacas, y otros estudios que son muy importantes. Además hay que aprender a comer geles y gomitas, e hidratarse durante la carrera porque es fundamental para reponer el glucógeno (la transpiración fría, la piel de gallina es señal de deshidratación). Veo a competidores que manotean una botellita de líquido y toman dos sorbos y se refrescan y listo. Y la verdad es que hidratarse, no relajarse con los controles, descansar correctamente, son conductas ineludibles para no sufrir descompensaciones ni lesiones.

¿Qué sentís cuándo corrés? 

El otro día mientras entrenaba sentía el viento fresco en mi cara, y te juro que la sensación de libertad es inigualable. Siento que me libera la cabeza, con un bienestar único (me dicen que es por la liberación de dopamina y endorfinas). Pero además el placer de cruzar la meta y a medida que vas llegando como la gente te grita que “ya está”, y mientras vos miras para adelante y no ves nada jajaja. Es muy gratificante terminar una carrera, demostrase que lo hiciste, y sentir que el esfuerzo y el sacrificio valieron la pena. Es hermoso…corriendo aprendí a ganarle al “no puedo más”.

De correr me gusta todo 

Martín “Tincho” Olcese es un psicólogo santafesino de casi 60 años, y empezó a correr cuando tenía 44 junto a Marcela, su compañera de vida. Fue ella justamente, también psicóloga, quien estresada por el trabajo le propuso hacer remo. Martín le dijo entonces: “remar es lo que ya estamos haciendo jajaja. ¿Y si corremos?. Y así fue que en el 2011 empezaron con un profesor en la bella costanera santafesina. Y al cabo de un año, ya pudieron correr y terminar la primera media maratón de 21K.

¿Cuál es la mentalidad, la onda que predomina en quienes corren? 

Durante estos años ya hemos viajado y participado de maratones en un montón de ciudades como Ushuaia, Buenos Aires, Villa La Angostura, Córdoba, Río de Janeiro, y por lo tanto conocimos a mucha gente con quienes “compartimos una energía especial, incluso con corredores que gracias a esta actividad pudieron superar pérdidas o situaciones difíciles de sus vidas”. Recuerdo por ejemplo cuando corrimos en los Pirineos, en la frontera entre España y Francia, o en las salinas jujeñas-salteñas en etapas durante tres días. O sea, fuimos haciendo amigos en diferentes lugares. Bueno, en Rosario, me encontré con Juan Olcese, un primo a quien no conocía, y la verdad es que hay buena onda y es un gran gusto participar de estos encuentros.

¿Te tocó alguna vez correr solo, en medio “de la nada”?

Sí claro. Carreras en las montañas (diferentes a las callejeras), y en las que miraba alrededor y no había nadie. De hecho hablaba solo, recreando diálogos con conocidos mientras avanzaba por el camino señalizado. Recuerdo haber “visto” caras de amigos en piedras con determinados perfiles. Pero además cuando estas arriba, sabes que no podes aflojar porque tenés que bajar sí o sí.

¿Y qué haces cuando sentís cansancio, o tal vez ganas de aflojar? 

Es un momento crucial para los corredores que yo llamo “muro”, porque el cansancio físico se siente y entonces la cabeza da pelea para vencerlo y poder continuar. Lo mismo pasa cuando entrenamos o hacemos la previa de alguna carrera en horas de la madrugada, y mientras todo el mundo está durmiendo todavía.

Estoy convencido que correré hasta que el cuerpo aguante, y sino agarraré la bicicleta, o caminaré. Es lo que me pasa cada vez que termino una carrera, y ahí mismo ya pregunto cuál será la próxima. Es lo que siento cuando cruzo la línea de llegada, siempre con los brazos abiertos para esperar lo que viene. Por eso siento, que de correr ¡me gusta todo!.

Salir de la versión móvil