Durante cuatro días de septiembre, más de 300 veteranos de la Guerra de Malvinas, provenientes de distintos puntos del país, se reunieron en Córdoba para participar en una nueva edición de las Olimpiadas de la Hermandad Malvinera, un evento que trasciende lo deportivo y se transforma en un espacio de memoria, integración y contención emocional.
Organizadas por la Agrupación Veteranos de Guerra de Malvinas y Atlántico Sur “Casa del Veterano de Guerra de la Provincia”, con el apoyo de la Agencia Córdoba Deportes, las Olimpiadas congregaron a 20 delegaciones de todo el país. Del 2 al 5 de septiembre, los excombatientes desplegaron su pasión en distintas disciplinas como fútbol, vóley, básquet, natación, pádel, tejo, tiro, dardos, bochas, entre otras.
El encuentro ya es una cita deportiva anual pero también un espacio de verdadero refugio emocional para quienes vivieron el horror de la guerra y encontraron en el deporte una forma de sanar. En ese marco, Hoy Día Córdoba conversó con tres de ellos para conocer y compartir sus historias, prueba de la importancia de hacer lo que nos gusta y tener hobbies que nos impulsen a seguir adelante.
David Alfredo Díaz: Malvinas nos une
De Santiago del Estero, David Alfredo Díaz es uno de los participantes que cada año se suma con entusiasmo a esta experiencia colectiva y así se presenta: «Soy veterano de Guerra de Malvinas, integrante de la base aérea militar Cóndor, unidad que combatió en Pradera del Ganso Verde, Darwin. Pertenecí originalmente a la Escuela de Aviación Militar, Córdoba. Estaba haciendo el servicio militar y tuve el gran honor de poder ir a Malvinas y ser parte de lo que es la historia argentina«.
En estas Olimpiadas, Díaz participa de múltiples disciplinas: fútbol 7, básquet, truco, pool, tejo, bochas, dardos y sapo. Pero para él, el deporte es apenas una excusa para algo mucho más profundo, que es el reencuentro. «Siempre me gustó el fútbol, luego empecé a aprender otras disciplinas pero lo principal es que son momentos para compartir muy buenos. Son los reencuentros con compañeros que estuvieron en Malvinas y que hace tiempo no vemos. Y lo importante es que cada año crece, esa es la intención del reencuentro entre los veteranos de guerra», asegura con emoción.
Más allá de sus logros deportivos como campeón y subcampeón en ediciones anteriores de fútbol 7, el veterano destaca el valor de las pequeñas cosas: una charla, una risa y una comida compartida. «Momentos especiales son todos, porque compartir con amigos, compartir con mis compañeros en una mesa, hablar infinidad de cosas… realmente te llenan el alma, te llenan de energía. Siempre está la broma de por medio, las cargadas y millones de momentos para reírse y divertirse. Realmente uno siente que la vida es hermosa en cada momento. Es volver a casa con la satisfacción de haberlos visto bien, y a veces, lamentablemente, también está la tristeza de que algún amigo que viste hace un par de años hoy, por razones de la vida, ya no está», cuenta David.
Ex prisionero de guerra, Díaz sabe del dolor de la memoria, pero también de la alegría que genera el reencuentro, del que asegura: «Hoy pude reencontrarme con camaradas que estuvieron conmigo en mi unidad. Los abrazos son emocionantes y estas Olimpiadas sirven más que nada para este tipo de reencuentros, para rememorar la nostalgia y celebrar la amistad. Lo importante es la alegría de volver a encontrar a un gran amigo, hermano de la turba, como decimos nosotros. Tendremos 62, 63 años, pero seguimos ahí, presentes por la causa Malvinas y porque somos una gran familia. Malvinas nos une».
Daniel Pérez: El deporte me ha salvado
Daniel Pérez, veterano de Santa Clara del Mar, vivió este año sus primeras Olimpiadas y compitió en pádel, tejo, tiro y dardos, pero el deporte jugó un papel importante a lo largo de toda su vida. “Yo me acuerdo de chiquito, cuatro o cinco años, en frente de mi casa tenía una canchita de fútbol y jugábamos con toda la barra de amigos. Veníamos de la escuela y nos poníamos a jugar. Y seguí de grande: voy al gimnasio, juego al tenis y al pádel. El deporte, en varias etapas de mi vida, me ha levantado y me ha salvado. Por eso ocupa un lugar muy importante en mi vida», expresó.
Pérez también cuenta parte de su rutina y cómo vivió las Olimpiadas de este año: «En la costa juego pádel tres veces por semana. Me encanta, me mantiene activo. Acá salimos cuartos, pero me gustó venir, participar y competir. El reencontrarte con tus compañeros es una experiencia que solo nosotros podemos entender. Cuando hablamos en este ambiente de veteranos, nosotros solos nos entendemos«.
El ex combatiente logra poner en palabras lo que muchos otros también sienten: que hablar con alguien que pasó por lo mismo tiene un poder terapéutico inigualable. «Un veterano se explaya más con otro veterano. Hay muchos que todavía no pueden hablar y menos ante otra gente. Pero entre nosotros, la camaradería es muy hermosa, muy linda. Es lindo una vez por año vivir estos días con ellos, divirtiéndonos exclusivamente«, comenta.
A la hora de hablar sobre la guerra se muestra directo, sincero, y profundamente humano: «Yo soy veterano del Regimiento 1 de Infantería Patricios. Fui con un mortero pesado de 120 mm a la guerra y estuve en el Monte Dos Hermanas. Fue una guerra injusta, no pensada, loca. Obviamente uno siempre piensa que esa parte de tierra nos pertenece, pero no es la manera de retomarla. Lo único que te deja la guerra es la pérdida de amigos, los malos recuerdos y malos momentos. Yo como hombre y humano no se lo recomiendo a nadie. Ojalá que nunca más tengamos una guerra. Que vivamos toda la vida en paz y que las cosas que tenemos que recuperar, las recuperemos por la diplomacia».
Alejandro Giletta: Cable a tierra para estar bien
Uno de los representantes cordobeses fue Alejandro Giletta, de San Francisco (departamento San Justo), quien participó en básquet, vóley y natación. Esta última disciplina tiene un significado muy especial para él, del que cuenta: «Siempre practiqué distintos deportes durante mi vida. Hoy hago natación y pádel. Hice natación desde muy chico, desde los 6 años hasta los 18. Tengo tres títulos nacionales y 62 títulos provinciales en los cuatro estilos. Así que marcó mi vida por completo. Después de Malvinas fue muy importante, ya que era el cable a tierra, aparte de la familia, que tenía para estar bien».
Con la serenidad de quien ha atravesado mucho, Giletta encuentra en el reencuentro con sus compañeros una experiencia sanadora: «Reencontrarnos entre todos los veteranos que estuvieron en las Olimpiadas es una caricia al alma. Nos une ese hilo invisible hace 43 años y estar juntos cada año es una experiencia que nos reconforta».
Su testimonio sobre la guerra no omite el dolor, pero destaca el valor de haber sobrevivido: «Yo estaba en Malvinas en comunicaciones de la Fuerza Aérea Argentina. Cumplí 67 días de servicio en nuestras islas. Llegué el 4 de abril y me evacuaron en el buque argentino Bahía Paraíso el 20 de junio. Viví y pasé todas las experiencias que te puede brindar una guerra, pero indudablemente lo más lindo fue volver a ver a mi familia y a reunirme con ellos en San Francisco».
Además de ser un evento deportivo, las Olimpiadas de la Hermandad Malvinera funcionan como red de contención y oportunidad de reencuentro para quienes llevan en su memoria las marcas de la guerra.
El deporte muchas veces ayuda tanto física como emocionalmente, y para estos hombres, que hace más de cuatro décadas dejaron su juventud en una batalla absurda, el reencuentro con sus camaradas en un campo de juego les devuelve algo que ningún conflicto pudo arrebatarles: la hermandad y la esperanza.