Pluriempleo en tiempos de aplicaciones y necesidad de trabajar

Las aplicaciones de transporte y reparto se convirtieron en una alternativa para quienes buscan sumar ingresos sin dejar su empleo principal, y también en la única salida para quienes están desocupados.

Pluriempleo en tiempos de aplicaciones y necesidad de trabajar

Trabajar para las aplicaciones cuando no alcanza con un solo empleo.

En los últimos años, la situación económica del país llevó a que muchas personas deban tener más de un trabajo para llegar a fin de mes, y lo que antes era una excepción, hoy es algo normalizado. En ese escenario, las aplicaciones de transporte y reparto como Uber, Rappi o PedidosYa son una opción que se acomoda a los horarios de quienes ya cuentan con un empleo formal, pero también una salida para quienes están desempleados y encuentran en ellas una fuente de ingreso.

Las plataformas, como complemento de ingresos para algunos y alternativa laboral para otros, ponen en evidencia una nueva configuración del mercado laboral argentino: la búsqueda constante de ingresos adicionales, la flexibilidad valorada frente a la rigidez del empleo tradicional y el riesgo de normalizar la precariedad bajo la idea de autonomía.

Según datos del INDEC, el 12,4% de los ocupados argentinos tiene más de un empleo, un porcentaje que creció en la última década y que se intensificó después de la pandemia. Las apps de movilidad y delivery, con su esquema de trabajo por demanda, se convirtieron en el segundo empleo ideal: permiten cubrir huecos horarios y ofrecer una liquidez inmediata que el empleo formal no da. Para conocer estas realidades, Hoy Día Córdoba habló con dos trabajadores de este tipo de aplicaciones, quienes nos contaron cómo combinan dos trabajos, las comodidades y también la parte negativa.

Ser conductor de aplicaciones y obtener ganancias en el momento

Carlos David Reinoso, conductor de Uber, combina su trabajo en un call center con el traslado de pasajeros en la aplicación y cuenta: “Yo trabajo por la tarde en un call center, seis horas diarias de lunes a viernes, por lo cual a Uber le suelo dedicar tres días a la semana, más que nada los fines de semana, seis horas diarias aproximadamente. Justamente al ser una alternativa en la cual no estoy obligado, me siento más cómodo en eso, en poder elegir en qué horario y cuántas horas trabajar”.

Sus ganancias en Uber rondan entre el 20 y 30% del total de sus ingresos. Pero para él, lo más atractivo no es solo el monto, sino la inmediatez. “La ventaja es que las ganancias uno las tiene en el momento. No tengo que esperar veinticinco o treinta días, como en mi trabajo, para obtenerlas. Eso es lo ventajoso. El hecho de no estar atado a la empresa, que yo pueda trabajar cuando quiera y lo necesite”, destaca Carlos.

El conductor de aplicaciones destaca la inmediatez de las ganancias.

Aunque la presión económica lo obliga a sumar más horas de trabajo e incluso ocasionalmente un tercer oficio, como es la instalaciones de aires acondicionados, Reinoso asegura que el tener más de un empleo no lo cansa: “Tener dos trabajos no me afecta al descanso ni en mi vida personal, justamente porque en Uber no tengo esa relación de dependencia. Pero bueno, lamentablemente la situación económica que en este momento estamos atravesando es muy complicada, y agradezco tener todavía las fuerzas como para poder tener otra alternativa laboral, en este caso las aplicaciones para poder salir adelante con mi familia”.

Hacer repartos, trabajar cuando se desea

El caso de Gabriel Lo Tito, repartidor de PedidosYa, es distinto. Sus ingresos principales provienen de trabajos eventuales en espectáculos y gastronomía, y la aplicación funciona como complemento. Pero en su relato aparecen con fuerza las ventajas y también las limitaciones de trabajar bajo demanda.

“Yo por lo general trabajo 8 horas, sea en el baile o en los eventos y por lo general cuando hago PedidosYa lo hago desde las 20 que es la hora pico, porque si es antes no paga bien la aplicación, no conviene porque se gasta nafta. Y estoy hasta las 00 o 1 de la mañana, a esa hora ya bajan los pedidos y empieza a ser peligroso salir”, cuenta.

El cálculo económico, dice, no siempre es favorable: “Para que una aplicación te de lo que te da un trabajo fijo tenés que trabajar bastantes horas. Yo en el otro trabajo uno saco $ 50.000 al día, sin necesidad de gastar la moto o nafta por ejemplo, que ahí se pierde plata. En los repartos más o menos saco $ 35.000 pero depende de las horas que hagas”.

El repartidor hace énfasis en la flexibilidad.

Aun así, Gabriel rescata la autonomía que le da la app y asegura: “Las ventajas que yo encuentro es que por ejemplo, vos el día que no querés trabajar, no trabajás. El día que te sentís mal, no generás. Es decisión de uno, trabajas cuando querés y podés. Que eso es una ventaja y a la vez una desventaja. La lluvia también te frena mucho porque te podés golpear, podés romper la moto”.

Aunque asegura que no le molesta tener dos trabajos porque disfruta generar y ocupar su tiempo, reconoce que la carga física y el cansancio aparecen como el costo inevitable: “A mi no me molesta tener dos trabajos. Me gusta trabajar, me gusta generar y si no genero, me aburro. Pero sí noto que a veces se vuelve cansador el hecho de decir hoy laburé todo el día de repartidor, me voy a la noche, trabajo toda la madrugada en el baile, vuelvo a la mañana me tengo que levantar, hago mis cosas, trabajo de vuelta todo el día y es poco lo que se descansa. Pero justamente como es un trabajo eventual, tenés la oportunidad de decir bueno esta semana ya junte lo necesario, me tomo la semana próxima”.

¿Solución o precarización?

La experiencia de Reinoso y Lo Tito muestra dos caras del mismo fenómeno: para quienes ya tienen un empleo formal, las apps son un salvavidas flexible que permite complementar ingresos; para quienes dependen exclusivamente de ellas, la línea entre “ser su propio jefe” y la inestabilidad económica es muy delgada.

El pluriempleo, lejos de ser una elección, se convierte en muchos casos en una necesidad frente a salarios que pierden poder adquisitivo y a la falta de empleos de calidad. La flexibilidad, celebrada como ventaja, convive con la inseguridad, la ausencia de derechos laborales y el riesgo de desgaste físico.

Sabemos que las plataformas digitales llegaron para quedarse, y con ellas, un nuevo paradigma laboral. El desafío ahora es que esa autonomía y flexibilidad no escondan detrás un modelo que normalice la precariedad, sino que logren integrarse a un esquema que también contemple derechos y estabilidad para los trabajadores.

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