La crisis en el transporte urbano e interurbano de Córdoba tiene su correlato en la selección sobre el modo de movilidad que realizan los usuarios. En una reciente encuesta realizada por la consultora Delfos sobre los hábitos de movilidad en la provincia y en nuestra ciudad, se revela un notable aumento en el uso de automóviles y motocicletas.
Los resultados, obtenidos tras relevar 1.878 casos, muestran que más del 50% de los cordobeses eligen estos medios de transporte para desplazarse. Este crecimiento se ve respaldado por el declive del taxi y el remis como opciones de movilidad, relegados principalmente a personas mayores de 65 años. Es importante destacar que el automóvil es preferido por aquellos de nivel socioeconómico medio y alto en esta Capital.
Por otro lado, alrededor del 40% de los encuestados opta por el ómnibus o la caminata como su principal modo de transporte. Esta elección está fuertemente influenciada por la zona de residencia, siendo el ómnibus más utilizado en nuestra ciudad y la caminata en el interior.
En términos evolutivos, se observa una relación inversamente proporcional entre el uso del ómnibus y la caminata. Tras la pandemia, el traslado a pie ha experimentado un aumento equivalente a la caída en la utilización del transporte público.
Las conclusiones de la encuesta sugieren que el aumento en el precio del boleto del transporte público podría incentivar un regreso al traslado a pie en proporciones similares a la disminución del uso del ómnibus. Este cambio refleja la importancia tanto de la normalización de la situación sanitaria como de las variables económicas en las decisiones de movilidad, informó el diario La Voz del Interior.
Finalmente, la encuesta también revela un segmento estable de la población cordobesa que elige la bicicleta como su medio de transporte preferido, especialmente en el interior. Esto indica una elección consciente o un hábito arraigado más que una respuesta a los vaivenes del contexto económico.
El detalle de la encuesta
El detalle de la encuesta arroja que el 31% de los encuestados eligió el automóvil como el medio de movilidad que usa con más frecuencia, seguido de la moto con el 21%. Eso implica que el 51% de las personas consultadas usa con frecuencia modos privados de transporte.
El ómnibus aparece con el 20%, y la caminata con el 17%. La bicicleta está en quinto lugar con el 8%, y cierran las preferencias los taxis o remises con apenas el 3%.
En el desglose del dato por nivel socioeconómico, se observa que el 60% de los encuestados de clase alta usa el auto. El porcentaje baja al 41% en clase media y 22% en clase baja. En cambio, la moto es la más usada por la clase baja (24%), mientras que los sectores medios la usan el 17% y los altos el 13%.
La caminata (22%) y la bicicleta (10%) también tienen al nivel bajo como los mayores usuarios. En el otro extremo, del nivel alto sólo el 4% usa la caminata y el 3% la bicicleta.
En tanto, el uso del ómnibus está bastante repartido: 21% nivel medio, y 19% niveles altos y bajos.
En el desglose geográfico, la encuesta de Delfos arroja que en el interior es donde más se usan los modos individuales: se llevan el 51% del uso (37% auto y 27% motos), mientras que apenas el 10% usa transporte público. En el interior también se camina más (21%) y se anda más en bicicleta (3%).
En cambio, en la ciudad de Córdoba, el 37% de los encuestados eligió el auto, el 10% las motos mientras ue el 36% se inclinó por el ómnibus. Caminar como modo de movilidad fue la opción del 11%, mientras que la bicicleta sólo la elige el 3%.
En la distinción por edad, la encuesta muestra que las personas de más de 20 años son las que más optan por el auto. Mientras que las que van desde los 18 a los 29 se inclinan por la moto o por el transporte público.
En tanto, quienes más usan taxis o remises son los adultos de más de 65 años (13%), contra apenas el 1% de los menores de 29 años.
Delfos también incluye la evolución del uso: el automóvil pasó del 25% en 2022, al 30% en 2023 y al 31% de este año, pese al aumento del litro de nafta, que pasó de $132 a $966.
Lo mismo con la moto, que subió del 16% en 2022 al 21% en 2024. Y el ómnibus, que había partido de un piso del 10% en 2022 (salida de la pandemia), saltó al 24% el año pasado y cayó a 20% este año, con un boleto que pasó de $69,5 a $ 700.
Por qué es preocupante
El declive del transporte público debería ser una señal de alarma para las autoridades, ya que los modos individuales privados son mucho menos sustentables en términos de contaminación ambiental y uso de las rutas, calles y avenidas.
Sobre lo ambiental, la cuenta es sencilla: un ómnibus con un solo motor en combustión puede trasladar en promedio a 60 personas; si esas 60 personas se vuelcan a modos individuales, serían 60 motores haciendo combustión y emitiendo gases dañinos a la atmósfera.
En cuanto a infraestructura, más vehículos en las rutas, calles y avenidas provocan un mayor volumen de tránsito, mayores demoras y atascos y el incremento de la inseguridad vial.
Graciela Pastor, ingeniera con una larga trayectoria en el transporte, advierte que la movilidad pública está en crisis, se pierden pasajeros y no se recupera una masa crítica que lo haga razonablemente sostenible. “Se deben recuperar usuarios. La crisis económica, la disminución del poder adquisitivo de los ciudadanos puede ser una oportunidad para el sistema”, remarca.
Pastor advierte que es difícil de admitir, “pero la realidad muestra que es probable un derrame de usuarios del transporte particular hacia un transporte masivo si satisface con mínima eficiencia su necesidad de desarrollar sus actividades de trabajo, educación, ocio, deportes”.
No obstante, se parte de un panorama complicado: “El transporte público está en una situación muy compleja en la ciudad y cada vez pierde más pasajeros, el transporte interprovincial es muy ineficiente y caro y no se termina de transparentar el verdadero costo de los servicios, una variable clave para el funcionamiento aceptable del sistema de transporte”.
Por eso, remarca que el Gobierno municipal tiene el gran desafío, ante la inminente licitación del transporte urbano, de replantear todo el sistema de movilidad en el Gran Córdoba, “con el objetivo de recuperar usuarios y hacer una ciudad vivible, donde el uso espacio público sea más justo”.
“Esto es posible con un buen sistema masivo de transporte e intermodalidad”, agrega la investigadora.
En esa línea, Pastor propuso partir de cero con un planteo del sistema de transporte en la ciudad y área metropolitana conjuntamente, fortalecer la Tamse, aprovechar la sinergia que se estableció con otros municipios para ver la posibilidad de la compra conjunta de unidades, repuestos, sistema de mantenimiento que abarate los costos, buscar soluciones creativas para fortalecer ese trabajo con otros municipios.
“La ecuación puede empezar a cerrar captando nuevos pasajeros, una masa importante proveniente de la clase media que hoy está afectada por la situación económica, que deja de usar el auto particular y puede ver en TUP una forma más eficiente de transportarse”, señala.
Pero advierte: “De todas formas, se debe ser muy cuidadoso en este análisis, la crítica situación económica puede atraer usuarios, en la medida que se brinde un servicio de una calidad razonable, pero también derivar en una pérdida de pasajeros”.
“Las personas seguirán haciendo sus actividades como puedan, si no se les da una solución en lo público, buscarán una solución individual que deriva en aumento de bicicletas, motos, vehículos en mal estado, crecimiento de las aplicaciones ilegales. Ante una crisis económica como la actual, un número grande de personas desplazándose como puede, conduce a un caos en la ciudad por falta de infraestructura adecuada (bicisendas) o falta de capacidad de control”, cerró Pastor.