Des(cons)truyendo nuestra masculinidad patriarcal

Des(cons)truyendo nuestra masculinidad patriarcal

¿Cómo construimos masculinidad fuera del patriarcado? ¿La llamaríamos masculinidad?  Es deseable construir la masculinidad de otra forma. Porque en esa búsqueda de la potencia por la violencia, el hombre se destruye, se deteriora. Mata, pero también muere. Les perjudica y no están nunca contentos”, dirá Rita Segato, la antropóloga argentina, especialista en violencia patriarcal y género. Entonces, ¿qué es el patriarcado? ¿Nos damos cuenta de nuestras prácticas machistas en la cotidianeidad?

El patriarcado consiste en el poder de los padres: un sistema familiar y social, ideológico y político con el que los hombres -a través de la fuerza, la presión directa, los rituales, la tradición, la ley o el lenguaje, las costumbres, la etiqueta, la educación y la división del trabajo- determinan cuál es o no es el papel que las mujeres deben interpretar con el fin de estar en toda circunstancia sometidas al varón”, sostiene en su libro Nacida Mujer” Adrienne Rich, crítica, feminista y activista lesbiana. Este sistema se basa en la opresión y se asienta a su vez en las relaciones sociales del parentesco”, la heterosexualidad obligatoria” y el contrato sexual”, según explica María Milagros Rivera Garretas, historiadora feminista. 

El patriarcado se consolida como un sistema de organización opresivo tanto para las mujeres, los hombres como para otras identidades de género.  Desde los feminismos comunitarios Adriana Guzmán expresa que es el sistema de todas las opresiones, todas las discriminaciones y todas las violencias que vive la humanidad y la naturaleza”, incluido entre estos el capitalismo. La familia es, claro está, una de las instituciones básicas de este orden social. El patriarcado ha ido a lo largo de la historia y de distintas geografías, estructurándose en instituciones de la vida pública y privada, desde la familia al conjunto de lo social”, describe el Diccionario de Estudios de Género y Feminismos.

La masculinidad hegemónica y el mandato de masculinidad

En esta perspectiva, la masculinidad hegemónica, en tanto se refiere a expresión predominante, es aquella que torna al varón en sus roles de ser fuerte, valiente, agresivo, con la obligación de ejercer poder y control; y, en muchos casos, de no mostrar ni expresar sus sentimientos y emociones. Posición que no solo se sustenta en el género, sino también en la clase social y la raza; condiciones que afectarán sensiblemente en la estructura hegemónica de la masculinidad.

El mandato de masculinidad se gesta en esta estructura social patriarcal. Rita Segato sostiene que este mandato dice a los hombres que necesitan apropiarse de algo, ser dueños. La precarización de la posición masculina pone en cuestión su potencia. Y por lo tanto solo queda la violencia —sexual, física, bélica— para restaurarse en la posición masculina.” El mismo mandato implica que el hombre debe mostrar su potencia, exhibirla a otros hombres, que ocupan diferentes jerarquías. Para merecer la posición masculina, un hombre ha de mostrarse a sí mismo y a los otros cumpliendo ese mandato. La presión social de otros varones, machos”, también explica la dificultad para moverse de ese lugar de visión patriarcal de la vida. Hacer(se) varón es también un proceso muy doloroso y violento, una violencia que luego explota hacia el afuera, hacia quienes desafiamos al sistema”, dirá Rita. Pero, ¿cómo se manifiestan estas violencias?

El patriarcado como sistema de opresión atraviesa nuestras vidas y el modo en que este sistema se manifiesta es el machismo, ya sea expresado por un hombre, una mujer o cualquier identidad de género. Son todos aquellos actos, conductas, prácticas y creencias que justifican la discriminación y la violencia por el género de una persona. Así, por ejemplo, cuando el conductor televisivo, Mauro Viale, en vivo le dijo a su compañera panelista, Liliana Carusso, vos sos mujer, no sabés de fútbol”, está ejerciendo una violencia patriarcal mediante una frase machista. Coloca, desde esta perspectiva, a la mujer en un lugar de desconocimiento por considerar la temática de fútbol, supuestamente, tema de hombres.

La metáfora del iceberg de la violencia” viene a graficar las formas de violencias machistas, así el femicidio es la violencia más extrema de esta perspectiva. A este le siguen en la superficie del iceberg la violencia física, la violación, el abuso sexual, la amenaza, los insultos, los gritos; y en la parte menos visible, encontramos la humillación, la desvalorización, el ignorar, el desprecio, el chantaje emocional, el culpabilizar, el control, el humor, la publicidad y el lenguaje sexista, la invisibilización, la anulación, los micromachismos.

Entonces, ¿es posible redefinir esta masculinidad? La masculinidad es un constructo maleable, no está determinada por la biología ni es un atributo” dado por la naturaleza; al contrario, la masculinidad se refiere a una construcción sociocultural que está presta para ser interpelada y reinterpretada mediante sus prácticas”, alienta el sociólogo, Mauro Antonio Vargas Uriga, especialista en masculinidad desde la perspectiva de género. 

En tanto, como sociedad, nos interpela la responsabilidad de revisar y modificar nuestras conductas, prácticas, ideas y creencias machistas; emanciparnos de la masculinidad hegemónica; desterrar el patriarcado. Por supuesto que los hombres cambian con las prácticas equitativas y de solidaridad o empatía con las y los otros, pero ese cambio es personal y social”, sustenta Roberto Garda Salas, director de Hombres por la Equidad. 

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