El Bitcoin entre algodones (y carbón)

Por Roy Rodríguez

El Bitcoin entre algodones (y carbón)

La cantidad de energía necesaria para mantener en línea la producción de bitcoins es igual a la que consumen Argentina o Noruega y, si se tiene en cuenta que sólo 22 millones de cuentas son capaces de generar tanta contaminación ambiental como un país entero, es posible entrever que, de proyectarse estos medios de pago a toda la humanidad, estaríamos ante la posibilidad de un colapso real, ya no de las economías, sino de la tierra como hábitat.

Según el Cambridge Bitcoin Electricity Consumption Index, una página dedicada a analizar el mercado del Bitcoin, en los últimos dos o tres años, los dueños de los dueños de los equipos dedicados a la tarea de minería de criptomonedas han intentado variar la matriz energética. Sin embargo, el 65 por ciento de ellos, por una cuestión de costos, está ubicado en China, abastecidos por electricidad producida por carbón. Entonces no sólo minar criptomonedas tiene sus costos en relación a la cantidad de energía consumida, sino que, además, esta energía se produce con combustibles fósiles más contaminantes.

Todos para uno

Pero, ante todo, los grandes ordenadores siguen produciendo valor. Generando intercambios entre sí. Ordenadores que trabajan las 24 horas para producir un intangible que vuelve ricos a unos pocos, aunque la idea originaria haya sido tener independencia de las políticas de los bancos centrales. Hoy, las criptomonedas se volvieron un instrumento más de la financiarización global. Así, en medio de una crisis energética sin precedentes, compiten por los recursos naturales con los hombres: millones podrán morir por falta de calefacción, pero los ordenadores seguirán funcionando. 

Toda esta discusión no hubiese llegado al gran público si, por ejemplo, Tesla, la compañía de automóviles de Elon Musk, no hubiese comprado 1.500 millones de dólares en Bitcoins, haciendo saltar su cotización a más de 50.000 dólares, al tiempo que se espera la puesta en marcha de un Yuan y de un dólar virtual.

Musk anunció además que sus autos podrán comprarse enteramente en Bitcoins. Pero sus críticos aducen que esta idea es por lo menos cínica. En principio, Tesla recibió, según varios sitios especializados, unos 2.000 millones de dólares en concepto de créditos por el desarrollo de tecnologías energéticas limpias para la movilidad de sus autos. Y utilizó ese dinero para comprar Bitcoins, que, a medida que la cantidad de transacciones aumentan, producen más y más contaminación. Con esta maniobra se convirtió, durante la pandemia, en uno de los dos hombres más ricos del mundo.

Otro cuento chino

La producción de Bitcoins con energía china tiene ribetes aún más oscuros. Más del 40% de los ordenadores se encuentran en Sinkiang. Esta región es rica en carbón, por lo que muchas compañías dedicadas al blockchain” decidieron instalar sus equipos allí.

Sinkiang es además una región en la que se manifiestan fuertes conflictos étnicos, que elevaron la tensión diplomática entre el gigante asiático y la ONU. Viven más de un millón de musulmanes de la minoría étnica llamada uigur. Las prácticas culturales y religiosas de los uigures son perseguidas por el gobierno chino. Se los encierra en llamados centros de reeducación” por razones tales como rezar o haber llevado velo.

La región es además una de las mayores productoras globales de algodón. Llega, según el International Cotton Advisory Committee (ICAC), a exportar por unos 41.000 millones de dólares anuales, gracias a la concentración de negocios de la mayoría de las marcas globales. El problema es que existe la sospecha de que el gobierno chino emplea trabajadores esclavos de la etnia uigur como parte de sus llamados programas de reeducación”. Quienes analizan el mercado energético de los bitcoins aducen que esa misma política podría estarse aplicando en las minas de carbón, en un contexto donde la palabra genocidio” aparece frecuentemente junto a la ausencia de información fehaciente por parte de las autoridades chinas.

Encriptados

Kraken, una firma global dedicada al intercambio de monedas digitales, informó que el Bitcoin llegó al récord de 22 millones de cuentas únicas activas durante febrero de este año. En el mismo momento, el Cambridge Índex informaba que para que todo funcionase era necesario que las máquinas utilizarán el 0,57% de la energía que se produce en el planeta. Es decir, sólo 0,3% de la Humanidad utiliza la misma cantidad de electricidad que Argentina, sólo para producir transacciones de una moneda digital.

A pesar del aumento de la transparencia y la investigación sobre el impacto ambiental de la minería de criptomonedas, el tema es todavía típicamente tergiversado en la mayoría de las fuentes”, dice Global Cryptoasset Benchmarking Study, publicado recientemente. 

La idea de que en cada transacción comercial van encriptadas las desiguales relaciones entre los hombres nació hace casi dos siglos, con el concepto de plusvalía. Las criptomonedas le agregaron la relación entre hombres y máquinas. Y una lucha desigual por la apropiación de bienes comunes como el aire o el sol. Así, para millones de personas, un futuro más justo se convierte en algo lejano, meramente virtual. Una moneda que jamás estará en sus manos.

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