El 86% de argentinas y argentinos declara haber sufrido discriminación en el trabajo

Por Santiago Sain

El 86% de argentinas y argentinos declara haber sufrido discriminación en el trabajo

En días recientes surgieron dos importantes estudios que revelan que nuestro país es, en la región, donde más personas sufren la discriminación en el ámbito del trabajo.

El estudio responde al informe anual sobre “Diversidad en el trabajo” que realiza Bumeran y la organización Grow – Género y Trabajo. Relevado casi 2.000 trabajadores en nuestro país, arrojo que el 86% de las personas sufrió algún tipo de discriminación laboral alguna vez en su vida, lo que significa que nueve de cada 10 personas experimentaron esta situación.

A la Argentina la sigue Panamá (80%), Ecuador (75%), y en otros mercados el nivel de discriminación es mucho más bajo, como es el caso de Perú, donde el 51% de los encuestados afirmó haber tenido alguna experiencia de esa clase. Es también menor la discriminación en Chile (63%).

El estudio, además, analizó cuáles son las causas de discriminación dentro de las empresas. De acuerdo a los encuestados, la discriminación por género se impone en la cúspide del ranking, en donde el 20% de los casos se produjo por cuestiones de género, el 11% por la edad, el 5% por orientación sexual, y el resto por otros motivos.

En comparación con la región, la Argentina también es la de mayor cantidad de personas que fueron testigos de casos de discriminación. El 76% dijo haber sido testigo de algún caso de discriminación, mientras que sólo el 24% no presenció ninguna situación de discriminación.

Del informe en análisis surge además que la proporción de trabajadores que han sufrido discriminación en el país se duplicó en relación al año pasado. Mientras que en junio de 2022 sólo el 35% declaraba haber padecido esa problemática, en junio de este año ese número ascendió al 86%. Esto significa que en un año aumentó más del doble la cantidad de personas que sufrieron discriminación en el trabajo.

Un segundo estudio, desarrollado por la firma KPMG sobre 6.000 empresas, concluyó que solamente el 16% de los directorios de empresas está compuesto por alguna mujer, además, tan sólo el 6,55% está presidido por una mujer.

Recordemos que la visión de las mujeres en la toma de decisiones sobre el rumbo de la economía está limitada no solamente en la Argentina, sino también en el resto del mundo.

El techo de cristal (“glass ceiling”) es un concepto de plena actualidad y vigencia en nuestro país, que metaforiza la dificultad que encuentran las mujeres para al ascenso laboral. En la práctica funciona como un tope en la carrera laboral, que implica, además, retenerla en puestos de bajo nivel y de menor remuneración.

A pesar de los avances producidos en materia legislativa, no se logra desbaratar los códigos culturales que están profundamente insertos en las conductas. Éstas asoman a veces palmaria y otras impensadamente en mensajes, actitudes, en el trato diario y en las formas de mirar, entre otras situaciones.

El fenómeno se sustenta en un prejuicio irracional sobre ciertos grupos (género, edad, orientación sexual, etcétera). La discriminación de la que hablan estos estudios, la mayor de las veces es una discriminación negada, tanto por el discriminador como por los discriminados, que no aceptan hablar del tema. En el trabajo y demás ámbitos de la vida social es necesario mantener activa la conciencia sobre el género y de todas las formas de discriminación.

En nuestro país las desigualdades siguen ganando, los datos son elocuentes y nos interpelan. En el mes de mayo el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y el Ministerio de Trabajo de la Nación lanzaron el programa Espacios Laborales Libres de Discriminación. Según los registros de denuncias del Inadi, las situaciones de discriminación hacia los grupos más vulnerables en el ámbito laboral se han incrementado un 30% en los últimos años, siendo éste el segundo en el que se concentran las experiencias de discriminación.

En un mundo donde los valores van retrocediendo, urge en avanzar en acciones tendientes a promover la diversidad en los ambientes de trabajo. La persona que padece una discriminación es una víctima. El trato desigual, hostil, es nocivo para quien lo sufre, es lógico pensar que cuando se vuelve habitual genera consecuencias psicológicas que influyen no sólo en el ámbito laboral sino también familiar del trabajador o trabajadora.

Para combatir la discriminación en las relaciones de trabajo es necesario examinar toda clase de relación social, ya que es un fenómeno que trasciende el plano laboral e ingresa manifiestamente a la vida misma. Por eso, sólo creando ámbitos inclusivos en todos los órdenes sociales se podrá avanzar y combatir las prácticas discriminatorias.

Para lograr una mejor calidad en el empleo es necesario abordar un trabajo entre todos los actores: empresas, directivos, asociaciones sindicales, empleados y Estado, creando encuentros de sensibilización que fomenten la aceptación entre todos los miembros del ámbito laboral. En este sentido, los convenios colectivos de trabajo constituyen -junto a los manuales de buenas prácticas- los protocolos de inclusión laboral, y las guías para la comunicación interna y externa son herramientas útiles y dinámicas para introducir mecanismos que permitan una mayor tolerancia.

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