Avivar la memoria en el abismo

Por Manuel Sánchez Adam

Avivar la memoria en el abismo

El documental “Nosotras también estuvimos”, disponible en la plataforma Cine.ar, reproduce las vivencias de tres enfermeras que atendían a los heridos que provenían de las Islas Malvinas, en aquella triste Guerra del Atlántico Sur, de la que nuestro país sigue debiéndose una reflexión y diversas miradas críticas.

Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto habían sido asignadas a un hospital móvil en Comodoro Rivadavia para curar a los heridos en guerra. En este sentido, el recurso audiovisual de filmar en el lugar de los hechos potencia detalles de sus propias experiencias, en donde el horror de los recuerdos, el abandono durante y después del enfrentamiento por parte de las autoridades (militares y democráticas), y la crudeza del escenario de batalla tallado en los cuerpos de los combatientes, trae a la memoria un pasado que aún permanece atravesando lo cotidiano.

En el film se muestra un sitio que, en aquel momento, fue testigo de una gran cantidad de muertos y heridos; un lugar que se vio asediado por la pólvora y la sangre, que marcó la vida de quienes combatieron y sus familias, pero también de quienes estaban allí para curar y asistir en lo sanitario, como fue el caso de Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto. Comodoro Rivadavia, entonces, se convierte en la escena principal que reproduce no sólo un enfrentamiento bélico, sino el comienzo del fin de una época, una de las peores de nuestra historia contemporánea.

Además, entre risas y lágrimas, las enfermeras rememoran anécdotas y desnudan testimonios escalofriantes en un vaivén de emociones, que van desde la publicación de una revista (siendo tapa de la misma días antes de la contienda), hasta la descripción detallada de los gritos que provenían de compañeros mutilados: ¡“Mamá mamá, llamen a mi mamá”! gritaban aquellos casi niños, con un tono que, dicen ellas, jamás olvidarán. En éste, y en otros ejemplos que las “veteranas de Malvinas” -como se asumen- ilustran, se visibiliza un dolor que traspasa lo físico, pues representa el desamparo absoluto de jóvenes enviados a morir, la hipocresía oficial, y todo un pueblo festejando lo que creían era una victoria segura, siendo que desconocían la realidad de lo que acontecía.

A poco más de cuarenta años de aquella guerra en el declive de la dictadura, el dolor que encarna ese grito, ese pedido de auxilio aún no está saldado.

Una de las escenas quizás más emocionantes del documental se da cuando las enfermeras ingresan al refugio donde se resguardaban, y registran con su celular algunas fotos de ese espacio diminuto. Gracias a la tecnología actual capturan imágenes de ese lugar recóndito, lloran y se permiten habitarlo de nuevo, ya sin el miedo y la soledad, pero sí dándole lugar a la palabra allí donde sólo ingresaban los recuerdos traumáticos, incluso dejándose llevar por una dosis de humor. Sin embargo, ante cada risa, Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto dejan caer una lágrima, porque saben con certeza que jamás olvidarán el olor de la sangre y la desesperación de los heridos pidiendo por su familia.

Bajo la dirección de Federico Strifezzo, en estas Navidades nuevamente rodeadas de guerras, como las de Ucrania y de Gaza, el documental revela una mirada inédita de aquel conflicto en el que se hundió nuestro país; permite reconstruir testimonios de primera mano sobre los acontecimientos y, sobre todas las cosas, nos recuerda que debemos seguir defendiendo el “Nunca más”, una frase que en estos tiempos de profundos desconocimientos históricos y de zozobra política se ha tornado tan necesaria para avivar la memoria en el abismo.

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