Se estima que los jóvenes menores de 30 años representan un cuarto del padrón electoral nacional. En época de elecciones, los candidatos y las candidatas intentan acercarse a este segmento que, según las encuestas, tiene mayor indecisión sobre su voto: generan estrategias para acercarse a la juventud sumándose a los virales de Tik Tok, “streamean” por Twitch o incorporan vocabulario “actualizado”. En este marco, si una de las lecturas repetidas post PASO fue la renovada frase “se vota con el bolsillo”, cabe preguntarse ¿con qué votan los jóvenes?
Según una encuesta realizada en el año 2020 por las Naciones Unidas sobre las Juventudes en América Latina y el Caribe, la mayor preocupación de los jóvenes en relación al futuro se refiere a la situación financiera de su familia, alcanzando un 64% de los encuestados. Esta información, se corresponde con un momento de pandemia que no solo significó la pérdida de millones de vidas alrededor del mundo, sino que también implicó una recesión económica generalizada a nivel internacional.
En Argentina, algunos índices sociales nos ayudan a percibir el impacto de la pandemia a nivel local. Según el último informe de Indec la pobreza pasó de afectar a un 25,4% de los hogares en el primer semestre de 2019, a un 31,2% en el mismo período de 2021. En el caso del Gran Córdoba, este último indicador aumenta a un 34,3%. Además, en este mismo informe, se indica que el 48% de los jóvenes entre 15 y 29 años en Argentina son pobres.
En relación al trabajo, si bien el Indec informa una mejoría, que se observa en la baja de la tasa de desempleo respecto al año pasado, los ingresos de las familias argentinas continúan siendo escasos para la gran mayoría.
Otra vez, si observamos los números sólo de Gran Córdoba, la desocupación está casi 3 puntos arriba de la nacional (9,6%), llegando a un 12,4%. Pero si hablamos de trabajo y juventud, esta problemática no es nueva, ya en el año 2018 el CIPPEC había asegurado que Argentina era el país con mayor desempleo juvenil del Cono Sur.
Estos indicadores no son solo números, sino la realidad de las familias argentinas. El costo de vida y la dificultades para cubrirlo, atentan contra el bienestar de la población en general, que incluye a las generaciones de millennials y centennials.
En otra encuesta, esta vez nacional y realizada en octubre de este año por la consultora Zuban Córdoba y Asociados, se preguntó “¿Cuál de estas emociones te representa mejor por estos días?”. Los jóvenes de entre 16 a 30 años optaron mayoritariamente por las opciones negativas en un 68,2%, siendo la opción “incertidumbre” la más elegida con casi el 35%. Si bien esto nos muestra que en todos las franjas etarias predominan las emociones negativas sobre las positivas, en el caso de los jóvenes esta tendencia es más alta.
En época de campaña electoral la segmentación de audiencias y generación de discursos direccionados presentan el riesgo de perder la visión sobre las problemáticas comunitarias, y ponderar estrategias de posicionamiento que queden vacías de contenido, subestimando así las problemáticas que afectan a estos segmentos etarios. Vale decir, los jóvenes también pueden votar con el bolsillo.
Si hacemos un repaso por las propuestas de las plataformas políticas en torno a la pobreza y el desempleo, podemos sintetizar las posiciones de la siguiente manera. Las coaliciones de derecha y centroderecha nacionales cuentan con un plan: el Estado debe intervenir en las condiciones jurídicas del mercado laboral. Las propuestas en este sentido apuntan a reformas que reduzcan el costo laboral para el empleador, por ejemplo, cambiando el régimen indemnizatorio por un seguro. Lo que implicaría, desde ese punto de vista, un incentivo a la contratación y la regularización de la situación de los trabajadores. Respecto a los planes sociales, suelen posicionarse en contra, pero vale aclarar que cuando Cambiemos gobernó, éstos se incrementaron.
La izquierda también cuenta con un discurso propio: los planes sociales no solucionan el problema de fondo y el Estado no debe subsidiar la generación de empleo, sino afectar las ganancias de las grandes empresas para crear un millón de nuevos puestos de trabajo.
Mientras tanto, la coalición de Gobierno no logró sintetizar una propuesta camino a las PASO. El debate interno respecto a la intersección entre programas sociales y programas de empleo se evidenció, por ejemplo, en las tensiones internas que produjo el fin del IFE. Pasadas las elecciones, el discurso se ha ordenado en torno a la conversión de los planes sociales en puestos de trabajo, poniendo en marcha programas como “Te Sumo”, donde el Estado se hace cargo de parte del salario y reduce los aportes patronales a las PyMEs que contraten a jóvenes entre 18 y 24 años.
En este sentido es interesante el análisis de un referente del progresismo, como Álvaro García Linera, intelectual y ex vicepresidente de Bolivia, quien en una entrevista dijo entender que en la actualidad hay una sensación de frustración que se corresponde al cierre de una época histórica. Además, consideró que las reformas que llevó a cabo el progresismo en América Latina hasta 2015, cumplieron su meta y ya “no dan mucho más”. Para García Linera, el desafío actual pasa por llevar a cabo una segunda generación de reformas, aunque manifestó que el camino de éstas no está claro, por lo que propuso la necesidad de “inventar un futuro y una esperanza”.
La construcción de caminos que generen esperanza, combatan la incertidumbre y preocupaciones de la comunidad serán fundamentales, no solo de cara a las elecciones, sino también para el futuro. En este marco, es importante que las plataformas políticas no solo se esmeren en poder hablar el mismo idioma que la juventud, sino también en tener el mismo tema de conversación.