La incógnita conservadora

Por José Emilio Ortega

La incógnita conservadora

En las tres últimas elecciones argentinas triunfaron Macri, Fernández y Milei, representando a coaliciones distintas, con tres mujeres en la vicepresidencia (Michetti, Fernández y Villarruel). En 2015, tras 78 años, volvió a ganar una coalición conservadora, repitiéndose en 2023 por otro sello de ese campo, ambos con ballottage. Conservadores laicos o católicos, liberales o nacionalistas, republicanos o corporativistas, demócratas o no, participaron de ciclos constitucionales como de facto. Según la etapa, priorizándose alguna característica: afianzar la autoridad, valoración de tradiciones y continuidad histórica, reticencia a reformas, defensa de la propiedad privada y el libre mercado, consolidación de un modelo agroexportador, enfoque pragmático, gradualismo o shock, etc.)

Constitucionalizada y organizándose la República, los partidos Federal y Unitario compiten en 1860 (Derqui vence a Fragueiro, abroquelado el mitrismo en Buenos Aires) y en 1862 triunfará éste (Partido Nacional). En 1868, Sarmiento aventaja al nacionalismo de Elizalde, al unitarismo no mitrista, y al federalismo (Urquiza). Expresiones conservadoras con canales partidarios en mutación, afirmados en 1874 con el partido Autonomista Nacional (PAN, integración entre Avellaneda y Alsina) consolidada con Roca.

En 1908, Figueroa Alcorta clausura por decreto el Congreso y se termina el predominio del “acuerdismo” roquista. En la presidencia “modernista” de Sáenz Peña, se aprobará (1912, con acuerdo radical) el sufragio universal (aunque acotado a los hombres) secreto y obligatorio. La etapa radical encontrará al conservadurismo como oposición; Yrigoyen planteó un reformismo moderado que Alvear contrajo. Derrocado el Peludo en 1930, regresa la dirigencia conservadora, algunos (cercanos al general Uriburu, presidente de facto) corporativistas; otros, ligados al general Justo (presidente entre 1932-1938) de variado pelaje: protopopulistas como Fresco; ex PAN como Saavedra Lamas; Nacional-Demócratas como Roca (h) o Cárcano (h); radicales antipersonalistas o tecnócratas (vinculados al empresariado) como Pinedo u Ortiz, presidente desde 1937, “fraude patriótico” mediante.

Muertos Ortiz, Alvear y Justo, impulsando el presidente Castillo (“conservador antediluviano” en palabras de Page) la candidatura de Patrón Costas, aparecen móviles para la revolución militar de 1943. Un mundo en cambio, atravesando la II Guerra Mundial, con procesos de industrialización sustitutiva de importaciones que impacta en la urbanización demográfica argentina, generan demandas populares. Perón reclutará demócratas en las provincias, mientras otras ramas conservadoras apoyarán a la Unión Democrática.

En los golpes de 1955, 1962 y 1966 (11 de los 18 años de proscripción a Perón corresponden a gobiernos de facto), habrá presencia conservadora; nacen la Democracia Cristiana y el Partido Cívico Independiente (de Alsogaray, ministro de Aramburu, Frondizi, Guido y embajador de Onganía). Aunque cuadros como Krieger Vasena, Dell Oro Maini, Podestá Costa, Adrogué, Borda, influyentes en las élites no tenían, en un país que ya había conocido al peronismo, visibilidad electoral.

Ciertas variantes “neoperonistas” provendrán del sector, como Solano Lima (conservadurismo popular); otros intentarán acercarse al exiliado en Madrid (Aramburu, finalizando los 60). Transcurriendo el tercer gobierno peronista (en 1973 hubo opciones conservadoras como Nueva Fuerza, Democracia Progresista, Partido Federal, Alianza Republicana Federal), “think tanks” empresariales y terratenientes aportaron sustento al Golpe del 76, entre ellos el Grupo Azcuénaga, que entroniza a Martínez de Hoz; o el Grupo Perriaux (lo lideraba un ex ministro de Justicia de Levingston y Lanusse). Apellidos como Madariaga, Loncan, Braun, García Belsunce, Zorreguieta, Blaquier, integraron esas usinas de la dictadura.

En 1983 agrupaciones como Alianza Federal, UCD, Democracia Progresista, DC, no incidieron ante la polarización entre peronismo y radicalismo. La UCD tendrá inserción en el programa liberal de Menem: Alsogaray (padre e hija); D´Alessio de Viola; Durañona y Vedia; Kammerath, etc. Dirigentes jóvenes como Massa y Boudou se harán menemistas, dualdistas o kirchneristas; Monzó abrevará en el peronismo y posteriormente en el PRO.

Este último partido, liderado por Macri, nace como Frente Compromiso para el Cambio en 2003 sumando justicialistas, manriquistas, autonomistas, demócratas y sectores aliados a Domingo Cavallo. En 2005, aparece Propuesta Republicana – PRO, triunfa en la CABA y se expande nacionalmente, conformando Cambiemos junto al radicalismo y la Coalición Cívica (gana en 2015 y las legislativas de 2017). El gobierno de Macri defraudó las expectativas de la clase media fue derrotado. En 2021, el “outsider” Javier Milei apela al desencanto y llega al Congreso; vincula al Partido Libertario, al MID, al Partido Demócrata, Fuerza Republicana en Tucumán, Cruzada Renovadora en San Juan, Acción Chaqueña, Conservadurismo Popular, entre otros.

En 2023, el macrismo y el kirchnerismo llegan muy desgastados; Bullrich apenas llega tercera, y Macri alienta el apoyo a Milei en el ballottage. Asumiendo cuadros del PRO, el macrismo se suma a la gestión y al Congreso. Hoy se conversa sobre un acuerdo electoral más amplio para 2025.

¿Pueden cohesionarse las propuestas republicanas (PRO, radicales, peronistas no kirchneristas) con el estilo de Milei? ¿Sus decisiones se corresponden con un plan conservador? ¿Podrá el espectro liberal-libertario-conservador, coordinado o desperdigado, asegurar nuevos triunfos electorales? ¿Aparecerá algún conato “pretoriano” en el gobierno libertario, que trascienda al plano institucional, si lo apremia la falta de consenso político o la tensión social por el ajuste en curso? ¿Puede establecerse una conexión entre conservadurismo argentino versión siglo XXI y el predominio de la CABA en la escena nacional?

Para todos vaya esta frase del ex presidente Carlos Pellegrini: “lo que nuestro país necesita no son grandes americanos, ni libertadores, ni restauradores que invocando leyes, libertades y principios empiezan por incitar a la anarquía y acaban por suprimir todo gobierno, sino ciudadanos constantes en el ejercicio pacífico de los derechos políticos; la reforma de nuestros malos hábitos sólo se ha de conseguir por la prédica y el ejemplo”.

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