La gordofobia es una práctica «muy violenta y naturalizada» en ámbitos como la salud, el trabajo y la educación que «disciplina» y afecta «los proyectos de vida», por lo que especialistas destacaron la importancia de «generar una reflexión interna y colectiva», tras la difusión de una guía de herramientas confeccionada para el abordaje de este tipo de discriminación.
Activistas y artistas gordas pidieron comenzar «de a poco a reflexionar, generar redes y leer material» para «deconstruir» el discurso gordofóbico.
«En general, nadie tiene que estar luchando por conseguirlo, pero las personas gordas como parte de una minoría tenemos que enunciar que queremos un trato digno por parte de la sociedad y creo que los prejuicios que operan imposibilitan vivir una vida plena», dijo Jimena Carol, actriz y activista gorda.
Carol explicó que «cuando vos estás siendo hostigado continuamente, violentado, separado y señalado por un montón de cosas que tienen que ver con habitar el cuerpo gordo, es muy probable que no puedas tener una vida plena».
Por eso, señaló que la deconstrucción de los discursos gordo odiantes no surge «desde la nada», sino que «para generar un cambio hay que romper con un montón de cosas que traemos desde hace años como sociedad».
«Es como ir picando de a poco una pared para que empiece a debilitarse, son cosas que de a poco se van desarmando», agregó.
Por su parte, Mercedes Estruch, activista de la diversidad corporal y coordinadora de la organización AnyBody, señaló que la gordofobia opera «jerarquizando a las personas por cómo se ven y por el cuerpo que tienen, entonces opera con la vinculación que tenemos con los otros, a nivel social, interpersonal e intrapersonal».
Estruch sostuvo que no se pueden sortear hechos de discriminación sin que afecten a las personas, por lo que instó a «intentar ser lo más reflexivo posible sobre esas situaciones que nos atraviesan».
Como ejemplo, mencionó preguntarse de dónde vienen esos comentarios o no asociar cuerpos gordos con la enfermedad y a los cuerpos flacos con la salud, ya que «bajo esos pretextos se ha fomentado y se ha apañado la discriminación y la exclusión de las personas».
Para comenzar a deconstruir el discurso gordofóbico, sugirió «empezar de a poco, como podamos, atender estas reflexiones, donde no se tome lo que se nos dice que tenemos que ser como verdad absoluta».
«Empezar a rodearse de gente que está haciendo el mismo proceso, generar redes, nada se hace solo, sola o sole, siempre las redes son necesarias», dijo y agregó: «leer material que nos de fundamentos sobre esta perspectiva y seguir páginas en las redes que fomenten esta información».
Una guía contra la gordofobia
La guía «¿Es gordofobia? Herramientas para el reconocimiento, la prevención y erradicación de la discriminación gordofóbica», desarrollada por el grupo de trabajo sobre discriminación a personas gordas de la Dirección de Políticas y Prácticas contra la Discriminación del Inadi, busca romper con los esteretípos que se producen y brindar información sobre la temática.
«La gordofobia se basa en una serie de ideas, valoraciones, prejuicios y estereotipos estigmatizantes que recaen sobre las personas gordas», que se reproducen a nivel individual, interpersonal y comunitario, como en instituciones y en la sociedad, definió la guía.
Cecilia García Méndez, psicóloga de la Red de Psicólogxs Feministas, explicó que «estos prejuicios crean ficciones y narrativas sobre ciertos grupos sociales adjudicándoles características peyorativas que ‘justifican’ el desprecio hacia esos grupos».
A su vez, las situaciones de discriminación «son sumamente violentas, sobre todo para personas que sufren estas violencias de modo sistemático, donde es muy usual que incluso ante la posibilidad de que se de alguna de estas situaciones la persona se sienta insegura o directamente evite espacios o actividades concretas».
Debido a se trata de una forma de discriminación «muy naturalizada, es importante ejemplificar de forma concreta qué es lo que hace que determinadas situaciones se traduzcan en la vulneración de derechos», señaló a esta agencia el grupo de trabajo encargado del informe.
El contenido de la guía agrupa herramientas según los ámbitos más frecuentes donde se dan esas políticas, prácticas y discursos gordo odiantes: salud, educación, trabajo, cultura, deporte, consumo y publicidad.
A partir de preguntas disparadoras como «¿se excluye a niñas, niños o niñes por su peso o tamaño de actividades escolares?», «¿se excluye de espacios de atención al público o de visibilidad a las personas gordas?», o «¿se difunden mensajes que presentan a la corporalidad gorda como algo a modificar?, en el texto se busca identificar situaciones y discursos gordofóbicos.
El texto es el resultado del Mapa Nacional de la Discriminación, investigaciones y diagnósticos de la situación a nivel nacional realizados por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).
En este sentido, la guía mostró que el 87% del universo consultado por el organismo respondió que a las personas gordas se las discrimina «mucho y bastante».
«En el 2019 las experiencias gordofóbicas resultaron ser el segundo tipo de discriminación más mencionado», indicó el grupo de trabajo, que sostuvo que el hecho de «que la enorme mayoría de la población identifique cuando hay situaciones de discriminación significa algo positivo, ya que nos indica que la vulneración de derechos de las personas por su corporalidad, de a poco, deja de estar considerada como algo ‘natural'».
Las «cuestiones estéticas» no son una excusa para discriminar
Por otro lado, la guía mostró que las «cuestiones estéticas» son el principal tipo de discriminación en la mayoría de las provincias consultadas, exceptuando a Salta, Chaco, Santiago del Estero y Tucumán, donde prima la «situación de pobreza».
En lo referido bajo la categoría estética, se reúnen las situaciones «del orden del aspecto físico, de la corporalidad, de la apariencia o incluso de cuestiones relativas a la ‘belleza hegemónica'», explicaron.
Los lugares donde más se registra esta discriminación son locales de ropa, comercios o centros comerciales, pero también hay en el ámbito educativo.
En caso de las provincias de Chubut, La Rioja, Salta y Tucumán «el principal ámbito donde se vivieron estas situaciones de discriminación fue en el de la salud, que incluye obras sociales y prepagas», aclararon.
En paralelo, el informe arrojó que siete de cada 10 personas que denunciaron discriminación gordofóbica ante el Inadi eran mujeres.
«En el caso de las mujeres la dimensión estética ocupa un lugar central, ya que la sociedad no sólo espera, sino que también exige y ordena cómo deben comer, vestirse, verse o moverse sancionando cuándo está bien visto tener determinado peso y cuando no», explicó el grupo de trabajo.
Asimismo, sostuvo que la gordofobia «funciona como un dispositivo de disciplinamiento corporal en general, pero recae con mayor fuerza en las mujeres, trans y travestis y es una situación que está afectando sus proyectos de vida, oportunidades y derechos».
«Tal como enuncia la guía, la diversidad corporal es una realidad», remarcó García Méndez, que saludó «poder nombrar a las gorduras sin que eso sea un problema a resolver, visibilizar las violencias que conlleva el gordo-odio, trabajar en pos de una sociedad más justa con las personas que tienen cuerpos no hegemónicos y posibilitarles el acceso a una salud integral contribuiría a una mayor igualdad».