Trabajo sexual: proponen un sistema previsional específico

Un estudio de la UNC destaca la vulnerabilidad social dominante en el oficio

Trabajo sexual: proponen un sistema previsional específico

Una tesis realizada en el marco de un Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) aporta reflexiones y propuestas sobre la prostitución enmarcada como una actividad económica en el continente latinoamericano.

El estudio, realizado por Gabriela Artazo, docente e investigadora posdoctoral del Conicet, propone algunas alternativas tendientes a superar la división histórica entre posiciones abolicionistas, que consideran a la prostitución como un tipo de trabajo esclavo, sexualizado y feminizado, y por lo tanto, una forma de violencia hacia las mujeres y diversidades; y las posiciones regulacionistas, que abogan por su legalización y reconocimiento como trabajo.

Para desarrollar la tesis, se entrevistó a 30 mujeres e identidades feminizadas que incluyen a personas en situación de prostitución, que se autoperciben como trabajadoras sexuales, activistas regulacionistas y abolicionistas, entre otras categorías. La totalidad se autorreconocía como “trabajadora sexual autónoma” y coincidía en la necesidad urgente de acceso a mejores condiciones de vida.

En el grupo entrevistado, se diferencia entre quienes ejercen la prostitución en la calle, en condiciones de gran vulnerabilidad y otro grupo que lleva a cabo esta actividad sin exponerse de manera extrema con los capitales y recursos económicos, culturales y simbólicos (como títulos académicos) que les permiten realizar otro tipo de actividad distinta a la prostitución (trabajadoras autónomas o escort). Aunque en mejores condiciones, en este segundo grupo lo ganado iba destinado a suplir la canasta básica. “Pero como cuentan con otros capitales e ingresos, la urgencia en la atención no es la misma que quienes están a la vera de la ruta”, explica la especialista.

Al respecto, Artazo señala que estas condiciones estructurantes de vulnerabilidad habilitan, para los feminismos decoloniales, el reclamo por el derecho a la asistencia. “La extrema precariedad de las condiciones de vida de las mujeres y corporalidades feminizadas en Latinoamérica hacen que nuestra vida esté ligada a la asistencia estatal como una necesidad”, plantea.

La mayoría lo hace para solventar los gastos cotidianos

Desde el enfoque del feminismo decolonial, el estudio plantea no intervenir en la regulación del proxeneta, sino antes avanzar en políticas públicas y en el reconocimiento de derechos tendientes a revertir las condiciones de vulnerabilidad en las que viven las personas en situación de prostitución.

“Las entrevistas muestran que la mayoría de quienes se emplean en el mercado del sexo, lo hacen a partir de las necesidades de reproducción social de su vida cotidiana. Con lo ganado solventan no solo sus gastos cotidianos, sino las necesidades de sus familias ampliadas, e hijos e hijas en general”. De este modo, asegura, las tareas de cuidado “son las que se solventan a partir del mercado del sexo, y es parte de lo que constituye la economía informal en Argentina”.

Algunas de las principales alternativas planteadas en el estudio son la creación de un salario universal para personas que tengan a su cargo el cuidado de terceros, un sistema previsional específico para las personas en situación de prostitución, y políticas tendientes a responder a las demandas habitacionales, así como programas de salud especiales y subsidios educativos destinados a este colectivo.

“No es lo mismo ejercer en Córdoba que en Europa”

El estudio destaca la importancia de abordar las múltiples opresiones que se acumulan sobre las trabajadoras, tales como la etnia, clase social, territorio y género, las cuales potencian la marginación. Aquellas mujeres e identidades diversas que poseen atributos racializados y que además no son jóvenes, no son leídas desde los cánones de belleza hegemónica y cobran menos dinero, precisando de más tiempo para atender a más clientes.

Mientras que el grupo que cuenta con mayores bienes culturales y simbólicos “puede elegir, condicionar y limitar el accionar de sus clientes, manteniendo interacciones menos riesgosas y de mayor control”. Se pudo advertir que contar con determinados capitales es decisivo a la hora de acceder a ciertos beneficios dentro de la jerarquización sexual.

Además, señala la autora, el contexto latinoamericano le otorga características particulares al fenómeno estudiado. “No es lo mismo una persona que ejerce el trabajo sexual en Córdoba, Argentina, que quien lo hace en un país europeo. Esa diferenciación (…) añade un plus de vulnerabilidad, vinculado a nuestra historia colonial, que es patriarcal y fuertemente racista”, describe la autora.

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