Desafíos, obstáculos y prioridades en la Cumbre del Mercosur

Por Gonzalo Fiore

Desafíos, obstáculos y prioridades en la Cumbre del Mercosur

La reunión del Mercosur en Puerto Iguazú, Argentina, marcó el regreso de los cuatro presidentes del bloque a las reuniones presenciales, algo que no ocurría desde 2019, ya que durante los últimos años se realizaron encuentros virtuales debido a la pandemia de Covid-19, y Jair Bolsonaro decidió no asistir a las citas de 2022. En ese sentido, la presencia de Lula da Silva es un cambio total respecto de los últimos cuatro años. A su vez, se trató de la última cumbre con Argentina al frente de la presidencia pro tempore, dándole paso a Brasil, así como también las últimas apariciones de los presidentes Alberto Fernández, de Argentina y Mario Abdo Benítez, de Paraguay, cuyos mandatos finalizan en 2023. De hecho, el presidente paraguayo llegó a Misiones ya acompañado por su sucesor, el presidente electo Santiago Peña. Fernández, por su parte, llevó al candidato a presidente del oficialismo, Sergio Massa, quien se fotografió con Lula y mantuvo encuentros con equipos económicos del resto de los países miembros. Además, participaron funcionarios de los Estados asociados: Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam.

Uno de los puntos clave de la cumbre fue la búsqueda de un acuerdo con la Unión Europea, el cual ha estado estancado durante décadas de negociaciones. A pesar de haber firmado un preacuerdo en 2019, dicho acuerdo aún no satisface por completo a ninguna de las partes involucradas. Uno de los principales obstáculos al acuerdo no se encuentra realmente dentro del bloque sudamericanos sino más bien en Europa: superar las limitaciones establecidas por la UE, particularmente por el Parlamento Europeo y la postura proteccionista de los agricultores franceses representan un desafío adicional. Avanzar en esta área puede resultar complicado, especialmente considerando la situación actual de Francia, que, a su vez, atraviesa un momento político y social muy complejo.

Otro de los potenciales socios a la hora de pensar un Tratado de Libre Comercio (TLC) es China. Beijing se ha mostrado interesado hace tiempo en firmar un acuerdo con el bloque, sin embargo, esto presenta, por ahora, una barrera insalvable en la postura paraguaya. Asunción no reconoce a China, ya que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, algo inaceptable para Beijing, cuya postura de “una sola China” es irrenunciable. En ese marco, no son pocos quienes se entusiasman con un cambio en la postura diplomática paraguaya del nuevo presidente Peña, que puede llegar a revisar esta situación y dejar de ser el único país sudamericano que no mantiene relaciones diplomáticas con China. Tanto Argentina como Uruguay son parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, mientras que Lula ya ha declarado en China su intención de que Brasil firme el ingreso a la misma.

Los intereses de los socios parecen disímiles, y por momentos, hasta contrapuestos. La divergencia en la compatibilidad productiva de las estructuras de potenciales socios y los países integrantes del bloque ha quedado patente en los últimos encuentros. Uruguay hace tiempo que presiona por una mayor flexibilización, un pedido que contaba con el apoyo del Brasil de Bolsonaro, pero que ha quedado debilitado tras la llegada de Lula al Planalto. Uruguay busca celebrar TLC con terceros Estados de manera unilateral, algo que el reglamento del bloque no permite. Por ello, en las últimas cumbres, desde la asunción de Lacalle Pou, los orientales reclaman una reforma, lo que ha provocado sonados cruces discursivos entre el presidente uruguayo y su par argentino. Las discusiones internas son muchas, y el bloque parece encontrarse hace cinco años en una disyuntiva.

Al despedirse de la presidencia pro tempore, Fernández animó a sus pares a cerrar el acuerdo con la UE, algo que repitió Lula cuando asumió. El presidente brasileño se refirió a la necesidad de buscar “un acuerdo en el que ganen todos” y donde no haya “imposiciones” por parte de la UE.

En 2019 hubo un principio de acuerdo, pero que aún no ha sido ratificado. En contraposición a Bolsonaro, desde que asumió Lula ha hecho hincapié en la importancia de combatir la deforestación ilegal en la selva y alcanzar un equilibrio con el sector de agronegocios para evitar la explotación ilegal de la Amazonía. Durante 2023, la UE entregó al Mercosur un documento adicional que contiene medidas punitivas en caso de incumplimiento de los objetivos ambientales, mostrando preocupación por la deforestación en la región amazónica.

El futuro del Mercosur es incierto, el canciller uruguayo, Francisco Bustillo Bonasso, incluso se refirió a la posibilidad de la creación de un “nuevo bloque más flexible” llamado Zocosur, un área de libre comercio, a diferencia del mercado común que representa el Mercosur. Con una correlación de fuerzas muy diferente a la de hace un año, es poco probable que Montevideo pueda avanzar en este camino. Por lo pronto, Uruguay tampoco pudo o quiso avanzar con acuerdos de libre comercio unilaterales que ha anunciado hace tiempo con países como China, Nueva Zelanda o Australia. Esto provoca escepticismo en el resto del bloque al respecto de hasta qué punto puede Uruguay insistir con la flexibilización, sin el apoyo decidido de ninguno de sus socios.

La cumbre terminó sin grandes definiciones de fondo, pero todo indica que, de cara al futuro, estas deberán ser discutidas seriamente.

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