Muere Navalny y el Kremlin avanza en Ucrania

Por Gonzalo Fiore

Muere Navalny y el Kremlin avanza en Ucrania

Apenas tres días antes de las elecciones presidenciales que llevaron nuevamente a Vladimir Putin a la victoria y le aseguraron mantenerse en el poder hasta -al menos- 2030, falleció en la remota prisión IK-3 de Siberia, conocida como «Lobo Polar», Aleksei Navalny, la principal figura opositora al gobierno.

Con 47 años de edad, su salud se deterioró notoriamente durante los tres años de su encarcelamiento. Manifestó su descontento por la falta de atención médica durante su tiempo en prisión, donde también pasó casi 300 días en confinamiento solitario. Su arresto ocurrió en enero de 2021, después de haber sido previamente atacado con un potente agente nervioso que le demandó meses de recuperación. El propio Navalny acusó a agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB, por su sigla en ruso) de estar detrás de aquel intento de asesinato.

Hace cuatro años, las relaciones entre Rusia y Alemania se vieron afectadas por el envenenamiento de Navalny, quien recibía tratamiento en el país germano. A pesar de ello, Berlín optó por mantener un comercio activo con Rusia, continuando la compra de gas, incluso en medio de la ocupación de Crimea y los enfrentamientos en el este de Ucrania. Tras su encuentro con Putin en Ginebra, en 2021, Biden afirmó que había advertido a su homólogo ruso sobre «consecuencias devastadoras» en caso de que Navalny muriera en prisión. Sin embargo, lo único que sucedió fue un breve discurso del actual inquilino de la Casa Blanca.

La causa de la muerte, sin embargo, no fue divulgada más allá de lo que dijeron los portavoces del Kremlin, es decir, que se trató de un deceso por el “síndrome de muerte súbita”, algo que niega la familia del dirigente opositor. Para sus familiares y seguidores, Navalny fue asesinado por el gobierno de Putin. Dmitry Peskov, portavoz de Putin, dijo que «los médicos deben resolver esto de alguna manera”, y que cualquier reclamo respecto de que el Kremlin es responsable de la muerte de Navalny es «completamente inaceptable”. Las reacciones internacionales tampoco se hicieron esperar, aunque lo cierto es que tanto Europa como Estados Unidos ya cuentan con pocas herramientas de presión contra Moscú.

El ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Stéphane Séjourné, afirmó que la vida de Navalny fue sacrificada como resultado de su «oposición a la opresión rusa» y subrayó que su fallecimiento es un recordatorio de la «realidad del régimen de Vladimir Putin». Emmanuel Macron, presidente de Francia, expresó que, en Rusia, «los espíritus libres son enviados al Gulag y condenados a muerte»; mientras que el presidente de EEUU, Joe Biden, responsabilizó directamente a Putin. Dentro de Rusia, cientos de personas fueron detenidas en las protestas contra el gobierno y en distintos homenajes a Navalny. Esto se da, además, en el marco de un año electoral en EEUU, donde el favorito a regresar, Donald Trump, tiene muy buenos vínculos con Putin y asegura que dejará de enviar ayuda económica, financiera y militar a Ucrania; e incluso, se teme con un eventual desfinanciamiento de la Otan.

Mientras esto sucedía, la bandera rusa era izada en la ciudad de Avdiivka, según se observa en videos compartidos en Telegram por Rodion Miroshnik, embajador del ministerio de Exteriores ruso. La captura de la ciudad era inminente, ya que las fuerzas ucranianas se encontraban en gran desventaja numérica y habían enfrentado ataques diarios desde octubre. Aunque el ejército ucraniano estaba bajo presión en varios puntos a lo largo de la línea del frente, que se extiende aproximadamente 1.000 kilómetros, desde la frontera con Rusia, en el norte, hasta el Mar Negro. Existen similitudes militares entre Avdiivka y la pérdida de Bakhmut el año pasado, donde las fuerzas ucranianas mantuvieron partes de la ciudad para infligir el mayor número posible de bajas a las unidades rusas atacantes, a pesar de sufrir grandes pérdidas.

Desde el inicio de la campaña rusa contra la ciudad, se han registrado considerables pérdidas de las fuerzas rusas; alrededor de 1.000 civiles han resistido, a pesar de los continuos esfuerzos de las autoridades de Donetsk para persuadirlos de abandonar la zona. En diciembre, funcionarios estadounidenses estimaron que el ejército ruso había sufrido más de 13.000 bajas a lo largo del eje Avdiivka-Novopavlivka en apenas unas semanas. En otras áreas de las regiones de Donetsk y Járkiv, las fuerzas ucranianas enfrentan presiones similares. Recientemente, se han registrado avances graduales por parte de los rusos alrededor de Mariinka, al sur de Avdiivka: están ganando terreno en áreas urbanas desoladas, en una batalla de desgaste, y el ministerio de Defensa considera estos avances como logros estratégicos mientras se acercan las elecciones presidenciales.

Durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, el presidente Volodymr Zelensky afirmó que por cada soldado ucraniano perdido en Avdiivka y sus alrededores, siete rusos habían perdido la vida. Putin, por su parte, habló de “una gran victoria”. Al mismo tiempo que afirmó que la guerra está a punto de llegar al final. Por lo pronto, todo indica que Putin tiene razón en este punto. Trump lo tiene claro, y no hará nada para evitarlo.

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