Rusia: Guerra externa e interna

Por Gonzalo Fiore

Rusia: Guerra externa e interna

El Grupo Wagner, también conocido como PMC Wagner, es una compañía de seguridad privada con sede en Rusia, fundada por Yegveny Prigozhin. Esta organización se compone de mercenarios y opera en un área gris legal, ya que la contratación de servicios militares externos es ilegal en Rusia. El paramilitar ha ganado notoriedad por su participación en conflictos armados en diferentes partes del mundo, particularmente en Ucrania y Siria. Mantienen estrechos vínculos con el gobierno ruso y se le ha descrito como una «fuerza auxiliar» o un «ejército sombra» del Kremlin. Aunque las autoridades rusas lo niegan oficialmente, el Grupo Wagner ha desempeñado un papel activo en acciones militares que respaldan los intereses rusos, como la lucha contra el Estado Islámico en Siria, los grupos terroristas en el Sahel occidental de África, y, más recientemente, en el conflicto en Ucrania. Sus operaciones se basan en la utilización de contratistas militares privados, reclutados principalmente de las filas del ejército ruso y de otros países de habla rusa, como la misma Ucrania y Bielorrusia.

Los hombres de Prigozhin han enfrentado acusaciones de violaciones de Derechos Humanos y crímenes de guerra, incluyendo asesinatos, torturas y ejecuciones extrajudiciales.

Prigozhin fue el centro de la escena internacional reciente: acusa a las fuerzas militares rusas de haber atacado un campamento donde se encontraban sus combatientes, causando múltiples víctimas mortales. Sin presentar pruebas, el líder de la milicia afirmó que 2.000 soldados de Wagner habían sido asesinados por el Kremlin. Alegó que las fuerzas rusas llevaron a cabo bombardeos y ataques con misiles contra sus bases. En respuesta, el ministerio de Defensa ruso emitió un comunicado negando categóricamente estas afirmaciones, calificándolas de «provocación informativa». Moscú tomó medidas legales contra Prigozhin, iniciando un caso penal en su contra por convocar un levantamiento armado contra el Estado ruso; ante esto, Prigozhin declaró el 23 de junio que llevaría su lucha «hasta el final» contra los altos mandos. No obstante, después de algunas horas de incertidumbre, dio marcha atrás y ordenó deponer las armas para evitar “derramamiento de sangre”, estando a algunos kilómetros de Moscú.

El Kremlin dio garantías a sus soldados de que no habría castigos, pero todo hace suponer que los lideres de la rebelión no correrán la misma suerte.

El lunes finalmente Putin se refirió a lo sucedido: se mostró fuerte y conciliador al mismo tiempo, asegurando que “la mayoría de los soldados de Wagner son patriotas”, mientras les agradeció por “evitar derramar sangre”. Y que ni él ni su gobierno aceptarán ningún chantaje.

El ministro de Defensa fue removido. Al igual que sucedió con Tayyip Erdogan tras el intento frustrado de golpe de Estado en Turquía de 2016, Putin sale relativamente fortalecido de esta situación, pero alerta, ya que es la primera vez que un hecho de estas características se produce durante su gobierno, y, además, encabezado por quien fue su protegido.

En los años 90, después de nueve años de prisión por robo, Prigozhin se ganaba la vida vendiendo panchos en las calles de Moscú. Durante ese tiempo comenzó a abrir restaurantes en colaboración con su tío, y fue durante este período que tuvo su primer encuentro con Putin. Aprovechando su conexión con el Estado, Prigozhin logró obtener concesiones y acumuló una gran fortuna. Pasó de ser conocido como el «chef de Putin» a convertirse en uno de los 100 rusos más ricos, estableciendo estrechos vínculos con el ministerio de Defensa.

A mediados de la década de 2010, Prigozhin se volvió cada vez más ambicioso y fundó la Agencia de Investigación de Internet, básicamente un ente de “trolls” para influir en procesos electorales extranjeros en favor de intereses rusos. Tras la invasión de Rusia a Ucrania, en febrero de 2022, fundó Wagner. Esto lo convirtió en una figura destacada en redes sociales, donde constantemente informaba sobre las operaciones del grupo contra las fuerzas ucranianas. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se hizo evidente su desacuerdo con la estrategia propuesta por el ministerio de Defensa ruso: acusó al ministerio de privar de municiones a sus combatientes durante campañas tan intensas como la batalla en la ciudad de Bajmut; esta situación ha llevado a la crisis actual.

El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, fue un hombre clave a la hora de destrabar las negociaciones y evitar los enfrentamientos entre Rusia y Wagner. Putin le agradeció, y el mismo Lukashenko afirmó que logró convencer a Prigozhin que no ingrese con sus tropas a Moscú el sábado.

Putin le prometió “garantías de seguridad” a Prigozhin en Bielorrusia, donde llegó el martes. No está claro aún que pasará con él, a pesar de las garantías rusas, ya que Putin no es conocido, precisamente, por perdonar a quienes osan desafiarlo, y este fue el desafío más grande que debió enfrentar en veinte años.

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