Sudán, la otra guerra

Por Gonzalo Fiore

Sudán, la otra guerra

El pasado 15 de abril estalló la guerra civil en Sudán, un país musulmán africano con 45 millones de habitantes, productor de petróleo, y ubicado en medio de una zona particularmente inestable. Los protagonistas nacionales del conflicto son los generales Abdel Fattah Al Burhan, jefe del ejército sudanés, y Mohamed Hamdan Dagalo -también conocido como Hemediti- líder del grupo armado paramilitar conocido como Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Ambos habían sido camaradas de armas en el golpe de Estado que los llevó a poder en 2021, terminando con el gobierno de transición que se había impuesto luego de la caída del dictador Omar al Bashir, en 2019, y tras 26 años en el poder. El dictador fue depuesto después de tres meses de protestas y actualmente está condenado por delitos de corrupción. La tensión entre ambas facciones aumentó desde el comienzo de las negociaciones para conformar un nuevo gobierno civil. En lo que va de conflicto hay cerca de 1.000 muertos y 5.000 heridos civiles.

Sudán formó parte de Egipto durante 136 años, y fue ocupado por los británicos durante 56 años. Es un país independiente desde 1956, se encuentra en una región particularmente volátil y estratégica, ubicado entre el África subsahariana y Oriente Medio, comparte sus fronteras con Sudán del Sur -el cuál produjo una secesión en 2011-, la República Centroafricana, Chad, Libia, Egipto, Eritrea y Etiopía, además de contar con una vía de salida al mar Rojo. Los vecinos del país son algunos de los más inestables de África, por lo que el conflicto podría extenderse a ellos también en caso de no lograr ser frenado rápidamente. Previo a la separación del Sur, Sudán era el país más grande de todo África.

De amplia mayoría musulmana, el árabe es la lengua oficial y desde 1983 rige la sharía (ley islámica). Si bien algunos analistas afirman que los orígenes del conflicto entre Sudán y Sudán del Sur se debe a motivos étnicos, las causas más importantes son políticas y económicas.

Las FAR son el principal grupo paramilitar sudanés, fueron creadas en un primer momento por Al Bashir, en 2013. Aunque su líder, Dagalo, se enfrentó a Bashir en 2019 y encabezó el golpe junto a Al Burhan, también reprimió duramente protestas contra la dictadura en la capital, Jartum, donde las FAR asesinaron a 118 manifestantes pro democracia. De acuerdo con medios occidentales, como la CNN, el grupo de mercenarios rusos Wagner ha estado abasteciendo a las FAR con armamento, aunque su jefe ha negado cualquier tipo de vinculación.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ya celebró una reunión de emergencia, donde ordenó el cese al fuego, aunque fue ignorado.

Sudán es un país muy rico en recursos naturales, como el petróleo, pero también en oro y otros minerales, además de contar con una ubicación geográfica importante. Forma parte del Sahel, una región que se extiende a lo largo de la franja de transición entre el desierto del Sahara, al Norte, y la sabana tropical, al Sur. Además de Sudán, comprende varios países, entre ellos Mauritania, Malí, Níger, Chad, Eritrea, Senegal, Gambia, Burkina Faso, Nigeria y Camerún. Se trata de una de las regiones menos desarrolladas del mundo. Estos países comparten características similares en términos de clima, geografía y problemas socioeconómicos, lo que ha dado lugar a una serie de desafíos en la zona, como la pobreza, la inseguridad alimentaria, el cambio climático, la migración forzada, y el florecimiento del terrorismo.

Varias organizaciones extremistas han llevado a cabo ataques violentos contra civiles, fuerzas de seguridad y objetivos militares. Los grupos terroristas más activos en la región incluyen a Boko Haram, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Al-Mourabitoune y el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS).

Estos grupos aprovechan la inestabilidad y la falta de presencia estatal en algunas zonas del Sahel para reclutar nuevos miembros, establecer bases y llevar a cabo ataques. Además, los conflictos armados en países cómo Malí y Níger han creado un vacío de poder que ha sido explotado por los grupos terroristas.

Lo que sucede en Sudán preocupa particularmente a países de la Unión Europea, como Francia o Alemania, debido a lo que puede representar para la proliferación del terrorismo y una mayor inestabilidad en la zona. Lo cierto es que, a diferencia de lo que sucede en Ucrania, la situación en Sudán genera pocos titulares y casi nada de interés de la prensa internacional, sin embargo sus consecuencias pueden ser grandes para el planeta, no sólo para la región.

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