Día de los muertos: darle vida a quienes ya no están

Club de la Porota

Día de los muertos: darle vida a quienes ya no están

Octubre se terminó, y entre el ruido de las bisagras de noviembre y el griterío de los niños reclamando caramelos, vestidos con lo que tienen a mano, queríamos hablar de un día que en muchas partes de nuestro extenso país es muy importante, en tanto que en otras partes suele pasar de largo: el Día de los Muertos.

El mercado, que manda e impone, logró instalar Halloween en los niños actuales. No es una queja, es la descripción de un hecho y nobleza obliga: en mi niñez, desconociendo por completo estas tradiciones más actuales, soñaba con tocar la puerta de las casas y que me dieran golosinas. Pero existe otra celebración emparentada a Halloween y de mucha importancia en México y en otras culturas latinoamericanas, incluso de nuestro país.

Una celebración que nos invita a conectar con las huellas de nuestros muertos, con esas vidas intangibles que habitan en cada uno de nosotros y que definitivamente nos conectan con un popurrí de emociones: miedo, incertidumbre, alegría, nostalgia, tristeza, pena, bronca, enojo, odio, amor. Soy una convencida de que tenemos que hablar de la muerte, de la única certeza de la vida. Lejos de temerle, debemos visibilizarla. Como la vejez, en vez de hacer de cuenta que no existe, hablemos de ella, expresemos qué nos provoca, compartamos nuestros miedos, la invitemos a sentarse a dialogar.

La entrevistada de hoy ya participó de este espacio en 2018 con la nota “Un cafecito para la muerte, por favor” (buscala en www.elclubdelaporota.com.ar ¡Imperdible!)se trata de la licenciada y doctora en comunicación, Carolina Mazzetti. Con ella, te invitamos a entender un poco más sobre El Día de los Muertos las tradiciones que nos proponen conectar con quienes ya no están, sin anestesia. ¿Preparado, lista, ya?

Porota.

Porota: ¿De qué se trata el Día de los muertos?

Carolina: El Día de Muertos es una festividad que rinde tributo, agradecimiento y honra a los difuntos. La UNESCO, organismo especializado en educación y cultura de las Naciones Unidas, incorporó esta celebración a la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial en 2003. Por lo tanto, lo que se reconoce de esta celebración es su trascendencia y valor cultural. Esta iniciativa se enmarca en procesos de patrimonialización cultural de la muerte que tienen lugar en distintos territorios de América Latina donde la muerte tiene un protagonismo a través de diversas figuras y cultos emergentes.

Puntualmente, el Día de Muertos es una festividad sincrética entre la cultura prehispánica y la religión católica que, por las características pluriculturales y pluriétnicas de Méjico, ha gestado diversas expresiones populares. Las cuales, transmitidas de generación en generación, han incorporado diferentes significados y evocaciones según el pueblo indígena o grupo que las lleven a cabo. Cada año en diferentes regiones de Méjico las comunidades celebran el regreso temporal de sus familiares y seres queridos difuntos.

P: ¿Qué cosmovisión o creencia subyace en esta festividad?

C: Subyace la cosmovisión indígena que entiende a la festividad del Día de Muertos como el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse del alimento que se les ofrece en los altares dispuestos en su honor. Incluso se recuerda a los muertos con música, bailes y anécdotas porque, de esa forma, según la tradición, sus almas se mantienen vivas.

P: ¿Esta celebración se desarrolla solamente en México?

C: Así como la celebración atrae turistas que se suman a los festejos, el Día de Muertos es una celebración que se ha expandido por fuera de México. Por ejemplo, en Estados Unidos, las ciudades con grandes poblaciones mexicanas también organizan celebraciones. En nuestro país también hay antecedentes recientes de su celebración. De hecho, la experiencia más cercana es la que se desarrolla desde el 2016 en la Universidad Nacional de Córdoba por iniciativa de la Facultad de Filosofía y Humanidades y de la Facultad de Artes.

A propósito, como recién mencioné, esta festividad como toda práctica social se va transformando y adquiriendo las características y las formas del lugar que la adopta. Por eso, a nivel local la celebración fue transformándose en su denominación. Comenzó como Día de Muertos, luego fue Día de Muertxs hasta llegar a llamarlo Día de Muertis con la intención de proponer un modo de lenguaje inclusivo. El decir “muertis” no es una burla, ni un juego, sino que busca operar con un “lenguaje descentrado”.

P: O sea, en síntesis, lo que muestra esta festividad es que se le da vida al muerto porque se le hace un lugar en la cotidianeidad de la vida.

C: Claro, exactamente. Como diría una filósofa belga, Vinciane Despret, se le otorga un excedente de existencia donde los lazos no solo no se cortan, sino que se continúan. Ella dice que hay algunas culturas que ofrecen a sus muertos un “plus” de existencia, una especie de suplemento biográfico, una prolongación de presencia, pero en el sentido de otra existencia. Es decir, no se trata del vivo que fue, pero tampoco del muerto mudo o inactivo totalmente ausente en el que podría convertirse por falta de cuidados o atenciones. Sino que es otra cosa. A propósito, dice que hay una trampa en la idea de capturar y paralizar en dos categorías: la existencia física o la existencia psíquica, porque en esa dicotomía solo se les otorga a los muertos dos destinos posibles: por un lado, el de la inexistencia o, por otro lado, el de las fantasías, creencias o alucinaciones.

Por lo tanto, su enfoque trasciende esa dicotomía. Porque ese plus de existencia continúa influenciando la vida de los vivos, pero para que sea posible, eso demanda disponibilidad y un trabajo de instauración (instaurar esa existencia), porque los muertos nos piden que los ayudemos a acompañarnos.

P: Y al darle lugar a los muertos, es una manera también de darle lugar a la muerte.

C: Por supuesto. Si hablamos de muertos evocamos a la muerte.

P: ¿Hay algún proceso que nos ayude a aliviar esa instancia tan difícil?

C: La palabra duelo proviene de “dolus” que significa dolor. El duelo es el proceso de contacto con el dolor. El asunto es que en nuestra cultura hay una tendencia a anestesiar el dolor. E incluso, ciertas emociones (como el miedo, tristeza, enojo, etc.) tienen mala prensa o son consideradas negativas, y eso se traduce en una actitud de evitación o de huida. Si bien, yo no soy especialista en duelo, puedo contar que quienes trabajan en esta área mencionan que prima una visión negativa del duelo porque está asociado a la muerte. Sin embargo, los duelos son momentos de transición y adaptación que suceden después de distintas pérdidas, la muerte puede ser una de esas pérdidas. O sea que, el duelo es una reacción ADAPTATIVA, NORMAL y ESPERABLE, porque es una profunda CRISIS VITAL.

Por lo tanto, no solo, no es condición ser una persona vieja o tener un diagnóstico para explorar la propia condición de finitud. Sino que la recomendación de los especialistas es anticiparse a lo inevitable. Y ese gesto de disponibilidad, exige poner el tema de la muerte en agenda.

¿Quién soy?

Mi nombre es Carolina Mazzetti. Soy Licenciada y Doctora en Comunicación Social. Actualmente me desempeño como becaria posdoctoral en el Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnología (unidad ejecutora de CONICET y de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba); donde también ejerzo como docente.

Coco: la adaptación de una cultura a la pantalla

Estrenada en 2017 y producida por Pixar y Disney, Coco se inspira en la celebración del Día de los Muertos al contar la historia de Miguel, un niño cuyo mayor anhelo es ser músico. No vamos a spoilear más la historia. Todos hemos visto Coco y seguramente la volveremos a ver. Y si no la viste todavía ¿¡Qué estás esperando!?

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