Detrás de las rejas negras

Cerramos el mes con un cuento de una vieja integrante de “El Club de la Porota”. Ella sólo se comunica a través de messenger. Tiene 87 años y escribir es su don y modo de conectar con el mundo. Hace poco intentó participar de un concurso de cuentos pero finalmente desistió. Fue así como pensó en este espacio y en la posibilidad de poder regalarnos algunas de sus historias. Aquí va una de ellas cuyo narrador es un personaje muy especial ¡A disfrutar!

Detrás de las rejas negras

Mari abrió la puerta, salió corriendo y yo, detrás de ella…

Mari es humana, camina en dos patas y ladra muy suave, vivo con ella desde siempre, paseamos, jugamos. Nuestra casita es pequeña con un patio lleno de árboles y flores.

Ella sale todas las mañanas y vuelve por las tardes con algún regalito. 

Me deja agua y comida. ¡Una chuchita llena de trapitos donde duermo y juego con mi pelotita de trapo hasta que regresa, estoy enamorado de ella, es todo para mí, soy feliz! 

El sol apenas se asomaba cuando salimos de casa, yo seguía a Mari; no se dio cuenta que iba a su lado. 

De pronto, el ladrar de perros me atemorizó, no era bueno para entablar una conversación con los de mi género, menos en esta situación, en la que Mari estaba distraída en sus pensamientos, y no prestaba atención a los monstruos perrunos que nos miraban del otro lado de la calle con ganas de comernos, con sus garras gigantes, por lo que seguí aferrado a las piernas flacas y chuecas de Mari que eran, mi única protección.

De pronto, ella se detuvo, miro su reloj, hizo una expresión de pánico, ladró en seco y salió corriendo, parecía no ver nada a su alrededor, despatarrada, con sus patas chuecas y sus rulos negros al viento, como los míos.

Por supuesto, seguí a su lado, ladrando, me pregunté: ¿a dónde va?  ¿qué le pasa? 

Cruzamos la calle, juntos saltamos charcos, ladramos de alegría, creí que estábamos paseando, divertidos como cuando vamos al parque a tomar mates con Paco, el amigo humano de Mari.

De pronto, allí estaba Paco, nuestro amigo humano de dos patas, el de las mateadas en el parque. Ladré. Alborotado moví con alegría la cola, salté y ladré más y más fuerte, mis rulos negros brillaban y se balanceaban. “Llegamos”, me dije.

Paco gritó ladrando: “Fito, ¡hola perrito juguetón!, ¡hola Mari!” y levantó sus brazos para abrazarla, ella ni lo vio, pasó a su lado como una ráfaga de viento, siguió corriendo. 

Fue ahí cuando recordé que la noche anterior su teléfono sonó varias veces, había conversado con alguien, la sentí ladrar, parecía contenta… pero yo estaba tan asustado que no preste atención, mis sentidos estaban puestos en los truenos, la tormenta con viento me obligó a meterme bajo la cama, y ahí quedé inmóvil.

Desperté cuando Mari comenzó a ponerse las medias y todo lo que se ponen las chicas humanas para salir. Y ahora nos encontrábamos corriendo vaya saber uno a donde.

De pronto Mari se detuvo, estábamos frente a un portón de rejas negras cubierto de flores blancas, con un perfume tan fuerte que me paralizó. Mire a Mari, la vi feliz, sus ojos brillaban, su boca dibujaba una mueca graciosa y un gruñido de alegría se le escapó. 

Al fondo del pasillo, unas personas que ladraban, bueno hablaban, solo entendí que la nombraban a ella, a Mari y le hacían señas para que se acerque.

Abrimos el portón y entramos. Mari se abrazó con esa mujer y ladraron, saltaron y rieron, yo con ellas. No lo dudo, esa persona era alguien muy querida, amada, actuaron igual que yo cuando llega Mari a casa, un momento mágico. 

Desde ese día nuestras salidas al parque cambiaron, no solo iba Paco con nosotros, también se sumó “mamá”, así la llamó Mari desde que la vio por primera vez en el portón de rejas negras. 

Nilse Norma Pelliza 

87 años 

 

Sugerencias de verano 3 

Esta sección se ha convertido en un verdadero éxito. Muchas son las personas que a través de las redes sociales y el mail de El Club de la Porota sugieren y comparten sus libros, series, notas, canciones y películas de verano ¡Es por eso que esta vez los protagonistas son ustedes queridos lectores, lectoras, integrantes de nuestro club de envejecientes!

Libros imperdibles 

María del Carmen Maiztegui nos recomienda leer el libro de la escritora cordobes Cristina Loza, “Mala Sangre”: “me impactó la riqueza del lenguaje y la descripción de la familia Montero. Me gustó que la autora ubicara su narrativa en el norte cordobés. Una lectura muy recomendable”.

Florencia Barzola, recomienda el libro de la autora Kenizé Mourad, “De parte de la princesa muerta”: “Se trata de una novela histórica distinta, atrapante, de esas que no podés dejar de leer aunque sean la dos de la mañana y tengas que levantarte temprano para ir a trabajar. Con Selma, la princesa, protagonista y nieta del último sultán, viajás a Turquía allá por el año 1918 y revivis la caída del imperio Otomano; conocés la India y su cultura y terminás el periplo en París, a principios de la 2da guerra mundial. Lo más asombroso es que la autora, Kenizé Mourad, relata la historia de vida de su propia madre y, aunque resulte inverosímil, es una historia real. Emocionante, profunda, conmovedora; un libro imprescindible en tu biblioteca”. 

Juli Ambrosi, sugiere que leamos la segunda parte de las vivencias de Yunga, la protagonista de “Las Primas” y luego también de “Las amigas”, novelas autobiográficas de la autora argentina Aurora Venturini: Relata la vivencias de Yunga ya adulta junto a sus amigas”.

Película – documental

Esta vez deseamos recomendarte el documental de Netflix “Historias de una generación con el papa Francisco”. Se trata de entrevistas a personas mayores de 70 años, cuyo protagonista principal es el Papa. Un documental que inspira y desmitifica la vejez. Martin Scorsese, Jane Goodall, una mujer que revive el pasado de sus ancestros, una paracaidista de 88 años, un zapatero Vietmanita de 90 años, entre otros, nos comparten sus vidas y experiencias. Sólo cuatro capítulos de 45 minutos cada uno. 

Nota en el New York Times 

El periodista del NYT, John Leland, escribió una nota en la que revela lo que aprendió tras entrevistar siete años consecutivos a un grupo de personas mayores longevas. El objetivo fue hallar respuestas a la siguiente pregunta: “¿cómo tener una vida plena y con sentido cuando no puedes hacer mucho de lo que hacías antes?”. Descubrí la respuesta de la mano de una microbióloga de 98 años, de un veterano de la 2da guerra mundial de 89 años o de un cineasta de 100 años. Buscá la nota en Google a través de las siguientes palabras claves: new york times apuntes vida larga john leland. 

 

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